Pianista,
director, compositor y arreglador nacido en
la ciudad de Bahía
Blanca el 7 de enero de 1903. Bautizado
como Cayetano Di Sarli, cambió su nombre de pila por
el de Carlos en los albores mismos de su actividad.
Junto
con su hermano menor Roque, comenzaron sus estudios de piano con un sacerdote
de su barrio
natal, para luego perfeccionarlos, como también lo hiciera por esa misma época
Juan Carlos Cobián, en
la filial bahiense del
Conservatorio Williams.
De
niño, sufrió un accidente en la armería propiedad de su padre, a
causa del cual sufrió la pérdida de la visión de uno de sus ojos. Desde entonces
utilizó
invariablemente unos anteojos oscuros tendientes a ocultar las huellas visibles
de esa lesión, los que pasaron a
formar una parte imborrable de su
imagen y de su
personalidad.
Sus
inicios profesionales fueron en Santa Rosa, capital de la actual provincia de
La Pampa, en la que acompañó con
su piano películas mudas en
un cine propiedad de
Mario Manara, antiguo amigo de su
padre. Fue en esta oportunidad en la que comenzó a utilizar
el nombre de Carlos.
Carlos,
permaneció en la capital pampeana entre 1916 y 1918, para en 1919
retornar a Bahía Blanca, donde formó una pequeña orquesta en la que tocaba el
piano alternándose con su hermano Roque o bien ejecutando el
instrumento a cuatro manos con éste.
En
ese año del regreso a su ciudad natal compuso su primer tango, al que
tituló Meditación.
La
pequeña agrupación formada con su hermano
actuó con señalado éxito en el Café Express durante dos años, y en 1921 pasó a hacerlo en el Café Moka, también en la
ciudad natal de los hermanos Di Sarli, realizando también giras por las
provincias de Mendoza, La Pampa, Córdoba,
San Juan y Salta.
En
1923 viajó a Buenos Aires acompañando por otro de sus hermanos. Éste, llamado Nicolás y mayor que él, había decidido seguir su carrera de barítono en capital.
Carlos por su parte inició sus actividades en su nueva
ciudad de residencia tocando el
piano en cafés y bares
de ínfima categoría, hasta que comenzó a actuar en el Teatro Politeama como
acompañante de su hermano Nicolás y de los tenores De Ángelis, De Francheschi y
Tito Russomano. Este último, de aquilatada trayectoria, era hermano de su
madre.
Otro
pariente de su madre, en este caso un primo, era el compositor Albérico
Spátola, destacado ya en el ambiente tanguero por su tango El trece, compuesto
en oportunidad de llegarse al año 1913 además de otros posteriores cuyos
títulos referenciaban a los años que siguieron a aquel. Spátola,
muy impresionado por las
condiciones
pianísticas de Carlos, lo vinculó a Anselmo Aieta, a cuya orquesta se incorporó
para actuar en el cine teatro San Martín del barrio de Flores.
Ya
en 1924 ingresó a la orquesta del violinista Juan Pedro Castillo, con quien
actuó en el restaurante El
Tráfico, el café Germinal y el cabaret
Casino Pigall.
Pasó
luego a integrar un trío conducido por Alejandro Scarpino, y simultáneamente
integró un sexteto que se presentaba en el cabaret Chantecler, el famoso
local de la calle Paraná.
Su
vinculación con el violinista
de origen uruguayo José Pécora fue el nexo para incorporarse luego a la
orquesta de Osvaldo Fresedo, de cuya agrupación Pécora era músico
suplente. Con Fresedo, Di Sarli debutó en el
teatro Fénix, en presentaciones que se prolongaron por dos meses.
A
partir de ahí nació una amistad entre ambos que perduró hasta el fin de los
días del pianista, quien dedicó al Pibe de La Paternal el tango Milonguero
viejo, exitosa composición instrumental grabada por
muchas orquesta del género.
Terminada
su actuación en el teatro Fénix Di Sarli
decidió encarar la formación de su propio conjunto, conformando un sexteto que actuó durante cuatro meses en un cabaret del
barrio de la Boca, para hacerlo en el año 1927 en el
café Guaraní, ubicado en el centro porteño.
A
todo esto, su primera composición, el
mencionado tango Meditación,
ya registraba tres grabaciones: las de las orquestas de Juan Maglio y Osvaldo
Fresedo, realizadas durante el
año anterior y la de Francisco Canaro, en ese mismo año
1927.
Este
año fue de intensa
actividad para el músico llegado tres años antes de Bahía Blanca, dado que
también actuó en la inauguración del cine Renacimiento y debutó en LR10
Radio Cultura.
En
1928 el sexteto debutó en el
disco, grabando para RCA Victor veinte y tres temas en un
año, cifra muy elevada para entonces.
Sus
primeras grabaciones fueron las de los tangos T.B.C. de Edgardo Donato y La guitarrita, el tango que Eduardo Arolas dedicara a Mario
Pardo.
En
1929 el sexteto actuó en el
cabaret Follies
Bergere, contando por entonces
el pianista y director
con la colaboración de Adolfo Musí y Héctor Lefalle en violines, César Guinzo y Tito Landó en bandoneones y Domingo
Capurro en contrabajo.
Demolido
ese local poco después con motivo de las obras de ampliación de la calle Cerrito
para transformarla en la avenida 9 de Julio, el sexteto
actuó en un local de Flores y en
un balneario de
Vicente López, contando desde el 20 de octubre de ese mismo año con la
incorporación del violinista Roberto Guisado en reemplazo de Muzzi. Guisado
integró desde entonces todas las agrupaciones de Di Sarli hasta
comienzos de 1956.
Además,
1929 fue el año
en el que incorporó los primeros cantores
para sus grabaciones, comenzando con Santiago
Devín, a quien de inmediato siguieron
Ernesto Famá y Fernando Díaz.
También
Roberto Dierene, aún cuando
no figuró en la
etiqueta de los discos, participó en
algunas de aquellas primeras grabaciones, señalando algunos historiadores del género que de este cantor es la voz que se escucha en la
versión de Soy una fiera.
En
1930 ingresó al sexteto
Juan Otero como segundo bandoneón, pasando
a ser Landó el primero
de esa fila en reemplazó
de Guinzo que se desvinculó
del conjunto y en 1931, luego de una estadía de varios meses en su ciudad natal en los que no desarrolló actividad
artística, Di Sarli regresó a la Capital a
fin de retomar la
dirección de su sexteto, ahora con Roberto Gianitelli en
la filade bandoneones en reemplazo de Tito Landó.
En
este mismo año, aún cuando no apareció
en la etiqueta de los discos por una razón de índole comercial, el
sexteto acompañó a la
cancionista Mercedes
Carné en grabaciones para el sello Brunswick.
1931
fue el último año de registros discográficos del conjunto, quien salvo esta
última participación en otro sello, formaba parte del catálogo de RCA Victor.
En
1932 Antonio Rodríguez Lesende ingresó como primer cantor estable del conjunto
y en ese mismo año el sexteto se incorporó al elenco del café el Nacional, contando
además del mencionado vocalista, con el joven Roberto Arrieta, por entonces de
tan solo 17 años. También durante este año se presentaron en el Casino Pigall,
en actuaciones que se prolongaron hasta mediados de 1933, oportunidad en la que
se incorporó el bandoneonista Félix Verdi, otro de los músicos que a lo largo
de los años quedó más consustanciado con la trayectoria de Di Sarli como
director.
En
1934 el sexteto animó los bailes de carnaval realizados en el cine Güemes y
luego, inesperadamente, durante el resto de ese año y todo el siguiente, Di
Sarli se radicó en Rosario, donde integró un trío que realizó giras por el sur
del país. De todos modos, en estos dos años, viajó aperiódicamente
a Buenos Aires a fin de actuar en forma ocasional como pianista de las orquestas
de Juan D'Arienzo y Juan Canaro.
Su
retorno definitivo a Buenos Aires se produjo en 1936, siendo convocado por
Argentina Sono Films para musicalizar la película Loco lindo, dirigida
por Arturo Mom y protagonizada por Luis Sandrini. Para este film escribió dos
temas: Canción de ausencia y Loco lindo, a los que puso letra
Conrado Nalé Roxo.
A
mediados de ese mismo año el sexteto fue contratado para actuar en el Moulin
Rouge, incorporando entonces al violinista Daniel Goicoechea en reemplazo
de Lefalle. También ingresó el cantor Ignacio Murillo, que al igual que el
mencionado violinista, provenía de la orquesta de Roque, el hermano menor de Di
Sarli.
En
1937 el sexteto actuó en los bailes de carnaval de Lanús. Simultáneamente, Di
Sarli reemplazó a Juan Carlos Cobián en el denominado Trío Número 1.
Completaban este conjunto Ciriaco Ortiz en bandoneón y Cayetano Puglisi en
violín y con ellos se presentó en LRl Radio El Mundo con excelente repercusión
en el público.
Poco
después se produjo el gran salto cuantitativo y cualitativo del sexteto, cuando
ante el advenimiento del movimiento que daría lugar a la histórica década del
cuarenta, Di Sarli comprendió que debía incrementar el número de componentes de
su agrupación, y así con el agregado de dos músicos más formó la orquesta que
dirigiría hasta el final de esa década.
Integraban
la primera formación de la orquesta, a la que Di Sarli dirigió siempre desde su
piano, Roberto Guisado, Ángel Goicochea y Adolfo Pérez en violines, Roberto
Gianitelli, Domingo Sánchez y Alberto Mititieri en bandoneones, Domingo Capurro
en contrabajo y un jovencito de 17 años, Roberto Rufino como cantor. A partir
de 1940 se agregaron a la orquesta el violinista Antonio Rossi y los
bandoneonistas Luis y Carlos Porcellana.
El
1° de enero de 1939 la flamante agrupación debutó ante los micrófonos de Radio
El Mundo, y el 11 de diciembre de ese mismo año volvió a grabar en los estudios
del sello RCA, de los que Di Sarli estaba ausente desde ocho años atrás. Ese
día la orquesta dejó registrados los tangos Retirao,en versión
instrumental, y Corazón,cantado por Rufino. Comenzó así una etapa que se
extendería por casi diez años, durante la cual registró en el sello RCA Victor
ciento cincuenta y ocho grabaciones, siendo las últimas las realizadas el 22 de
junio de 1948, día en el que con los tangos La novia del mar de José
Rainieri y Horacio Sanguinetti, cantado por Oscar Serpa y Los 33 orientales,
instrumental perteneciente a Alfredo Mazzeo y José Felipetti, Di Sarli se
despidió nuevamente por unos años de este sello grabador.
Durante
ese período la orquesta actuó todos esos años en el cabaret Marabú, luego de
haber inaugurado la temporada de ese local en 1940, mientras que a partir de
1941 se presentó ininterrumpidamente por Radio El Mundo. Era habitual además
que durante los fines de semana la agrupación animara los bailes que por
entonces se realizaban en clubes de barrio.
En
1940 Rufino se retiró por unos meses de la orquesta, siendo reemplazado por
Antonio Rodríguez Lesende y Agustín Volpe, quienes al regresar aquél se
desvincularon de la misma.
En
1941 ingresó por también por un breve período Carlos Acuña, y al retirarse éste
a comienzos de 1942 lo reemplazó Alberto Podestá. El por entonces muy joven
cantor sanjuanino en 1943 y hasta marzo de 1944 se retiró transitoriamente de
la formación a fin de actuar en las orquestas de Miguel Caló y Pedro Laurenz,
retornando con Di Sarli en este último mes, en una nueva y breve etapa que se
extendió sólo hasta fines de ese
mismo año 1944, cuando
dejó nuevamente al maestro de Bahía Blanca ..
Como
a su vez Rufino se había desvinculado de la orquesta a fines de 1943, luego de
grabar el 17 de diciembre de ese año los tangos Ésta noche de luna y Boedo
y San Juan, de lo reseñado anteriormente resulta que este cantor fue el
único vocalista con el que contó Di Sarli en 1943, quien desde enero a marzo de
1944 no tuvo vocalistas y durante el resto de este último año fue Alberto
Podestá el que único que desempeñó este rol.
El
1° de enero de 1945,
desvinculado Podestá la orquesta inauguró las audiciones de ese año en Radio El
Mundo debutando en ella como cantor Jorge Durán. Los músicos eran por entonces
Roberto Guisado, Antonio Rossi Ángel Goicochea y Adolfo Pérez en violines,
FélixVerdi, Roberto Gyanitelli, Luis Porcellana, Domingo Sánchez y Alberto
Mititieri en bandoneones, mientras que Domingo Capurro, quien colaboró con Di
Sarli como contrabajista desde 1927, fue reemplazado por Hamlet Greco, con el
tiempo uno de los más destacados ejecutantes
de este instrumento,
tanto del tango como de la música clásica.
Durán
permaneció en la orquesta hasta 1947, año en
el que luego de grabar
Otra vez carnaval
y la milonga Pueblera
el 14 de enero, se desvinculó de la misma,
ingresando por tercera vez Alberto Podestá, quien ahora provenía de la orquesta
de Francini Pontier.
En
esta oportunidad Podestá grabó seis temas más, retirándose ahora si
definitivamente a mediados de 1948, ingresando en su
lugar Osear Serpa, quien venía de desarrollar una extensa y exitosa trayectoria
desde comienzos de esta
década en la
orquesta de Osvaldo Fresedo.
Serpa
grabó en esta etapa de su participación en
la agrupación de Di
Sarli sólo un tema, el ya mencionado
La novia del mar, porque a fines de ese año Di Sarli disolvió su
orquesta y se retiró temporariamente de la actividad, a la que regresaría
recién en el año 1951. El 16 de marzo de este año,
en un estudio mayor de Radio El Mundo colmado de espectadores, se produjo el triunfal
retorno del maestro y su nueva agrupación.
Ahora
estaban en ella Simón Bajour, eximio violinista de sólida formación dásica, quien para sus actuaciones en el tango utilizaba el seudónimo de Tito
Simón, junto con Roberto Guisado, Bernardo Weber, Ángel Goicochea, Claudia
González y Adolfo Pérez en la fila de violines, Félix Verdi, Ángel Ramos, Luis
Masturini y Juan Carlos Mattino en
bandoneones, mientras
que Hamlet Greco continuó como contrabajista, aunque poco después fue
reemplazado por Alfredo Sciarreta. Di Sarli siguió desempeñándose como
director, pianista y encargado de los arreglos musicales.
Los
cantores fueron Osear Serpa, quien así
también retomó su
tarea con Di Sarli, y Mario Pomar, hasta entonces
conocido por su
verdadero nombre, Mario Corrales a
través de sus
actuaciones en la Orquesta Típica Víctor y en las
de Antonio Rodio, Osmar Maderna, Francisco Rotundo
y, ya en 1950, en la del pianista Juan Polito. Poco
después de este retorno a la actividad, la orquesta animó con gran éxito
un baile en el Racing
Club de Villa del Parque, punto de partida de innumerables veladas en las
que participó en ese mismo año. También en este año ingresó al catálogo
del sello Music Hall, recién instalado en Buenos
Aires, con el que grabó el primer disco lar- ga duración de 33 revoluciones
por minuto editado en el país.
En
1952 la orquesta animó
los bailes de carnaval del club San Lorenzo de Almagro, en 1953
los de River Plate y en
1954 los del club
Huracán.
En
este último año finalizó su
vinculación con el sello Music Hall. Había dejado para este sello diversas grabaciones de temas que ya había
registrado antes para RCA Víctor, además
de veinticinco que quedaron registradas exclusivamente
en esta etapa de grabaciones en Music Hall. Entre
ellas se encuentran magníficas versiones
instrumentales de Como los nardos enflor, El
ciruja, El cachafaz,
Quejas de bandoneón y
Re-fa-si, mientras que entre
los cantados Pomar
dejó inolvidables registros de Domani, Tengo un amigo, Del barrio de las
latas, Chimentos y Tu pálida voz, y Serpa lució su voz en Cuatro
vidas, Poema triste, Fulgor
y La misma tarde, entre otros temas.
El
30 de junio de 1954 reinició su vinculación con el sello RCA Victor con la
grabación de los tangos El choclo en forma instrumental, No me
pregunten por qué, cantado por Mario Pomar y Porque le llaman amor, en
este caso con la intervención del cantor Osear Serpa. En este año y en el
siguiente integraron la orquesta Tito Simón, Roberto Guisado, Bernardo Weber,
Ángel Goicochea, Claudio González y Adolfo Pérez en violines, Federico
Storticatti, quien en 1952 había reemplazado a Juan Carlos Mattino, Félix
Verdi, Ángel Ramos y Luis Masturini en bandoneones y Sciarreta en contrabajo.
A
comienzos de 1956 la mayoría de estos músicos y los dos cantores se alejaron a
fin de formar la orquesta Los Señores del Tango, por loque en enero de
ese año Di Sarli debió abocarse a conformar la nueva integración de su
orquesta, con la que con increíble rapidez a inicios del mes siguiente ya
estuvo en condiciones de presentarse nuevamente.
Se
mantenían de la integración anterior sólo el violinista Simón Bajour, es decir Tito
Simón, y el contrabajista Alfredo Sciarreta, incorporado a Elvino Vardaro,
Elías Slón, Alfredo Rauco y Antonio Rossi como violinistas y José Libertella,
Julián Plaza, Alfredo Marcucci y Domingo Sánchez en la fila de bandoneones.
Los
cantores fueron Argentino Ledesma, proveniente de la orquesta de Héctor Varela,
y el mendocino Roberto Galé, quien tuvo una corta permanencia en la orquesta,
alcanzando sin embargo a grabar dos temas a poco de su incorporación: Noche
de locura el 3 de febrero y el vals Mala yerba, el 29 de ese mismo
mes.
El
1° de abril de ese mismo año debutó el cantor Roberto Florio en reemplazo de
Galé en un baile animado en el Centro Lucense de Olivos y poco después volvió a
la orquesta Jorge Durán, debido a que Ledesma se reintegró a la de Varela.
El
1° de noviembre de ese mismo año 1956, El Señor del Tango inició un
nuevo y exitoso ciclo en Radio El Mundo los domingos al mediodía, bajo el
título de El tango nació varón, el que se extendió hasta octubre del año
siguiente. Justamente en 1957 Di Sarli fue con- sagrado como la figura más
importante del tango en una encuesta realizada por al revista Cantando.
El
1o de abril de 1958, Florio se desvinculó de la orquesta a fin de incorporarse
a la de Alfredo De Ángelis, siendo reemplazado por
Horado
Casares, joven vocalista proveniente de la Orquesta Símbo- lo Osmar Maderna.
También
en este año Di Sarli se alejó, ahora ya definitivamente, del sello grabador RCA
Víctor, ingresando a Phillips, cuyo director musical era Américo Bellotto. Los
músicos seguían siendo mayori- tariamente los mismos de 1956, con la
incorporación de Carlos Ar- naiz, Juan Schiaffino y Claudia González en
violines y la desvinculación de Elías Slón de esta fila.
Durante
1958 la orquesta, además de las grabaciones que ahora realizaba para el sello
Phillips, actuó en la confitería Mi Club de la calle Suipacha y en
veladas danzantes en distintos clubs, como venía siendo habitual desde muchos
años atrás.
1959
comenzó con los primeros síntomas de la enfermedad que lo llevaría a la muerte
un año más tarde. Así fue como en enero de ese año la orquesta suspendió su actividad,
reanudándola en febrero con actuaciones en el club Comunicaciones, las que
extendió a los bailes de carnaval en los clubs Velez Sarfield y Podestá de
Lanús.
Luego
de estas postreras actuaciones, Di Sarli debió disolver su orquesta ante el
agravamiento de su salud. Se retiró a su casa de Olivos, siendo sometido a una
intervención quirúrgica en abril, la que confirmó el mal que lo aquejaba. Nueve
meses después, el 12 de ene- ro de 1960 falleció esta figura señera del tango.
Pocos días antes ha- bía cumplido 57 años de edad.
Completamos
esta reseña recordando su labor como compositor, la que alcanzó a un total de
cuarenta y dos temas, Se inició, como ya lo recordáramos, en Bahía Blanca en el
año 1919 con el tango Meditación, al que años más tarde puso letra el
violinista y autor de letras José De Grandis.
Su
único tango instrumental fue el célebre Bahía Blanca, sentido homenaje a
su ciudad natal. En los restantes, colaboraron con El Señor del Tango los
letristas Héctor Marcó, quien lo hizo en dieciséis temas, entre ellos Corazón,
Bien frappe, En un beso la vida, Nido gaucho, La capilla blanca, Cuatro vidas,
Juan Porteño y el vals Rosamel, Enrique
Carrera Sotelo, quien puso letra a Milonguero viejo, tema dedicado a
Osvaldo Fresedo que habitualmente es interpretado en versiones instrumentales,
Reinaldo Pignataro, autor de la letra de No me pregunten por qué, José
María Contursi, quien escribió la letra de Verdemar, Abel Aznar, autor
de los versos de De que podemos hablar, Francisco García Jiménez, a
quien pertenecen los de Otra vez carnaval y Julio Camiloni, letrista del
vals Yeyel, por nombrar sólo algunas de las más recordadas composiciones
producto de la fértil inspiración del inolvidable Señor del Tango.
Su
última composición fue el tango Mis tres amores, con letra de Ricardo
Thompson, letrista también de su penúltimo tema, titulado Mi última canción.
Al
cumplirse 50 años de su muerte el 12 de enero de 2010, el diario Clarín en su
suplemento de espectáculos publicó un emotivo artículo en homenaje al gran
maestro bahiense, cuya redacción estuvo a cargo de Eduardo Parise. A las
referencias a los grandes hitos de la trayectoria artística de Di Sarli se
agregaron aspectos menos conocidos de su vida familiar, dulcemente recordados
por sus hijas Dora y María Cristina. Desfilaron así en la memoria de ellas
lejanos acontecimientos de su infancia, cuando disfrutaban plenamente la
presencia de su padre durante las temporadas veraniegas que la familia pasaba
en una pequeña quinta que poseían en la localidad de Escobar.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
biografia
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