Poeta
fundamental del tango, había nacido en el centro de la ciudad de Buenos Aires,
más precisamente en la calle Talcahuano y Rivadavia, el 3 de agosto de 1896.
Abandonó
sus estudios secundarios en el tercer año, e intentó inmediatamente el
estudio del violín y luego el de la pintura, sin obtener mayores avances en
ninguno de ellos.
En 1910, la
familia Flores se mudó al barrio de Villa Crespo, traslado que resultó
fundamental para Celedonio, quien redescubrió la ciudad que luego describiría
en sus poesías, como agudo observador tanto del centro como de los barrios que
por entonces constituían el arrabal.
1914
constituye un hito en la poesía del Negro Cele. Ése fue el año en el que
ganó un concurso de poesías organizado por el diario Última Hora. La poesía
se titulaba Por la pinta, rebautizado más adelante como Margot,
probablemente por el mismo Gardel cuando éste decidió grabarlo a partir de la
melodía que sobre los versos del casi adolescente poeta compusiera, según
escribe José Gobello, el guitarrista José Ricardo Soria a pedido del Zorzal,
quien luego en las grabaciones se adjudicara la composición de la música
junto con José Razzano. Señala Gobello al respecto que «los herederos del
Negro Ricardo, a través de un juicio, debieron poner las cosas en su justo
lugar».
El éxito de
Margot alentó a Flores a seguir
escribiendo poesías en una línea similar, surgiendo así Mano a mano, al que siguió, también dentro de la misma tesitura, Audacia.
Gardel
apreció de tal forma la poesía de Flores que luego de grabar Margot y Mano a mano, llevó al disco otras diez obras de Flores: Canchero, Gorriones, Lloró como una
mujer, Mala entraña, Viejo smoking, La mariposa, Pan, Te odio, Si se salva el pibe y Por
seguidora y por fiel.
Rosita
Quiroga, por su parte, había realizado impecables versiones en su estilo tan
particular de Muchacho, La musa mistonga, Viejo coche y el ya mencionado Audacia.
Salvo Margot, Mano a mano y Audacia,
cuyo origen se ubica en la década de los años diez, esta importante
producción data de la década veinte. A comienzos de los años treinta,
escribió los versos de Mentira, con
música de Francisco Pracánico, pronto grabado por la orquesta típica que por
entonces condujo Adolfo Carabelli con la voz de Carlos Lafuente.
Con el mismo
compositor, escribió en 1934 la poesía de Corrientes
y Esmeralda. La primera de la larga serie grabaciones de este tema fue la
de la orquesta de Francisco Lomuto con el cantor Fernando Díaz en ese mismo
año. Las glosas de este difundido tango habrían de ser incluidas por su autor
en su segundo libro de versos, Cuando
pasa el organito, publicado durante el año siguiente, de acuerdo con
algunos testimonios, dado que en la primera edición de esta antología se ha
omitido consignar la fecha.
Otros
títulos posteriores a la de década del veinte son Milonga fina, grabado por Jorge Vidal en su etapa de solista, Cuando me entrés a fallar, Biaba y Quién hizo el tango, que lleva también música de Francisco
Pracánico.
Este último
tema, pese a su muy buena factura, no ha tenido otra grabación que la que
efectuó Carmen Duval acompañada por la orquesta dirigida por Héctor María
Artola en el mes de octubre de 1946.
Es
insoslayable también la mención de El
bulín de la calle Ayacucho, con música de los hermanos José y Luis
Servideo, éxito de Francisco Fiorentino quien lo grabó cuando era cantor de
Aníbal Troilo en junio de 1941, siendo también excelente la grabación que
del tema hiciera Héctor Varela con la voz de Rodolfo Lesica en julio de 1951.
Con un
enfoque particularmente distinto, destacamos también a dos de sus poesías
tangueras, en las que se recrea una cruda descripción de la realidad social de
la época en ellas contextualizada. Nos referimos a Sentencia y a Pan, con
música de Pedro Maffia y de Eduardo Chon Pereyra, respectivamente.
Del primero
existen varias grabaciones, una instrumental, de Julio De Caro y su sexteto en
la década del veinte, y otras posteriores como la de la orquesta de Alfredo De
Ángelis con Carlos Dante, realizada el 20 de agosto de 1947, menos de un mes
después de la muerte de Flores, y la de Osvaldo Pugliese, con la voz del
cantor santafesino Ricardo Medina, en uno de los dos únicos registros
discográficos de este vocalista con la orquesta del Troesma, concretados ambos
el 24 de julio de 1959.
Pan cuenta a su vez con una
notable grabación del Polaco Goyeneche con la orquesta de Horacio Salgán en
el año 1953, y con otra no menos destacada del mismo Salgán ya en 1970, ahora
con la voz de Edmundo Rivero.
También con
música del Chon Pereyra le pertenecen los versos de El as de los ases, recordada grabación de la orquesta de Héctor
Varela con el cantor Rodolfo Lesica realizada en mayo de 1952.
Con música
del violinista y director de origen italiano Antonio Rodio, escribió los
versos de los tangos Maldita, el que
se constituyera en la última grabación de Carlos Di Sarli con su sexteto el
14 de agosto de 1931, interviniendo como estribillista Ernesto Famá —siendo
registrado luego por Ignacio Corsini con acompañamiento de guitarras—, y Si yo te contara, llevado al disco por
Francisco Canaro con estribillo cantado por Roberto Maida, el 24 de mayo de
1937.
Otra letra
destacada de su importante producción, aunque en una línea distinta a los
trazos lunfardescos que caracterizaron a muchos de sus versos de mayor
difusión, es la del tango Mía,
grabado por Carlos Dante en dos oportunidades: cuando se desempeñaba como
cantor de la orquesta de Alfredo De Ángelis, en 1954, y ya como solista, en
1969, acompañado en esta oportunidad por la orquesta dirigida por Aquiles
Roggero.
Unió
también su nombre al del pianista Juan Carlos Cobián en Es preciso que te vayas, una de las últimas producciones musicales
de este notable compositor. El tema no alcanzó la difusión que merecía,
apreciándose de todos modos su calidad en la grabación que hiciera la
orquesta de Osvaldo Pugliese con la voz de Juan Carlos Cobos el 25 de noviembre
de 1953.
No omitió
en su producción el homenaje a un colega, y así fue como en 1943 dio a
conocer Ahí va Catunga, con música
de Atilio y Humberto Constanzo, grabado en ese mismo año por la orquesta de
Roberto Zerrillo, en la que este último compositor se desempeñaba como
contrabajista, con la voz de Jorge Cardozo, formando parte del único disco
para el sello Odeon de esa agrupación.
Una de sus
últimas letras registradas en SADAIC fue la del tango La carta que me dejaste con música de Humberto La Rocca, llevado
al disco por la orquesta de Domingo Federico con la voz de Armando Moreno el 21
de julio de 1952 a casi cinco años exactos de la muerte de Cele.
Como surge
de la reseña de sus letras, Flores escribía versos que acompañaron a
melodías inspiradas por distintos compositores, sin que pueda entonces
identificarse un binomio entre él y alguno de ellos. Buena parte de su
producción se adaptó a la perfección al estilo de Edmundo Rivero, quien hizo
así inolvidables creaciones de los versos de Celedonio. Margot, Mano a mano, Audacia, Tengo miedo, Cuando me
entrés a fallar y Biaba
constituyen pruebas fehacientes de lo expresado. Al momento de su temprano
deceso, tenía registrados cuarenta y ocho temas como letrista en SADAIC.
Muchos de ellos lo habían transformado en un hombre de buena posición
económica, sin perder por eso su legendaria bohemia y proverbial modestia.
Por otra
parte, a su producción deben agregarse dos libros de poesías: Chapaleando barro, dado a conocer a
través de una primera edición publicada en el año 1929, y en cuya segunda
publicación, fechada en 1951, se agregaron veinte poemas póstumos y un
prólogo escrito por Cátulo Castillo, y Cuando
pasa el organito, cuya primera edición aparentemente, dado que conforme lo
señaláramos antes no existe completa seguridad al respecto, data de 1935,
para aparecer una segunda en 1965.
Ambas
antologías son fundamentales para comprender la esencia de la letra de sus
tangos, ya que en ellas se incluyen tanto los versos de varios de sus tangos
más exitosos como diversos poemas que jamás acompañaron a una melodía, pero
que de todos modos también conservan el sesgo popular, la nostalgia y el
desenfado que priman en aquellas letras.
Precisamente
uno de ellos, titulado Porque canto así,
ha sido popularizado por Julio Sosa, quien lo recitó con su particular estilo
acompañado por la melodía de La
cumparsita, bellamente interpretada por la orquesta de Leopoldo Federico.
Horacio
Salas ha escrito el acertado comentario que transcribimos a continuación
acerca de la importancia de la poesía de Flores en la evolución de este
género musical: «Sin la homogénea calidad de Homero Manzi ni la profundidad
metafísica de Enrique Santos Discépolo, la capacidad descriptiva de Flores,
su acercamiento a los sectores marginales y su tono de cronista de la vida
porteña lo convierten en un nombre fundamental en el desarrollo de la poesía
del tango».
En sus
últimos años, cuando su producción poética había disminuido notoriamente,
seguía vinculado de todos modos al quehacer artístico como presentador del
cantor Carlos Acuña.
Ésta era la
actividad que desarrollaba cuando falleció el 28 de julio de 1947, una semana
antes de cumplir 51 años.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo II
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