Eduardo Arolas - Biografía

 

El Tigre del Bandoneón, cuyo nombre real era Lorenzo Arola (sin la "s" final), nació en el barrio de Barracas, en la Capital Federal, el 24 de febrero de 1892, hijo de inmigrantes franceses analfabetos.
Quien luego habría de ser uno de los primeros grandes compositores de nuestro tango aprendió de oído a tocar la concertina y luego la guitarra, instrumento este último que ejecutara entre 1900 y 1905 en compañía de su hermano, interpretando, entre otras obras, los por entonces muy en boga valses de Waldteufel.
Inducido por Ricardo Mochila González, el compositor de La Rosarina y El Fulero, con quien se desempeñaba como guitarrista en un dúo que habían conformado para actuar en el café sito en Universidad y Suárez, en el barrio de La Boca, tocó por primera vez el bandoneón en 1906 con un pequeño instrumento de cuarenta y dos voces, contando, dados sus aún precarios conocimientos musicales, con la guía del ya experimentado González.
De todos modos, al poco tiempo de iniciar su aprendizaje del bandoneón ya se había transformado en un virtuoso del mismo, mientras actuaba en diversos cafés de su barrio natal.
Simultáneamente con esta actividad ingresó como dibujante —su otra gran pasión, para la que también poseía notables aptitudes— a una empresa de su barrio de Barracas, actividad en la que permaneció durante cinco años y de la que luego dejaría muestras a través de excelentes dibujos en las carátulas de algunas de sus partituras.
En 1909 compuso su primer tango, Una noche de garufa, nombre del café que el propio Arolas había instalado a instancias de un amigo, el industrial Luis Bettinelli, en la calle Montes de Oca 1681.
El tango fue pasado al pentagrama por Francisco Canaro en la parte de violín y por Hernán Macchi en la de piano, porque Arolas aún no sabía hacerlo, dato éste aportado por el propio Canaro en sus Memorias. En 1915 fue Arolas quien habría de prestar ese servicio a José "El Gallego" Martínez, llevándole al papel el tango Expresión campera, cuya melodía Martínez había compuesto pero no estaba en condiciones de escribirla.
Aquel primer tango de Arolas, que en la partitura dedicó a Prudencia Aragón, adquirió inmediata popularidad y, a diferencia de lo que habitualmente ha ocurrido con otros compositores, ya desde esa obra inicial definió el estilo que Eduardo habría de imprimir a todas sus obras.
En 1911 Arolas comenzó a estudiar música en un conservatorio, en el que tomó clases de teoría y solfeo con el maestro Bombich, y en tres años obtuvo los conocimientos necesarios como para escribir, a lo largo de su breve existencia, alrededor de ciento veinte tangos, muchos de los cuales lo ubican entre los grandes compositores del género.
En 1912 había compuesto los tangos Nariz —poco difundido pero de brillante concepción, del que hay una notable versión grabada por el pianista uruguayo César Zagnoli al frente de su trío en 1960—, Rey de los bordoneos, dedicado al por entonces guitarrista Graciano De Leone, Maturrango, Chúmbale y el vals Notas del corazón, que dedicó a su madre.
En ese año acompañó a Roberto Firpo en actuaciones en los locales Armenonville y El Estribo, formando un trío que se completaba con el violinista Tito Rocatagliata.
Formó luego su propio conjunto para actuar en el Pigall. Contó en esta ocasión con el concurso de Julio De Caro y Rafael Tuegolls en violines, Roberto Goyeneche en piano y Luis Berstein en contrabajo, agrupación con la que grabó para los sellos Odeon y Víctor.
A fines de 1917 su conjunto llevaba grabado para este último sello un total de cuatro discos: el primero incluía su tango La guitarrita, dedicado a Mario Pardo, reconocido ejecutante de este instrumento, y El Jaguar, tango perteneciente a Atilio Lombardo; el segundo incluía el vals La Regina del fonógrafo, de este mismo compositor, y la polca La cordobesita, del propio Arolas; el tercero incluía dos temas de Arolas: Rawson y Taquito; y en el cuarto, su orquesta servía de marco musical al cantor y payador rosarino Pancho Cuevas, cuyo verdadero nombre era Francisco Bianco y era hermano del violinista Eduardo Bianco, de dilatada actuación en Europa.
Con este cantor grabó el tango La payanca, de Augusto Pedro Berto, al que habían agregado una primera letra Francisco N. Bianco y Juan Andrés Caruso. Años después, Jesús Fernández Blanco escribió otros versos que no son obviamente los que cantó Pancho Cuevas.
Poco después, con este mismo cantor, Arolas grabó Flor de fango, el tango de Augusto Gentile al que, años después de haber sido dado a conocer por este compositor, puso letra Pascual Contursi.
Pese a su breve existencia y los escasos conocimientos musicales con los que contaba en los inicios de su carrera, la labor de Arolas como compositor fue extensa y muy inspirada, al punto de constituirse en uno de los más grandes exponentes del género.
Héctor Ernié, para estudiar la tarea autoral de Arolas, la divide en tres etapas que observa como claramente definidas: la primera se inició en 1909 con el tango Una noche de garufa y finalizó en 1912, período en el que compuso los temas que se citaron con anterioridad.
La segunda etapa, de acuerdo al mencionado estudioso, abarcó el período comprendido por los años 1913 y 1916, tiempo en el que su fama ya era considerable y los sellos grabadores se disputaban el registro de sus temas. Compuso así en 1913 los temas Piteco y Delia, dedicado a su amiga Delia López, destinataria también del ya mencionado Nariz.
En la Nochebuena de ese año, de acuerdo a lo señalado por Francisco García Jiménez, escribió en colaboración con Roberto Firpo Fuegos artificiales, tango inspirado en las celebraciones que se hacían en el Parque Japonés y que Arolas y Firpo, integrantes del trío que actuaba en el lujoso cabaret Armenonville, sito en Avenida Alvear y Tagle, observaban desde los jardines del mismo.
Fue precisamente el propio Firpo quien efectuó la primera grabación de este tango, ya en el año 1916, con el cuarteto que dirigía y que integraban además de Arolas y Rocatagliata, el contrabajista Leopoldo Thompson, en lo que fuera el estreno de este instrumento en el género del tango. Fuegos artificiales también se constituiría con el tiempo en otro de los grandes clásicos del género.
En 1914, luego de componer varios temas que no alcanzaron mayor difusión, Arolas dio a conocer El Mame, bellísima composición escrita en homenaje al pueblo parisino que en la recordada batalla del Río Mame, desarrollada entre el 5 y el 12 de septiembre de ese año, a través de una denodada defensa consiguió detener el avance del ejército alemán.
En 1916 compuso y estrenó en el café La Morocha de Corrientes y Río de Janeiro, donde actuaba con su conjunto, el también perdurable tango Derecho viejo. Corresponden también a ese año La guitarrita —que, como se mencionara con anterioridad, dedicó a Mario Pardo—, Rawson, Araca y Anatomía, estos dos últimos menos difundidos pero con tanta calidad como los anteriores, señala Ernié.
Finalmente, este estudioso reconoce como la tercera y última etapa compositiva de Arolas la que va desde 1917 hasta 1923, en la que destaca a un Arolas con una notoria evolución en sus concepciones musicales, por la mayor profundidad y hondura de sus obras.
Es también el comienzo del período en el que su vida se hunde en el alcoholismo, influenciado, al parecer, por un desengaño amoroso.
Pertenecen a este período obras fundamentales como las escritas en 1917 Comme il faut, expresión francesa cuyo equivalente en castellano es Como debe ser, Retintín, al que originalmente tituló Que hacés, qué hacés, che Rafael, dedicado a su amigo, secretario y violinista Rafael Tuegolls, del que entre otras grabaciones es necesario destacar la realizada en el mes de junio de 1951 por la excelente orquesta de Alberto Mancione para el sello RCA Victor, y Lágrimas, bellísima composición, de acentuado ritmo en su primera parte y de hondo contenido emocional en la segunda.
Héctor Ernié ha considerado a este tema como un autorretrato del propio Arolas, quien en la carátula de la partitura por él mismo dibujada, muestra a una mujer de edad llorando ante la presencia de su hijo, quien regresa embriagado con un violín bajo el brazo.
Si bien el tema está dedicado «a la señora Cayetana L. Rocatagliatta, madre del violinista Tito Rocatagliatta», el mencionado investigador supone que Arolas refleja en su dibujo y en el título que asignó a la composición su ya por entonces lamentable situación personal.
También son de 1917 los excelentes pero poco difundidos temas Marrón glacé (subtitulado Moñito) y El chañar, este último grabado solamente por Alfredo De Ángeles en la década del cuarenta, además de Suipacha, originalmente de escasa repercusión pero que muchos años más tarde fue rescatado del olvido por una impecable grabación realizada para el sello Odeon por Osvaldo Pugliese con su orquesta el 26 de octubre de 1956.
Es destacable también la versión grabada que de este tema había realizado la orquesta de Héctor Varela en 1951, al poco tiempo de su formación.
En 1918 Arolas compuso dos tangos de perfil eminentemente rítmico: Catamarca y Dinamita, no tan difundido como el anterior pero de similar contenido artístico.
Catamarca puede escucharse en una de las primeras grabaciones que efectuara Carlos Di Sarli con su orquesta, específicamente el cuarto registro de esta agrupación, realizado el 9 de febrero de 1940, cuando aún observaba un ritmo mucho más rápido y picado que el señorial estilo que la caracterizaría años más tarde.
En esa grabación se aprecia la fuerte dinámica de la composición, especialmente en la primera parte, acentuada por el estilo que por entonces cultivaba la orquesta de Di Sarli. Asimismo, en la versión que Julio De Caro llevó al disco con su orquesta se aprecian claramente esas mismas características.
También de 1918 son dos temas compuestos con letra de Pascual Contursi: el tango Qué querés con esa cara y la canción provinciana Era linda mi gauchita, que dedicaron a Carlos Gardel y José Razzano.
Cardos es otra de sus obras de este año. Su fina melodía se disfruta en la grabación realizada por la Orquesta Típica Víctor el 7 de julio de 1931.
Ese año culminó con otro de los grandes hitos de su producción, Maipo, otra melodía de notable belleza.
En 1919 compuso La cabrera, de la que existe una grabación de la formación de Osvaldo Pugliese para el sello Philips en el mes de noviembre de 1963, tema al que en ese mismo año siguieron Cosa papa, que sólo llevó al disco el propio Arolas en la que fuera su última grabación conocida, Rocca, dedicada al patriarca Santiago Rocca cuya partitura cuenta con un magnífico dibujo en la carátula realizado por el propio Arolas, y los delicados y exquisitos tangos De vuelta y media y Viborita, este último grabado por primera vez en 1920 por la Orquesta Típica Select en Nueva York, lugar donde esta agrupación comandada por Osvaldo Fresedo realizaba sus grabaciones.
En este año los días jueves se incorporaba como atracción especial a la orquesta de Carlos Warren, director de la primera agrupación dedicada al jazz en el Uruguay pero que ese día tocaba tangos, con la que actuaba en los cines Capital y Trianón y en el Parque Hotel. Allí conoció a Edgardo Donato y Roberto Zerrillo, violinistas de la agrupación. Más de veinte años más tarde, el 11 de marzo de 1942, el primero de ellos llevó al disco con su orquesta otra de las obras de Arolas, Mishiadura, probablemente escrita también en 1919.
En 1920, ya en París, compuso Alice, dedicado a la joven con la que embarcó en Buenos Aires para que lo acompañara en su estadía en el Viejo Continente. El tema fue grabado en ese mismo año por Roberto Firpo y posteriormente por Manuel Buzón con su orquesta, en una excelente versión registrada en el año 1942.
De regreso de Europa en 1921, compuso Pobre gaucho y Bataraz, ambos escritos en Uruguay, donde registró sus únicas actuaciones de ese año, siendo ambos grabados por la orquesta de Roberto Firpo.
Respecto a Bataraz, de acuerdo al testimonio de Alfonso Fogaza, quien fuera pianista de Arolas en sus actuaciones en Montevideo, fue compuesto en la misma noche que otros tres, de los que no han quedado mayores antecedentes: Pobre gaucho, Palmo a palmo y Palo errao, todos inspirados durante una fiesta realizada en la casa del doctor Paporiello en la capital uruguaya.
También a 1921 corresponde uno de sus tangos más bellos, La cachila, grabado para el sello Odeon por Roberto Firpo en ese mismo año. Con los años se sucedieron innumerables versiones, entre las que existe una verdaderamente antológica de Horacio Salgán y su orquesta, con un excepcional solo de piano del director. Las orquestas de Troilo, Di Sarli y Pugliese también han dejado magníficas versiones de este tango.
Ernié ha destacado a La cachila como la obra cumbre de Arolas, un tango que en sus propias palabras «lo tiene todo, desde una primera parte de profunda belleza a una segunda punzante, riquísima, casi desgarrante».
Los últimos años de su vida, desde 1922 a 1924, transcurrieron en París, donde formó su orquesta con músicos franceses y compuso además su obra póstuma, el tango Place Pigalle, solamente grabado por Francisco Canaro en el año 1923.
Este tango es una suerte de despedida, según surge de su amplia dedicatoria: «Amis buenos amigos y colegas Francisco, Rafael, Juan y Mario Canaro, Rafael Tuegols, Agustín Bardi, Samuel Castriota, Luis Riccardi, Ernesto Ponzio y J. Schumajer, afectuosamente».
Con solo 32 años de edad, vencido por la tuberculosis y el alcohol, falleció en el Hospital Bichat de París el 29 de septiembre de 1924.

 Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo I

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