Uno de los más importantes poetas del tango, perteneciente a la emblemática
generación del cuarenta, había nacido en Campana, en la zona norte de la
provincia de Buenos Aires, el 5 de noviembre de 1918. Era seis años mayor que
su hermano Virgilio, pianista y compositor con el que luego compartiera la
autoría de una importante cantidad de temas.
Desde su niñez, ya radicado en la ciudad de Zárate, al mismo tiempo que
avanzaba en sus estudios siempre ayudaba a su padre en la confitería que éste
poseía en aquella ciudad vecina a la de su nacimiento, colaboración que sólo
finalizó cuando el negocio fue vendido en 1945, lo que le permitió a partir de ese
año radicarse definitivamente en Buenos Aires.
Luego de cursar el secundario en el Colegio San José de la ciudad de Zárate,
comenzó sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, por
lo que frecuentemente hacía el trayecto en tren entre ambas ciudades.
Dos años llevaba en la Facultad, cuando la enfermedad de su padre lo obligó a
permanecer durante más tiempo en Zárate, para hacerse cargo de la confitería,
abandonando, transitoriamente, sus estudios universitarios.
Ya estaba decidido a terminar su inconclusa carrera universitaria, pero otro
motivo, su ya intensa actividad como letrista de tango, lo alejó definitivamente
de la Universidad.
Corría entonces el año 1941 y de su reciente relación con Domingo Federico
surge el primer tango producto de la inspiración del que luego sería un
importante binomio: Yo soy el tango, que en ese mismo año grabaran las
orquestas de Miguel Caló y Aníbal Troilo, con las voces de Alberto Podestá y
Francisco Florentino, respectivamente.
También de ese año son los versos de la milonga El naranjerito, cuya música
pertenece a Héctor Varela y Alberto Nery, en la que fuese su única colaboración
con el luego llamado As del tango.
Esta milonga fue grabada casi de inmediato por la orquesta de Lucio Demare
con su vocalista Juan Carlos Miranda, el primero de los cantores que lo
acompañara en sus grabaciones para el sello Odeon.
En los años siguientes, la producción de Homero Expósito es sencillamente
excepcional. Fue el período en el que se generó el primer aluvión de grandes
temas de este poeta.
Así, de 1942, escribió la letra de Al compás del corazón, también conocido como
Late un corazón, al que puede considerarse el primer éxito del binomio que
conformó con Domingo Federico.
Este tango fue grabado en ese mismo año por las orquestas de Miguel Caló con
la voz de Raúl Berón, y por la de Carlos Di Sarli con Alberto Podestá, además de
Hugo del Carril, quien lo hizo con glosas pertenecientes a Julián Centeya.
También de 1942 son Libre, Tristezas de la calle Corrientes, Pedacito de cielo,
Azabache, Dos fracasos y Pueblito de provincia, mientras que al año siguiente
corresponden Percal, Farol, A bailar, Mi cantar, Pobre negra, Todo y Solo y triste
como ayer, la mayoría de ellos incorporada a los repertorios de las orquestas
tanto de Aníbal Troilo como de Miguel Caló y más adelante, a los
desprendimientos de ellas: la orquesta dirigida por Astor Piazzolla que formara
Francisco Florentino para su acompañamiento en lo que refiere a la primera y las
agrupaciones de Osmar Maderna, Domingo Federico y Francini–Pontier en
relación con la que dirigía Caló. En el caso particular de Libre, cuya fina música
pertenece al pianista Emilio Barbato, integrante de la orquesta de Osvaldo
Fresedo, la grabación correspondió precisamente a esta orquesta con la voz del
mendocino Oscar Serpa.
A su vez, Solo y triste como ayer es un tango que lleva música de Alberto Soifer,
pianista y director que lo grabó con la orquesta que dirigía y la voz del cantor
Roberto Quiroga en enero de 1943.
Del año 1944, son tres temas insoslayables en cualquier reseña que se haga de
esa década brillante: Trenzas, Naranjo en flor y Yuyo verde, los tres en cierto
modo de factura muy similar entre sí.
En efecto, se trata de variantes de una misma raíz temática, lo que permite
considerarlos como un texto continuado y homogéneo, en el que campea un
clima de nostalgias y romanticismo.
En estos tangos, explica el investigador Juan Sasturain en el tomo 19 de La
Historia del Tango, editada por la editorial El Corregidor, «existen en forma
recurrente elementos convergentes que actúan como ejes ordenadores: el amor
adolescente, la juventud asociada a la plenitud de la vida, la culpa irreparable y
la confrontación entre el pasado y el presente dolorosamente atado a esa culpa».
También, agrega el aludido estudioso, «juegan en ese clima común los elementos
descriptivos y el empleo de metáforas, tan habituales en la obra de Expósito».
Los tres fueron objeto de innumerables grabaciones desde el mismo momento de
su producción. En el caso particular de Yuyo verde, Domingo Federico,
compositor de la melodía, lo registró para el sello rca Victor con la voz de Carlos
Vidal, el día 12 de septiembre de 1944, en la que fuera la tercera de las
grabaciones al frente de su orquesta, cuando se desvinculó de Miguel Caló.
De ese año y similar contenido, aunque en este caso en ritmo de vals, es Tu casa
ya no está, con música de su hermano Virgilio, que Osvaldo Pugliese grabó con
Roberto Chanel el día 20 de julio de ese mismo año.
Los dos años siguientes fueron también particularmente productivos para
Homero. En efecto, en 1945 y 1946, escribió las letras de la milonga Bien criolla
y bien porteña y el vals Flor de lino, ambos objeto de innumerables registros
discográficos, y los tangos Oro falso —grabado por Francisco Florentino con
Astor Piazzolla— , Margo —llevado al disco por Miguel Caló con la voz de
Raúl Iriarte el 15 de noviembre de 1945, y por Francini y Pontier, cantando
Alberto Podestá el 29 de enero de 1946—, El milagro —grabado por esta
orquesta y este mismo cantor el 4 de septiembre de este mismo año— y Qué me
van a hablar de amor, todos con música de Armando Pontier, siendo quizás este
último el tema más popular —aunque de ningún modo el mejor— de su
producción, popularidad obtenida a partir de impecables versiones de Miguel
Caló con Roberto Arrieta y de Aníbal Troilo con la voz de Floreal Ruiz en el
mismo año en el que fue compuesto, y de Julio Sosa, ya cuando cantaba
acompañado por la orquesta de Leopoldo Federico.
En realidad, aclaraba Expósito, la letra de Qué me van a hablar de amor había
sido escrita en 1937, cuando sólo tenía 19 años, pero la melodía de Héctor
Stamponi data del año a cuya producción estamos refiriéndonos.
También en 1946, con música de Argentino Galván, escribió la dramática letra de Cafetín, en el que en una línea idéntica a la de La violeta, cuyos versos
escribiera Nicolás Olivari sobre música de Cátulo Castillo, Homero describe el
drama del inmigrante: desarraigo, nostalgia y frustración, en el contexto de la
postguerra que signaba a esa época. De este tema, existe una única pero
definitiva versión de Osvaldo Pugliese con la voz de Alberto Morán.
En 1947, produjo los versos de dos tangos de enorme jerarquía, aunque su
aceptación popular no fue paralela a esa calidad: Óyeme, con música de Enrique
Mario Francini, en el que las metáforas adquieren ribetes de excepción, y
Pigmalión, con música de Astor Piazzolla, en el que el poeta toma también
metafóricamente la tragedia del mitológico escultor griego que se enamora de
figura que ha creado.
Precisamente, Piazzolla al frente de la orquesta típica que conducía en 1947, la
misma que el año anterior acompañara a Francisco Florentino, grabó este tema
para el sello Odeon, contando en la ocasión con la voz del cantor Héctor Insúa.
Óyeme a su vez fue grabado por la orquesta que codirigían Francini y Pontier
con la voz de Roberto Rufino, el 8 de julio de 1947.
Luego, escribió la letra del hermoso vals Pequeña, con música de Osmar
Maderna, quien lo grabó con su orquesta y la voz de Héctor De Rosas el 21 de
julio de 1948.
Desde 1946, integró la Comisión Directiva de sadaic y cuando ocupaba la
tesorería de la entidad en 1950, razones políticas lo indujeron a renunciar,
embarcándose con destino a Barcelona en 1951.
Luego de permanecer dos años en España y tres en París, donde trabajó como
copista de la Ópera de esa ciudad, en 1955 regresó a Buenos Aires, retomando
activamente su tarea de poeta del tango.
Así, entre 1955 y 1957, la producción de Homero se amplió con otros títulos de
significativa importancia: Sexto piso —con música de Raúl Nievas Blanco y
cuya letra en realidad Homero ya había escrito cuando aún estaba en Europa—,
Afiches, Siempre París, Maquillaje —con música de su hermano Virgilio—, el
abolerado Quedémonos aquí y Te llaman malevo. Estos dos últimos, con música
de Héctor Stamponi y de Aníbal Troilo, respectivamente tuvieron inmediata y
amplia difusión, el primero a partir del registro que realizara José Basso con
Floreal Ruiz, mientras que Te llaman malevo fue reconocido por el público como consecuencia de la impecable versión que el propio Troilo hizo con la voz de
Ángel Cárdenas para el sello Odeon, éxito que Pichuco repitió a mediados de los
sesenta cuando lo grabara, ya nuevamente en el sello rca Victor, entonces
cantando Tito Reyes.
En cambio, la apreciación generalizada acerca de la calidad de los cuatro
primeros temas mencionados llegó recién después varios años de haber sido
producidos.
En el caso de Maquillaje, cuya música pertenece a su hermano Virgilio, Jorge
Vidal lo grabó para el sello Odeon el 4 de marzo de 1958 acompañado por la
orquesta dirigida por Héctor Stamponi; en tanto que Astor Piazzolla lo hizo con
Héctor De Rosas algunos años más tarde; pero el tema sólo alcanzó la difusión
que merecía cuando Roberto Goyeneche lo registró para rca Victor, acompañado
por la orquesta de Atilio Stampone. Más recientemente, el tema forma parte del
repertorio de la cantante Adriana Varela.
Lo mismo ocurrió con Afiches, con música de Atilio Stampone, al que la versión
del Polaco con el acompañamiento de la orquesta de este director realizada
varios años después de su fecha de origen, permitió al fin su reconocimiento
masivo.
Siempre París, en cambio, nunca alcanzó la difusión de los anteriores, siendo
grabado sólo por Astor Piazzolla con la voz de Jorge Sobral. Sexto piso, por su
parte, tuvo que esperar hasta 1971 para que fuese registrado por un intérprete
del género, en este caso Susana Rinaldi, quien lo llevó al disco para su inclusión
en un long play editado por el sello Trova, acompañada por orquesta dirigida
por Julián Plaza.
También de mediados de los cincuenta son el vals Absurdo, con música de
Virgilio, grabado por Edmundo Rivero en los años setenta y por el octeto Carlos
Rondó, con la voz de Pedro Etulain, en los noventa, y la finalización del tango
Fangal, obra inconclusa de Enrique Santos Discépolo, cuya letra y música fue
entonces concluida por Homero con su hermano Virgilio, en 1956.
En la producción de Expósito, se registra también un sentido homenaje a
Pichuco, el tango Ese muchacho Troilo, con música de Enrique Mario Francini,
grabado por Goyeneche con la orquesta dirigida por el binomio Baffa–
Berlingieri el 17 de mayo de 1967.
Hacia el año 1957, junto con Virgilio, produjeron canciones para Billy Cafaro,
por entonces ídolo de la incipiente nueva ola, actividad que por supuesto nada
aportó a los pergaminos de Homero ni a los de su hermano.
Luego de esta tarea ajena al género que había abrazado desde sus inicios, la
producción de sus versos se interrumpió durante una década completa, entre
1957 y 1967, etapa de su vida que dedicó a la actividad gastronómica, abriendo
sucesivos establecimientos en Zárate, Buenos Aires y Punta Mogotes.
Al retomar la producción de poesías para el tango, en 1971 escribió la letra de
Usura, con música no demasiado atractiva compuesta por un poco conocido
Freyre, que fuera grabado por Miguel Montero en su etapa de solista,
acompañado por la orquesta dirigida por Ángel Domínguez en julio de 1972.
También de esta etapa es Humano, con música de Eladia Blázquez quien lo
grabó con la orquesta de Raúl Garello y Chau... no va más, con música de
Virgilio, grabado por el Polaco nuevamente con la orquesta de Atilio Stampone.
Otros temas de menor difusión que los mencionados a lo largo de esta reseña
fueron Esta noche estoy de tangos, Letra de tango y Pobre piba, este último
también con música de Virgilio, cuya letra relata una historia similar a la de
Estercita pero en una línea irónica y farsesca.
La calidad del tema hubiese merecido mucha mayor difusión, la que se limitó
sólo a interpretaciones de la orquesta de Aníbal Troilo con Raúl Berón en los
bailes de carnaval en el club River Plate en el año 1950.
Más desapercibido aun quedó Polos, escrito aproximadamente en la misma
época que el tema anteriormente mencionado.
El fallecimiento de Homero Expósito se produjo el 23 de septiembre de 1987,
próximo a cumplir sesenta y nueve años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II biografia exposito
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