Bandoneonista, guitarrista y cantor nacido el 3 de febrero de 1886 o de 1888 — dado que no existe unanimidad respecto al año entre los distintos historiadores del género—, en el barrio de Concepción de la ciudad de Buenos Aires, si bien luego pasó toda su vida en el barrio de San Cristóbal.
Siendo aún un niño, en 1898 comenzó tocando una concertina de 47 notas, ejecutando también en sus comienzos la flauta, para dedicarse luego a la guitarra y el armonio, instrumento con el que a su vez componía.
En todos los casos, como ocurriría luego con el bandoneón, estudió solo, sin maestro alguno y basándose especialmente en su propia intuición.
Antes de transformarse en una figura preponderante de la década del diez, se presentó alrededor del año 1906 en una casa de baile de San Pedro, lugar donde se relacionó con experimentados ejecutantes de la época que le ayudaron a perfeccionar su técnica.
Estaban, entre ellos, Prudencio Aragón (el Jhony), Ernesto Zambonini (el Rengo) y el violinista Juan Borguessi.
Allí, una noche sufrió un grave accidente al caerse el palco en el que actuaba la orquesta, a consecuencias del cual resultó con problemas en los riñones y con una renguera que lo afectó para el resto de su vida. Tras reponerse luego de varios meses de inactividad, regresó a Buenos Aires debutando en el café La Turca, ubicado en la calle Necochea del barrio de La Boca, del que pasó a actuar en el famoso café El Griego, también de La Boca, donde comenzó a presentarse en el año 1907 integrando un trío en el que también estaba un hermano suyo.
En este café, permaneció durante tres años, pasando a continuación a actuar por primera vez en el centro de la ciudad, presentándose en el café El Estribo, con un conjunto que integraban Greco y Lorenzo Lavissier, en bandoneones; Francisco Canaro y Juan Abbate, en violines; Prudencio Aragón, en piano, y Vicente Pecci, en flauta.
El enorme éxito obtenido en estas actuaciones dio lugar a que en el año 1911 el conjunto fuera contratado para actuar en el salón La Argentina, conocido como Rodríguez Peña, porque estaba ubicado en esa calle.
En ese local, ese mismo año estrenó su célebre tema Rodríguez Peña, que según algunos historiadores constituyó desde la misma noche de su estreno, la llave que abrió la puerta del centro al tango.
Su conjunto fue el primero que llegó al disco en grabaciones realizadas en el país, dado que antes ellas debían efectuarse en Estados Unidos o en Francia.
Ese primer registro en Argentina se realizó en el año 1911 en un disco doble faz para el sello Columbia Record, integrando el conjunto la misma formación que actuaba en El Estribo, más el agregado de su hermano Domingo Greco, en guitarra.
También, fue su conjunto el primero que actuó en teatro. El hecho aconteció con motivo de los bailes de carnaval de 1914 en el teatro Nacional Norte, que se ubicaba en Santa Fe 1860 y constituyó el comienzo de una fuente laboral de insospechada importancia para los intérpretes del dos por cuatro.
Estos dos hitos en la historia del tango, agregados a otros muchos méritos que se reconocen a Greco respecto de su labor a favor de la evolución y el desarrollo del género que abrazó desde niño, lo ubican en un lugar preponderante entre sus hacedores.
Fue él por ejemplo, quien impuso al bandoneón como instrumento nacional, sustituyendo a las bandas que hasta entonces actuaban en los bailes y los teatros de la época, y quien, a través de su célebre composición mencionada anteriormente, permitió que el tango sea aceptado por los sectores más aristocráticos de la sociedad de la época.
El estilo de la orquesta de Greco era fundamentalmente respetuoso del ritmo original del tango, si bien realizaba una ejecución más ligada y por lo tanto menos rápida que la que fuera habitual a fines del siglo xix. Dados sus escasos conocimientos musicales, sus composiciones eran escritas por otros músicos, como pasara también con Arolas, en sus comienzos, y con José Martínez, durante toda su trayectoria.
Así, el primer tango compuesto por Greco, titulado El morochito, fue pasado al pentagrama por Carlos Geroni, por entonces precoz violinista y luego pianista, conocido posteriormente como Carlos Vicente Geroni Flores.
Surgieron luego de la inspiración de Greco cronológicamente los temas Muela cariada, María Angélica, La Infanta (dedicado a la soberana española presente en el país con motivo de las Fiestas del Centenario, en 1910), Popoff, Kiki, Saladillo, Chicotazo, El garrotazo, Montaraz, La viruta, Ojos negros, El cuzquito, Racing Club, Argentina, La percanta está triste, El flete, El pibe, Los soñadores, Tiene la palabra (tango dedicado al por entonces joven diputado Alfredo Palacios), El anatomista, El eléctrico, El perverso, Estoy penando, Qué nene, Noche brava, Barba de choclo, La regadera, Pachequito (dedicado al autor teatral Carlos Mauricio Pacheco, esposo de Felicia Ilarregui, destinataria a su vez del tango Felicia de Enrique Saborido), El estribo, El mejicano, El pato de la Z, De raza, Zazá, La milonguera, La paica, Pueyrredón, Criollo viejo, La gauchita y algunos más.
Se destacan en este detalle de las composiciones de Greco algunas que han alcanzado verdadera celebridad, constituyéndose en auténticos hitos del género.
Tales son los casos de Ojos negros, uno de las melodías más bellas entre las de los tangos instrumentales, objeto de muchísimas grabaciones, algunas de ellas verdaderamente maravillosas, como por ejemplo la de Aníbal Troilo y su orquesta o la de Astor Piazzolla con su gran orquesta del año 1967; Racing Club, bellísima composición de la que es insoslayable la mención de la grabación que de ella hizo la orquesta de Alfredo Gobbi, el 13 de octubre de 1949; El flete, tema que muchos años más tarde sería la primera grabación de la orquesta de Héctor Varela, realizada para el sello Odeon el 9 de junio de 1950; La viruta, tema que también fue la primera grabación, en este caso para la orquesta de Alfredo Gobbi, con el sello RCA Victor, el 16 de mayo de 1947, y el ya comentado Rodríguez Peña, homenaje al local donde cosechó sus mayores éxitos.
Sus otras composiciones, aunque mucho menos difundidas que estos cinco referentes máximos de su obra para el género, reflejan en todos los casos el nivel de calidad que ha destacado a su producción.
Con relación a Ojos negros, reconocido entre los instrumentales más bellos del género, cabe recordar que posee una letra escrita por Julián Porteño, existiendo una versión realizada el 24 de mayo de 1951 para el sello RCA Victor por la orquesta de Alberto Mancione cantada por Jorge Ledesma.
En ella, queda claro por qué en la inmensa mayoría de las grabaciones del tema se ha preferido destacar sólo la belleza de la melodía, obviando la trivialidad de una letra demasiado alejada de la calidad de aquélla.
Se sabe, además, que compuso un tango con letra de Evaristo Carriego, que llegó a interpretarse pero del que lamentablemente nunca pudo rescatarse su pentagrama y su poesía.
Como consecuencia de una uremia, la que se supone originada en el ya recordado accidente sufrido a comienzos de su actividad artística, falleció el 5 de octubre de 1924, a los 36 ó 38 años de edad, según cual sea el año que realmente corresponda a su nacimiento.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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