Homero Manzi - Biografía

 


Homero Nicolás Manzione, tal su verdadero nombre fue uno de los máximos poetas del tango, constituyéndose en una figura paradigmática de las letras del cuarenta, la que por otra parte fue la que correspondió a la última etapa de su vida, sin perjuicio de su importante producción anterior a esa década.

Nacido en Añatuya, provincia de Santiago del Estero, el 1° de noviembre de 1907, sexto de un total de nueve hermanos, a comienzos de 1912 la familia se trasladó a la ciudad de Buenos Aires, en cuyo barrio de Boedo se radicó.

Escribió sus primeros versos cuando estaba internado como pupilo en el colegio Luppi, en el barrio de Pompeya, etapa que abarcó entre sus trece y dieciséis años de edad.

A los quince años, Manzi escribió su primera letra para una composición musical, el vals Por qué no me besas, con música del bandoneonista Francisco Caso, tema que mucho tiempo después —el 13 de octubre de 1950, es decir meses antes de la muerte de Manzi— fue grabado por Edgardo Donato y su orquesta con la voz de Adolfo Rivas.

A esos versos, siguieron poco después los del tango Déjenme solo, con música de Antonio Roganti, y el vals A su memoria, con música de Antonio Sureda, el que fue objeto de varias grabaciones, como por ejemplo las de las orquestas de Osmar Maderna y de Alfredo De Ángelis, ambas en la segunda mitad de los años cuarenta.

En el año 1926, escribió la primera de sus letras que alcanzó enorme repercusión: se trató de Viejo ciego, originalmente titulado El ciego del violín, versos que presentó en un concurso organizado por la revista El Alma que Canta, retirándolo sin embargo del mismo, a fin de que Sebastián Piana y Cátulo Castillo le pusiesen de inmediato la música. Viejo ciego fue grabado por numerosos intérpretes, luego de la primera grabación efectuada por Charlo, con la orquesta de Francisco Canaro, para el sello Odeon en 1928.

También en 1926, inició sus estudios, que no concluyó, en la Facultad de Derecho, y al mismo tiempo comenzó una intensa actividad política en el Partido Radical, encolumnándose también en una férrea defensa de la Reforma Universitaria de 1918.

Su militancia lo llevó a la cárcel el 11 de febrero de 1931, es decir poco después del golpe militar del 6 de septiembre del año anterior, permaneciendo en situación de preso e incomunicado durante un período de aproximadamente dos meses.

Expulsado de la Universidad y de sus cátedras en colegios secundarios, sobrevino para Manzi una etapa muy difícil.

Ya por entonces se había casado con Casilda Iñiguez, con quien en 1933 tuvo a su único hijo, «Acho», por lo que decidió encarar su subsistencia a través de la emisión de algunas revistas de corta duración.

Por entonces, entre 1931 y 1934 registró los versos de dieciséis temas, entre los cuales se encuentran algunos de enorme trascendencia, como Milonga sentimental, Esquinas porteñas y El pescante.

Tras el fallecimiento de Hipólito Yrigoyen producido el 3 de julio de 1933, Manzi, junto con otro dirigentes radicales opositores a la conducción del partido ejercida por Marcelo Torcuato de Alvear, formaron a mediados de 1935 el grupo forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), del que fue designado primer presidente Arturo Jauretche, uno de los radicales que a comienzos de 1933 había participado en el intento de revolución que bajo la conducción del coronel Pomar llevó a cabo ese partido en la provincia de Corrientes.

En 1935, formó un quinteto musical denominado Los Cinco Ases Peteco, en alusión a la marca del producto que auspició en las presentaciones del conjunto en radio Stentor.

El quinteto estaba integrado por los bandoneonistas Carlos Marcucci, Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Ciriaco Ortiz; con Sebastián Piana, en el piano. Manzi se desempeñaba como presentador del mismo, escribiendo a tal fin glosas que fueron de enorme aceptación y para muchos el punto de partida de su reconocimiento popular.

En los años siguientes, entre 1935 y 1940, la producción de letras de tangos por parte de Manzi fue muy intensa.

Corresponde a este lustro, Monte criollo, con música de Francisco Pracánico, cantado en la película de ese título por Azucena Maizani, la que fuera estrenada el 22 de mayo de 1935.

También se incluye en su extensa producción de esos años, títulos como Muchacho de cafetín y El vals de los recuerdos, ambos también con música de Pracánico, magníficamente grabados por Hugo del Carril en su breve etapa de cantor de la orquesta de Edgardo Donato; Quinta edición, con música de Sebastián Piana, que fuera editado en versión solamente instrumental por la Orquesta Típica Victor, el 24 de febrero de 1937, y Abandono, con música de Pedro Mafia.

De este mismo año, son sus versos para el tango Canto de ausencia, con música de la cancionista Maruja Pacheco Huergo, y la milonga Campo afuera, cuya melodía corresponde al pianista Rodolfo Biagi, quien la llevó al disco en una recordada interpretación.

En 1938, y luego de un viaje realizado a su provincia natal, afectada por una grave sequía, decidió renunciar a su afiliación al Partido Radical, porque entendía que la agrupación se había alejado de los principios que habían inspirado su creación treinta y ocho años antes.

El 20 de febrero de 1939 sufrió la pérdida de su padre, don Luis Manzione.

A fines de ese año, ejerció el periodismo cinematográfico en el diario El Sol, de efímera existencia, actividad que había ejercicio también años atrás en la revista Micrófono.

Su intensa actividad se extendió también a la producción de guiones cinematográficos, ocupación que inició en 1937, cuando junto con Hugo Mac Dougall realizó la adaptación de un viejo film de 1915, titulado Nobleza gaucha.

En 1940, escribió el guión de la película Confesión, inspirada en el tango del mismo título de Discépolo y Amadori y también en ese mismo año inició su etapa de colaboración con Ulises Petit de Murat en la elaboración de otros guiones cinematográficos, producción que desarrollaron en común hasta el año 1947.

Entre otros, ambos escribieron los libros de las películas Con el dedo en el gatillo (1940), Fortín Alto (1941), El viejo Hucha (estrenada el 29 de abril de 1942), en la que Lucio Demare con su orquesta y la voz de Juan Carlos Miranda, interpreta el tango Malena, que había sido estrenado pocos meses antes, y La guerra gaucha, film dado a conocer el 20 de noviembre de ese mismo año 1942, reconocido por la crítica como la mejor película argentina de la época.

También se recuerdan Su mejor alumno, basada en La vida de Dominguito, un clásico de Domingo Faustino Sarmiento, y Pampa Bárbara, de 1943 y 1944, respectivamente.

A partir de 1941, se afianzó su amistad con Aníbal Troilo, quien en ese año grabó cuatro temas con letras de Manzi: Malena, Papá Baltasar, Fueye y Barrio de tango, versos en los que Homero recuerda a uno de sus amores juveniles, Juana la Rubia, es decir Juana Rubino, una joven muy bella del barrio de Pompeya.

Los años 1941 a 1946, últimos de su vida en plenitud física, fueron nuevamente muy intensos en la producción de letras de tango, alcanzando en ese lapso un total de ochenta y cinco títulos.

De este lustro son, además de los cuatro temas grabados por Troilo mencionados anteriormente, otros grandes aciertos como Fuimos, Fruta amarga, Mañana zarpa un barco, De barro, Ninguna, Recién, Torrente, Cornetín, Tal vez será su voz (originalmente Tal vez será mi alcohol), Tango, Mi taza de café, Bandoneón amigo y Ronda de ases, estos dos últimos sus únicas producciones con música de Osvaldo Fresedo.

También en la primera mitad de la década del cuarenta escribió en colaboración con otro de los grandes poetas de nuestro tango, José María Contursi, la letra del tango Desagravio, con música de Francisco Lomuto.

Esta coautoría merece ser destacada porque constituye la única en la producción de ambos poetas.

De estos años, provienen asimismo Tu desprecio, tango con música de Edgardo Donato grabó con su orquesta y la voz de Adolfo Rivas el 26 de diciembre de 1950, y varias colaboraciones con el bandoneonista Félix Lipesker, para cuyas composiciones Manzi escribió los versos de los tangos Alba, Muchacha y Pajarito, como asimismo de la milonga Arrabal, en la que Homero propuso una luna amarilla caminando en puntillas sobre los techos de las casitas bajas del barrio.

También con música de Lipesker, escribió las letras de los valses Más allá, Tu nombre y el muy difundido Romántica, grabado entre otros por Julio Sosa y por Enrique Campos.

A una melodía de Mariano Mores y Francisco Canaro le puso los versos conformando Déjame, no quiero verte nunca más y con unos acordes del primero de los mencionados inscribió Una lágrima tuya.

Un caso que refiere una mención especial es el de la letra del tango Manoblanca, escrita para una melodía que el legendario clarinetista Antonio De Bassi había compuesto muchos años antes con letra de Carlos Schaeffer Gallo bajo el título El romántico fulero.

Con su letra original, el tema había sido grabado por Azucena Maizani acompañada por la orquesta de Francisco Canaro en 1925, y por esta misma orquesta en forma instrumental en el año siguiente.

Manzi, a fines de 1941, escribió sobre la misma melodía una nueva poesía, pasando a denominarse a partir de entonces Manoblanca, del que existe una impecable grabación de Ángel D’ Agostino y Ángel Vargas realizada el 9 de marzo de 1944.

De todos modos, Roberto Gutiérrez Miglio destaca que la vieja letra de Schaeffer Gallo es también muy valiosa, tanto por el contenido de su desenfadado y preciso léxico lunfardo como por su valor histórico, con directas referencias al presidente Marcelo T. de Alvear y a un pintoresco personaje de la época, Ton Mix, relatadas en un espontáneo lenguaje, apreciable a todo lo largo de los versos.

Para el logro de la notable creatividad de Manzi en la década del cuarenta y hasta la detección de su enfermedad a fines de 1946, Horacio Salas en su excelente biografía sobre este autor señala que «han confluido diversas circunstancias, las que en conjunto coadyuvaron en esa producción: era el momento de mayor esplendor en la historia del tango, contaba con la enorme capacidad y calidad de los compositores de las melodías, la ya referida amistad con Troilo a partir de 1941, cuya orquesta convirtió en éxito a varios de esos tangos y finalmente, la incidencia en algunas de sus producciones, de la relación sentimental que iniciara en 1938 con la cancionista Nelly Omar, siendo ejemplo paradigmático al respecto la letra de Solamente ella, tango cuya melodía compuso Lucio Demare, quien lo llevó al disco con su orquesta y la voz de Horacio Quintana».

En realidad, se trata de una época de intensa actividad en todos los aspectos de la vida de Manzi.

Además de estos tangos, produjo los libros cinematográficos con Ulises Petit de Murat, que ya se han reseñado anteriormente, y también, con este escritor estrenó el 7 de marzo de 1945 en el teatro Odeon la pieza La novia de arena que narra el drama de Elisa Brown, hija del almirante Guillermo Brown.

Por otra parte, prosiguió su labor como periodista e incluso escribió glosas para audiciones radiales.

Comenzó luego la última etapa de su vida, cuyo inicio puede identificarse a partir del advenimiento 1947, teniendo en cuenta que a fines del mes de diciembre del año anterior, le fue diagnosticado un cáncer de colon que puso fin a la vida en plenitud que hasta entonces llevara.

A estos últimos años de su existencia, signados por los sinsabores y los avatares propios de su enfermedad, corresponden las letras de Sur, probablemente su obra máxima, tema que junto con el vals Romance de barrio y el tango Che bandoneón, constituyen sus grandes creaciones de esta etapa con Aníbal Troilo, El último organito, con música de su hijo Acho, Eufemio Pizarro, Oro y plata, Recordando y Una lágrima tuya.

Finalmente, ya en su lecho de muerte escribió sus dos tangos postreros: Discepolín, versos a los que en la misma noche de su creación agregó Troilo otras de sus grandes melodías, y Sosteniendo recuerdos, escrito ya en sus días finales, en los que incluye una dramática despedida: inmerso en versos de tinte campero que seguramente refieren a los primeros años de su vida en Santiago del Estero, el final de la segunda estrofa detalla: «Sólo quedan tus huesos/ sosteniendo recuerdos/ y sobando correas/ y esperando el final».

Desde que se diagnosticó su mal, fue sometido a no menos de seis operaciones, pese a lo cual codirigió con Raph Pappier dos películas: en 1948 Pobre mi madre querida y pocos meses antes de morir El último payador, cuyo guión escribió, sobre la base de una versión libre de la vida de José Betinotti, actuando en el rol protagónico Hugo del Carril, además de Lito Bayardo, en la que fuera la única incursión como actor cinematográfico de este celebrado autor y compositor rosarino.

Pappier a su vez, dirigió Escuela de campeones, sobre guión de Manzi, quien por su estado de salud ya no pudo participar en la dirección, como estaba previsto. El libro cuenta la historia del club Alumni, pionero del futbol en la Argentina.

Finalmente, no puede soslayarse el recuerdo de la actividad gremial de Manzi, plasmada a través de su actuación en SADAIC, entidad en la que participó activamente desde su fundación el 9 de junio de 1936.

Comenzó a ocupar cargos directivos desde febrero de 1938, realizando en 1944 un viaje por Latinoamérica, junto con Enrique Santos Discépolo y Mario Bernard, con el fin de impulsar la creación de sociedades similares en todos los países que visitaron.

Designado luego vicepresidente de la sociedad, resignó el cargo recién cuando su enfermedad le impidió definitivamente ejercer en forma adecuada esas funciones.

Lo mismo aconteció con su cargo de presidente del Consejo Panamericano de la Confederación internacional de Sociedades de Autores, para el que fuera designado en 1950, y que en los últimos meses de su vida debió transferir al vicepresidente, su entrañable amigo Cátulo Castillo.

La larga agonía de esta figura insoslayable de la cultura nacional culminó con su fallecimiento el 3 de mayo de 1951, a los 43 años de edad.

Esa misma noche su entrañable amigo Aníbal Troilo escribió la melodía de Responso, probablemente la obra cumbre de la excepcional producción de Pichuco.

 

Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II

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