Catunga,
como se lo conocía, había nacido en Lanús, al sur del Gran Buenos Aires, el 31
de octubre de 1911 y era hijo de Pascual Contursi, el creador de las primeras
letras de la canción ciudadana. Empero, su línea poética fue absolutamente
opuesta a la adoptada por su padre, con el que por otra parte no mantuvo una
relación familiar ni afectiva importante.
Fue uno de
los grandes poetas del tango de la denominada generación del cuarenta, década
en la que se concentra gran parte de su producción. Recibido de bachiller,
ingresó a Radio Stentor en la que se desempeñó como locutor desde 1933 hasta
1938, incursionando también en el periodismo como crítico cinematográfico, arte
por el que sentía verdadera pasión.
Precisamente
durante su desempeño en esa radio conoció a Susana Gricel Viganó, entonces una
jovencita que se transformó en el amor de su vida, plasmado en algunos de sus
poemas, tal como se comentará más adelante.
Desvinculado
laboralmente de la mencionada emisora, ingresó como funcionario al Departamento
de Meteorología, organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, empleo
que mantuvo hasta su jubilación. Con este trabajo sustentó a partir de entonces
su actividad de poeta del tango cuando esta tarea no le proveía los fondos
necesarios para satisfacer sus necesidades personales.
En la casi
totalidad de su producción, sus versos son de estilo melancólico y apasionado,
al punto tal de ser considerado por Horacio Salas como el mayor poeta
sentimental del tango. Su poesía relataba muchas veces amores truncos, a los
que pusieron música varios de los mejores compositores del género.
En 1933 dio
a conocer sus primeros versos, correspondientes al vals Tu nombre, cuya
música fue escrita por el pianista Raúl Portales Peralta. Fue estrenado en ese
mismo año por Andrés Falgás, lo que incentivó al joven poeta a generar nuevas
letras, siendo la segunda de ellas nada menos que Gricel, con el tiempo
uno de sus tantos éxitos de eterna perduración, en el que la protagonista de la
letra no es otra que la joven a la que acababa de conocer trabajando en Radio
Stentor, adonde había concurrido a saludar a las hermanas Nelly y Gori Omar,
oriundas como ella de la localidad bonaerense de Guaminí.
De todos
modos, la música recién fue escrita por Mariano Mores seis años más tarde, por
lo que el tango fue dado a conocer en 1939. En efecto, Catunga, quien recién
habría de casarse con su eterno amor en las postrimerías de su vida compartiendo
con ella sus últimos años en Capilla del Monte, había realizado un viaje a esta
localidad serrana en 1939, ocasión en la que se reencontró con Gricel. Fue así
que al regreso de ese viaje solicitó a Mariano Mores, por entonces recién
incorporado a la orquesta de Francisco Canaro, que pusiera música a los versos
de enamorado que había escrito seis años atrás.
En el
interín, su labor de poeta ya había comenzado a ser muy intensa. En 1935, con
música del violinista Domingo Manuel Varela Canto, escribió los versos del
tango ¿Para qué?, tema que Azucena Maizani llevó al disco para el sello
Odeón el 26 de mayo de ese año, acompañada por un dúo que integraban el
mencionado compositor junto con el pianista Francisco Trópoli. Al año siguiente
escribió la letra de Cofrecito, vals que cuenta con música de Joaquín
Mauricio Mora. El tema fue grabado por Francisco Canaro con su exitoso cantor
Roberto Maida.
La tarea de
Catunga con Mora como compositor prosiguió con los tangos Esclavo y Como
aquella princesa, ambos en 1937, y con Más allá en 1939. Mientras
que estas dos últimas composiciones fueron objeto de recordadas grabaciones de
la orquesta de Osvaldo Fresedo, Esclavo fue cantada por Charlo y por
Hugo Gutiérrez en audiciones irradiadas por Radio Belgrano pero no llegó nunca
al disco.
En 1938 el
binomio Mora-Contursi había dado a conocer el tango Frío, tema que no
tuvo la difusión de los anteriormente mencionados. También de los años treinta
son los versos de Otra vez, con música del bandoneonista Jorge
Fernández, que fue llevada al disco por la orquesta de Francisco Lomuto con la
voz de Jorge Omar el 9 de junio de 1938.
Miembro del
directorio de SADAIC desde el año 1940, fue a partir de entonces que comenzó su
etapa más productiva, dado que, salvo la ya recordada poesía de Gricel,
es la década del cuarenta la época que concentra a la mayoría de los versos de
sus tangos más exitosos, contando en la parte musical con los más importantes
compositores de entonces.
Así, en ese
año escribió Como dos extraños, con música de Pedro Laurenz, quien
también escribió la bella melodía de Vieja amiga. Aníbal Troilo puso
música a dieciséis versos de Catunga, entre ellos Valsecito amigo, Mi
tango triste, Toda mi vida y Garras.
Con Joaquín
Mauricio Mora nuevamente en la composición de la melodía, en 1942 dio a conocer
los versos de Al verla pasar, registrado en un disco RCA Víctor por la
orquesta de Pedro Laurenz el 1° de julio de ese año con la voz de Martín
Podestá.
Carlos Di
Sarli compuso la melodía de Verdemar y Armando Pontier las de Tabaco,
Claveles blancos, Lluvia sobre el mar y la milonga Las cosas
que me han quedado. Todos estos temas, excepto Tabaco, fueron
grabados por la orquesta que Pontier codirigía con Enrique Mario Francini. De Tabaco
existe a su vez una excelente versión de la orquesta de Miguel Caló con la voz
de Raúl Iriarte realizada para el sello Odeón en el año 1945.
El
violinista Antonio Rodio escribió la música de los tangos Y la perdí y Cosas
olvidadas, los que resultaron a la postre los dos temas más importantes en
la producción de este músico de origen italiano.
José Dames,
compositor de excelentes tangos del cuarenta, puso música a Tú,
inolvidable grabación de Troilo con Edmundo Rivero, mientras que Osvaldo
Fresedo escribió la melodía de Si de mí te has olvidado.
A Francisco
Lomuto corresponde la melodía de Sombras nada más, en tanto Alberto
Soifer compuso la música del vals Alondras que ese mismo director grabó
con el cantor Roberto Quiroga.
El
contrabajista Mario Canaro, el menor de los hermanos de Pirincho, fue el
compositor de Si de mí te has olvidado y de Quiero verte una vez más,
objeto este último de una excelente grabación de Héctor Mauré.
Al director
y compositor santafesino Raimundo Grasso pertenece la música de En este
rincón amigo, hermoso tango que Osvaldo Fresedo llevó al disco con la voz
de Ricardo Ruiz.
Charlo fue
el compositor de la melodía de Sin lágrimas, llevada al disco por la
orquesta de Osvaldo Pugliese con la voz de Roberto Chanel el 27 de mayo de
1946.
A Osmar
Maderna pertenece la melodía de La noche que te fuiste, otra de las
grabaciones de temas de Catunga que realizó Troilo, cantando en este caso
Floreal Ruiz.
En idéntica
línea que la poesía de Gricel se ubican los versos de En la capilla,
cuya música pertenece al violinista Aquiles Aguilar, integrante de la orquesta
de Francini y Pontier, formación que grabó el tema con la voz de Alberto
Podestá el 11 de mayo de 1950.
En este
tango, menos difundido pero tan bello como Gricel, Catunga vuelve a
encontrar a su amor –aunque en esta oportunidad sin mencionarla– ahora en una
capilla situada entre las serranías, muy probablemente cordobesas, sitio donde
se casaría con Gricel en 1967 y moriría seis años después.
También con
música de Aquiles Aguilar escribió los versos de Un alma buena, otra de
las recordadas grabaciones de la orquesta de Francini y Pontier con Julio Sosa
realizada el 6 de febrero de 1952.
Con Enrique
Mario Francini y Héctor Stamponi en la composición de la hermosa melodía,
escribió la poesía de Junto a tu corazón, éxito de Alberto Podestá tanto
como cantor de la orquesta de Carlos Di Sarli como en su posterior etapa de
solista, en la que grabó el tema en el año 1973 con el acompañamiento de la
orquesta dirigida por Leopoldo Federico. También Ricardo Malerba con la voz de
Alfredo Rojas dejó impreso en el disco este bello tango a través de una grabación
realizada para el sello Odeón el 27 de julio de 1942.
Mariano
Mores compuso la música de cinco de los grandes éxitos de la poesía de
Contursi: el ya mencionado Gricel, Cada vez que me recuerdes, En
esta tarde gris, Tu piel de jazmín y Cristal, todos ellos con
varias versiones discográficas.
Curiosamente,
también Catunga registró una colaboración con otro de los grandes poetas de la
generación del cuarenta. Se trata del tango Desagravio, cuyos versos
compartió con Homero Manzi y cuya música compuso Francisco Lomuto, quien lo
grabó con su orquesta y el cantor Alberto Rivera el 13 de diciembre de 1944.
Todos los
temas mencionados hasta aquí fueron creados en la década del cuarenta,
consolidando a Contursi como uno de los poetas principales de esa época dorada
del tango. Ya hacia el final de los años cincuenta, escribió la letra de A
mí no me hablen de tango, con música del pianista Juan José Paz. Este tango
fue grabado por Aníbal Troilo con la voz de Roberto Goyeneche en 1963, y
también por Miguel Montero como solista en noviembre de 1960, acompañado por la
orquesta dirigida por Oscar Castagniaro.
La letra de
este último tango, quizá por encontrarse alejada en el tiempo respecto a su
producción principal, ya no tiene como eje el romanticismo y la melancolía,
sino una nostalgia que predomina en todo su desarrollo. Sin embargo, esta es
una excepción que confirma la regla: en la obra de Catunga, quien registró más
de un centenar de títulos en SADAIC, prevalece una línea poética única donde el
romanticismo y la melancolía son constantes.
Ernesto
Goldar, quien analizó los versos más difundidos de Contursi en el tomo 19 de la
Historia del Tango publicada por Editorial Corregidor, escribió que para
Contursi “la romantización no es la vida, es la negación de ella. Para él, la
belleza y lo natural son inaccesibles”. Además, señala que el poeta se siente
aislado porque “todo se interpone entre él y la felicidad”.
En su
extensa y profunda caracterización de la poesía de Contursi, Goldar también lo
describe como un romántico tardío, centrado en el amor como su principal
preocupación. Su espíritu, según Goldar, “está atento a los pedidos del alma y
escucha, pálido y consumido de pesares, el rezongo de sus sentimientos”.
El análisis
de Goldar concluye con la idea de que “el discurso poético de Contursi oscila
entre un conservadorismo nostálgico y un innegable progresismo, derivado de
acusar al destino, de concebir la realidad como una elegía y la condición
humana como una serie de pasajes tormentosos y aciagos”.
Además de su
intensa actividad como poeta y su labor gremial iniciada en SADAIC en 1940
—labor que solo abandonaría cuando se radicó en las sierras cordobesas
veintiséis años después—, en 1952 Catunga colaboró con Francisco García Jiménez
en la redacción del guion para la película Mi noche triste, basada en la
biografía de su padre, Pascual Contursi, y dirigida por Lucas Demare. Con este
trabajo, cumplió otra de sus grandes pasiones, la de producir para el cine.
Asimismo, como él mismo reconoció, reconstruir la vida de su padre le permitió
reconciliarse póstumamente con él, comprendiendo aspectos de su vida que en su
momento le habían resultado incomprensibles.
Jubilado en
el Ministerio de Agricultura en 1965, Catunga se radicó en Capilla del Monte,
donde vivió sus últimos años. Finalmente, tras una larga enfermedad, falleció
el 12 de mayo de 1972, casi seis meses antes de cumplir los 61 años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
biografia jose maria
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