Guitarrista y compositor nacido en el barrio de San Telmo el 28 de junio de 1913.
Considerado por muchos como el más importante guitarrista del tango, este mérito le es reconocido a pesar de que a diferencia de otros excelentes ejecutantes de la guitarra que han estudiado el instrumento y logrado sólidas herramientas interpretativas basadas en la adquisición de conocimientos musicales de avanzada, como son los casos de José Ricardo, Mario Pardo, Horacio Petorossi, José María Aguilar, Edmundo Rivero, Aníbal Arias y Osvaldo Avena, Grela ha sido, básicamente, un músico intuitivo que fue elaborando su perfil artístico a través del trabajo cotidiano, perfeccionado con el paso del tiempo sobre la base de su propio talento y su innata percepción.
Miembro de una familia de artistas populares se inició en la música tocando un mandolín, siguiendo las huellas de sus tíos Octavio y Juan, quienes solían celebrar en el patio de la casa del pequeño Roberto largas tertulias en compaña del famoso Manuel Parada.
Cumplidos los siete años de edad, dejó el mandolín, el que había sido su primer instrumento y se concentró en la guitarra.
Siempre a base de pura intuición, como asimismo de la observación de los grandes ejecutantes de la época, durante los diez años siguientes fue perfeccionando su técnica interpretativa del instrumento.
Hacia 1930, se inició en el acompañamiento de cantores, comenzando esa tarea con Domingo Gallichio, quien luego integró la orquesta de Antonio Arcieri. Luego acompañó a Antonio Maida en las presentaciones que éste realizó en radio Belgrano, a poco desvincularse de la orquesta de Juan Maglio.
Más tarde, estuvo al frente del conjunto de guitarristas que acompañó a Charlo, con quien actuó en el club Justicia, en Montevideo, y entre los años 1936 y 1938, cumplió esa misma función en el acompañamiento del cantor Fernando Díaz, quien por entonces se había iniciado como solista luego de registrar más de un centenar de temas como vocalista de la orquesta de Francisco Canaro.
Varios historiadores, entre ellos José Gobello relatan una circunstancia muy especial en la vida artística de Grela, producida precisamente cuando trabajaba con Fernando Díaz.
Señala Gobello que «en oportunidad de la realización de una gira por la provincia de La Pampa, Díaz le manifestó a su guitarrista principal su preocupación por no tener en su repertorio un tango nuevo de segura repercusión para su próximo debut en radio Belgrano al regreso a Buenos Aires una vez concluida esa gira. Grela le respondió extrayendo de su bolsillo un arrugado papel con unos versos que le había entregado el joven poeta quilmeño Francisco Gorrindo al despedirlo en la estación de trenes en Buenos Aires, glosas a las que él en los ratos libres de la gira les había puesto música».
Así, había quedado compuesto el tango Las cuarenta, uno de los temas más perdurables en el tiempo y al que Díaz estrenó acompañado por el conjunto de guitarras dirigido por su compositor, en ese mismo año 1937.
Inmediatamente, el tema pasó a integrar los repertorios de Antonio Maida y Azucena Maizani, entre otros, convirtiéndose en un clásico del género.
Lo curioso es que Fernando Díaz no llegó a grabarlo ni en su breve etapa de solista posterior al estreno del tema ni cuando regresó a la orquesta de Pancho Lomuto en 1939. De todos modos la orquesta sí lo hizo, aunque vocalizado por Jorge Omar, el otro cantor que entonces tenía la formación.
La década del cuarenta encontró a Grela alejado transitoriamente del tango, dado que a comienzos de ella integró el conjunto folclórico de Abel Fleury, con quien aprendió los pocos secretos del instrumento que aún le faltaban conocer y luego de su breve paso por esa agrupación, buscó nuevos rumbos en el jazz, llegando a tener su propia formación sincopada, llamada los American Fire. También incursionó en la música brasileña, realizando algunas presentaciones como intérprete de ella.
Su regreso definitivo al tango se produjo en 1952, por invitación de Aníbal Troilo, quien junto a Cátulo Castillo, autor del guión, estaba a punto de estrenar la comedia musical El patio de la morocha, en el teatro Enrique Santos Discépolo, hoy llamado teatro Presidente Alvear.
En esa recordada obra, Troilo encarnaba la mítica figura de Eduardo Arolas y pensó en Grela para que lo acompañara en la ejecución de uno de sus tangos fundamentales, La cachila, interpretación que recibió una apoteótica aprobación del público, el que solicitó en forma estruendosa una repetición de la ejecución del tema, algo absolutamente insólito si se tiene en cuenta que la interpretación formaba parte de la obra teatral que se estaba representando.
La noche de ese debut seguramente se estaba gestando una de las uniones que más trascendencia tuvo en el tango, entre un bandoneonista y director ya consagrado y un guitarrista que volvía al género luego de una década de ausencia del mismo. Surgió así la primera formación del cuarteto Troilo–Grela, a la que de inmediato el sello TK, para el que Troilo entonces grababa con su orquesta, incorporó a su catálogo discográfico.
Para completar el cuarteto se agregaron el guitarrón de Edmundo Zaldívar (hijo) y el contrabajo de Enrique Kicho Díaz, que era en esa época el contrabajista de la orquesta de Pichuco.
Las primeras grabaciones del flamante conjunto, editadas en un disco simple de setenta y ocho revoluciones, fueron, en cierto modo como no podía ser de otra forma, el tango La cachila de Eduardo Arolas, mientras que en el lado B se incluyó el vals Palomita blanca, de Anselmo Aieta y letra de Francisco García Jiménez.
El cuarteto obtuvo pronto reconocimiento popular, presentándose en audiciones por Radio Municipal y también en televisión, en el Canal 7 que era, en esa primera etapa del conjunto, el único existente en el país. Simultáneamente con su labor en el cuarteto, en 1953, Grela acompañó al cantor Héctor Mauré con un conjunto de guitarras bajo su dirección en la grabación de un disco simple para el sello Orfeo, empresa discográfica en la que el ex vocalista de Juan D’ Arienzo había comenzado a grabar en su etapa de solista tres años antes. Los temas incluidos en ese disco fueron El rosal de los cerros, canción perteneciente a Eduardo Bonessi y Juan De Cicco, y el tango Si tuviera veinte abriles, de Alfredo Cosentino y Domingo Rímoli.
También a fines de 1953 integró con Aníbal Troilo, Enrique Mario Francini, Horacio Salgán y Enrique Kicho Díaz un quinteto de grandes intérpretes para el homenaje recordatorio a Juan Carlos Cobián, fallecido en diciembre de ese año.
Sin abandonar su actividad en el cuarteto, en 1958 formó y dirigió una agrupación de cuerdas, conocida como el Cuarteto de Guitarras de Roberto Grela, aunque también contaba con un contrabajo. Con este grupo, grabó para el sello TK y realizó actuaciones en público. Formaban este conjunto el mismo Grela como director e intérprete; Láinez, Báez y Ayala, como guitarristas, y el contrabajista Eduardo Pro. El cuarteto Troilo–Grela modificó su integración en 1959, ingresando Eugenio Pro en reemplazo de Díaz, cuando éste se retiró en ese año también de la formación orquestal de Pichuco. Por su parte, Ernesto Báez sustituyó a Zaldívar, incorporándose además una segunda guitarra, a cargo de Domingo Láinez.
La nueva formación realizó en sus comienzos algunas actuaciones en público, para luego juntarse únicamente para grabar discos, salvo una presentación en un concierto ofrecido durante 1963 en el Estudio Auditorio del SODRE, en Montevideo.
En 1961, cuando la orquesta de Troilo volvió a grabar para el sello RCA Victor, también el cuarteto se incorporó a este sello, comenzando esta tarea con una formación que ahora integraban Aníbal Troilo, en bandoneón; Roberto Grela, en guitarra; Roberto Laínez, en guitarrón, y Eugenio Pro, en contrabajo, editando un álbum titulado Troilo–Grela. Además de la ya aludida grabación de un long play para el sello RCA Victor, Grela fue llamado por la casa Columbia para prestar nuevo acompañamiento a cuatro estilos criollos grabados por Carlos Gardel, en 1913. En 1964, encabezó juntamente con Edmundo Rivero, Horacio Salgán, Enrique Francini, Osvaldo Berlingieri, Ciriaco Ortiz y otros intérpretes, el espectáculo Tango representado en el teatro Colón, con Aníbal Troilo, como figura central.
En 1965, el sello Odeon le propuso grabar con su cuarteto de guitarras y una orquesta dirigida por el maestro Carlos García, a quien se le encargó además la realización de los arreglos.
De esta notable conjunción, surgieron doce grabaciones realizadas entre el 1° de octubre de 1965 y el 6 del mismo mes del año siguiente. En ellas, resalta el virtuosismo y buen gusto de los intérpretes, notándose en especial cómo la orquesta brindó el marco ideal al punteo de la guitarra de Grela.
Entre esos doce temas, se incluyeron dos obras del propio Grela, Bien nuestro y A San Telmo, esta última escrita en colaboración con Héctor Ayala, por entonces segunda guitarra de su conjunto, además de Te vas milonga, perteneciente a su viejo maestro Abel Fleury.
Completaron el disco larga duración algunos clásicos del género como Comme il fault de Eduardo Arolas; Adiós muchachos, de Julio Sanders y César Vedani; El pañuelito, de Juan de Dios Filiberto y Gabriel Coria Peñaloza; Viejo rincón, de Raúl de los Hoyos y Roberto Cayol, y Confidencia, el vals peruano de Chabela Durán.
También en 1965, se unió a Leopoldo Federico a fin de dar forma al Cuarteto San Telmo, el que se completaba con la participación de Ernesto Báez en la ejecución del guitarrón y de Román Arias como contrabajista. El inolvidable conjunto actuó a partir de 1966 en el local de Caño 14, además de grabar varios temas para los sellos Columbia y Music Hall.
En 1972, integró un dúo con José Libertella con el que grabó el vals Un placer y el tango Adiós Nonino para el sello ion, presentándose además en peñas en las ciudades de Junín, Lincoln y Pehuajó, acompañando al cantor Héctor De Rosas.
En 1974, integró junto a María Cristina Laurenz, Raúl Garello y Horacio Ferrer, la denominada La Trova Porteña, elenco que actuó en el El Gallo Cojo, local ubicado en el barrio de San Telmo.
En diciembre de 1975, grabó como director y arreglador del conjunto de guitarras que acompañó a Rubén Juárez dos temas para el sello Odeon: Don Carlos de Buenos Aires, un tango así estrenado de Martín Gutiérrez y Horacio Quintana, y un viejo estilo de Carlos Gardel y José Razzano titulado Pobre gallo bataraz.
El acompañamiento a Juárez en grabaciones para el mencionado sello continuó en diciembre de 1977 con diez registros más, recreando viejas piezas que en su momento fueron éxitos en el repertorio que otrora abordaran Gardel, Corsini y Magaldi, entre ellos una segunda grabación de Pobre gallo bataraz, junto con nuevos temas de compositores contemporáneos, como fue el caso de Distancia, milonga perteneciente a Alberto Cortéz.
En 1980, se incorporó a la orquesta estable del Canal Once de televisión, dirigida por Osvaldo Requena.
En su extensa trayectoria al frente de conjuntos de guitarras, fue además acompañante de una lista interminable de intérpretes, entre ellos Edmundo Rivero, Nelly Omar, Alberto Marino, Agustín Irusta, Tito Reyes, Osvaldo Cordó, Héctor Mauré, Osvaldo Ribó —quien le dedicara el tango Gran guitarra —, Alberto Podestá y Jorge Vidal.
Realizó su última grabación en estudios en el mes de diciembre de 1991, ocasión en la que junto a Leopoldo Federico interpretó el tango Amurado, el que fue incluido al año siguiente en el álbum María Cristina Laurenz interpreta a Pedro Laurenz editado por el sello Melopea.
Como compositor, además del ya recordado Las cuarenta, entre sus obras más importantes se incluyen otros dos grandes tangos: Viejo baldío, con letra de Víctor Lamanna, tema que se constituyó en el año 1956 en la única grabación realizada por el cantor Pablo Lozano con la orquesta de Troilo, y Callejón, con versos de Héctor Marcó, también grabado por Troilo para el mismo sello y en el mismo año, pero con la voz de Ángel Cárdenas.
En ambas grabaciones, en las que se destacó la línea melódica de la música acompañada por letras en las que campean la nostalgia y la evocación del barrio, participó especialmente Grela con su guitarra.
También son composiciones de su pertenencia Canción triste, de bella melodía, el tango Minguito Tinguitella, y los ya mencionados Bien nuestro y A San Telmo, claramente enroladas en un genuino enfoque milonguero. A ellas cabe agregar los tangos Color gris, Amarga despedida, De punta y taco, Danzón de la chiflada, Tristería, Serenata a mi guitarra y el vals Bendito, entre algunas de sus composiciones más reconocidas. Además, con Horacio Ferrer como letrista, le pertenece Mi zambita rea.
Precisamente, el mencionado Ferrer ha manifestado en un profundo análisis acerca de la personalidad artística de Grela que fue «un artista de sensibilidad exquisita y rara capacidad musical para asimilar a su instrumento el fraseo brillante y ligado de la tradición bandoneonística, imprimiéndole un sello inconfundible».
El análisis de Ferrer continúa expresando que «pulsando sus cuerdas con púa de carey obtuvo una sonoridad diferente bien manifiesta en las refinadas versiones —de su propio conjunto— de El baqueano, Corrales viejos, A San Telmo y Margarita Gauthier, grabadas para el sello TK, y en sus realizaciones con el cuarteto que formara con Aníbal Troilo. Estas últimas —basadas en un pleno y sustantivo entendimiento musical y temperamental— generan una desconocida dimensión en el tango de tipo intimista, con la acertada inclusión de guitarrón y de contrabajo como voces de apoyo».
Ferrer completó su comentario expresando que «creaciones auténticas del cuarteto Troilo–Grela son La cachila, A Pedro Maffia, Taconeando, A la Guardia Nueva y El abrojito —todas editadas en discos TK—, y Madame Ivonne, Maipo, Ivette, Mi noche triste y La maleva —dadas a conocer por el sello RCA Victor—, en las que se alternan pasajes de un fogoso punteo con la expresión más apagada, intensa y profunda de los bordoneos. En una tesitura más propensa a la exposición preciosista y más briosa en su tratamiento interpretativo, son por igual bien representativas de su sensibilidad las versiones de Guardia vieja, De vuelta al bulín, Griseta, Yo te bendigo, el vals Un momento, la selección de tangos de Astor Piazzolla, realizadas con Leopoldo Federico, Bien nuestro y Ausencia, acompañado por la orquesta de Carlos García».
Grela falleció el 6 de septiembre de 1992, a los 79 años de edad, nueve meses más tarde de haber realizado su último registro discográfico.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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