Alfredo Del Río - Biografía

 

Cantor nacido el 5 de noviembre de 1932. Su verdadero nombre era Alfredo Jesús Pérez y fue su padre, guitarrero y cantor, quien lo incentivó para realizar estudios de vocalización con el maestro Di Giorgio, en Ciudadela. En 1945, a los 12 años de edad, debutó en el café El Arco Iris de la calle Boedo para actuar luego en El Parque Goal, de la avenida de Mayo. Posteriormente ingresó a la orquesta de Miguel Ángel Giordano, director que le sugirió el apellido artístico con el que a partir de entonces se lo conoció.

En el año 1948 actuó con la orquesta de Enrique Alessio hasta que este, dos años más tarde, disolvió la misma a fin de incorporarse como primer bandoneón a la orquesta de Juan D'Arienzo en reemplazo de Héctor Varela. A partir de entonces, Del Río prosiguió por un tiempo su carrera como solista, hasta que Pedro Laurenz decidió rearmar su orquesta en el año 1952, convocándolo entonces a integrarse a la misma.

La nueva formación de este gran bandoneonista comenzó a grabar de inmediato para el sello Odeón y así fue como el 25 de junio de ese año llevó al disco el instrumental de Juan de Dios Filiberto Quejas de bandoneón, mientras que Del Río debutó en el disco vocalizando el tango de José María Aguilar y Celedonio Flores Cuando me entrés a fallar.

Con la formación de Laurenz, Alfredo grabó luego tres temas más: La gayola de Rafael Tuegols y Armando Tagini, Puente Alsina de Benjamín Tagle Lara y Nunca es tarde, subtitulado Todavía estás a tiempo, cuya música pertenece a Eduardo Pereyra con versos de Celedonio Flores.

En el mes de octubre de 1954 se produjo un hito fundamental en su carrera de cantor: su incorporación a la orquesta de Alfredo Gobbi, a la que ingresó junto con Tito Landó en reemplazo de Jorge Maciel, quien había ingresado a la de Osvaldo Pugliese. Dio comienzo así a la etapa más relevante de su trayectoria, la que, con una pequeña interrupción, se prolongaría por casi cuatro inolvidables años.

La primera grabación de Del Río con la orquesta del Violín Romántico del Tango se produjo el 13 de diciembre de 1954, día en el que, para el sello RCA Víctor, orquesta y cantor llevaron al disco el tango del compositor Arturo Gallucci, con tristísima letra de Raúl Hormaza El hijo cruel. De este tema, Del Río hizo una auténtica creación, asumiendo en toda su magnitud el intenso drama planteado por Hormaza en sus versos.

Al día siguiente, es decir, el 14 de diciembre, la orquesta grabó tres temas: en forma instrumental el viejo vals de Pascual De Gullo Lágrimas y sonrisas, de inmediato con la voz de Tito Landó Tu angustia y mi dolor, del propio Gobbi y Julio Camiloni, y finalmente con la participación de Del Río Triste destino, un tango de Agustín Magaldi y su medio hermano Antonio Tello, cuya letra traslada al oyente a la lejanía de las estepas rusas y al relato de las crueles condiciones impuestas por el dictador Stalin a su población en la década de los años treinta.

Este tango, curioso por su referencia a un escenario tan poco habitual en las letras del género, al que por otra parte Magaldi no alcanzó a grabar porque, a poco de terminar su composición, se produjo su fallecimiento, tuvo en esta versión una favorable acogida del público, siendo uno de los discos más vendidos de la inolvidable orquesta de Gobbi.

En 1955 la orquesta, con su nuevo cantor, llevó a discos del sello RCA Víctor cinco temas más, todos ellos durante el primer semestre del año: el 28 de marzo la milonga A mis manos, otra obra de Alfredo Gobbi con excelentes versos de Julio Camiloni, y el tango Por una muñeca, cuya música pertenece a Emilio Balcarce y letra de Manuel Barros, de contenido tan dramático como todos los temas anteriormente nombrados, mientras que el 30 de junio grabaron Un tango para Chaplin, con música de Gobbi y letra del poeta entrerriano Bernardo Salas, otra de las grandes creaciones de Del Río, quien al final de la grabación desarrolla un registro de características excepcionales. Además, Lágrimas de sangre, con música y letra pertenecientes a Roberto Giménez, y Que nadie sepa mi sufrir, vals peruano perteneciente a Cabral y Enrique Dizeo, en este caso registrado a dúo con Tito Landó.

Los registros discográficos de Gobbi con Del Río concluyeron en una primera etapa en 1956, año en el que quedaron registrados el 16 de abril el tango Te estaba esperando de Roberto Giménez, la milonga festiva El inquilino de Javier Mazzea y Carlos Lucero, y el tango Tuya, con música de Roberto Rufino y letra de Manuel Barros, este último a dúo con Landó, ambos el 16 de julio, y finalmente Sin madre, viejo tango de Alfredo Eusebio Gobbi, padre del director, y el vals El solitario, de Leopoldo Díaz Vélez, todos el día 18 de septiembre.

A fines de 1956 se desvinculó en forma temporaria de Gobbi, ingresando a la orquesta del pianista Francisco Rotundo, formando rubro de cantores con el uruguayo Enrique Campos. Sus grabaciones con Rotundo, todas para el sello Odeón, comenzaron el 22 de enero de 1957, con Nunca es tarde, subtitulado Todavía estás a tiempo, el mismo tema que ya había grabado años antes con la orquesta de Laurenz, al que siguió el 6 de junio Destino en flor, perteneciente a Roberto Rufino y Alejandro Romay.

Un mes más tarde, el 6 de julio, registraron Dicha pasada, una antigua composición de Guillermo Desiderio Barbieri que estaba prácticamente olvidada luego de una única versión discográfica realizada por Gardel en 1929, y que a partir de esta grabación comenzó a tener renovada vigencia en el repertorio de muchos intérpretes. Finalmente llevaron al disco el tango de Antonio Tello Disfrazados, el mismo que en la década del treinta fuese uno de los grandes éxitos de Agustín Magaldi.

Desvinculado de Rotundo en agosto de 1957, junto con el talentoso bandoneonista Eduardo Rovira formaron el rubro Del Río-Rovira. El conjunto actuó en Radio Splendid y grabó para el sello Allegro los tangos: Frente a un espejo y Yo quería ser feliz, además del tango instrumental de Astor Piazzolla Bando.

En los primeros meses de 1958 esta formación se disolvió. Se perdió así una conjunción entre un músico relevante y un cantor de amplia aceptación que se vislumbraba como un auténtico puntal de la música ciudadana en los difíciles años que pronto sobrevendrían.

Del Río volvió entonces a la orquesta de Alfredo Gobbi, con quien de inmediato iniciaría la etapa final de grabaciones de esta irrepetible formación. La orquesta grababa ahora en el sello Orfeo, para el que el 17 de abril de 1958 la formación grabó dos veces el tango Adiós corazón, del compositor y pianista uruguayo Eduardo Lalo Etchegoncelay y letra de Humberto Sapelli, una versión cantada por Tito Landó y la otra por Del Río. De ellas solo la de Landó salió a la venta, mientras que la grabada con la participación de Del Río tuvo que esperar hasta mediados de la primera década del siglo XXI para ser dada a conocer al público a través de su inclusión en un disco compacto editado por el Buenos Aires Tango Club.

El 7 de julio de ese mismo año participó a dúo con Landó en la grabación del vals Mi colegiala y finalmente, el 31 de julio, Del Río registró su voz en el tango Dame tiempo, cuya música escribieron en colaboración Alberto Podestá y Cristóbal Ramos, siendo su letra perteneciente a Francisco Yoni. Esta última grabación fue la despedida de la orquesta de Gobbi de los estudios de grabación. Del Río había completado en ella un total de dieciséis grabaciones en las dos etapas mencionadas, incluyendo los tres dúos mencionados con Landó y el tema cuya publicación se demoró por más de cuarenta años.

Permaneció algún tiempo más en ella hasta que en 1961 fue convocado por el maestro José Basso, para suplir a Alfredo Belusi. Con la formación de Pepe grabó tres temas, una particular y expresiva interpretación de la milonga jocosa Cobrate y dame el vuelto, con ruidoso golpe de la plancha incluido, y los tangos Una historia más, también de letra risueña y temática en cierto modo similar a la mencionada milonga, y Volver, el clásico de Gardel y Le Pera, del que pudo concretar una auténtica creación, sin dudas un verdadero mérito tratándose de un tema tan difundido e inmortalizado nada menos que por su célebre compositor.

En 1963 ingresó a la orquesta de Miguel Caló, para formar rubro con Roberto Arrieta, uno de los últimos grandes cantores surgidos antes del decaimiento de la actividad orquestal en los medios masivos de comunicación. A partir de entonces su carrera discográfica finalizó, aunque Alfredo continuó cantando, realizando esporádicas actuaciones hasta principios de la década del noventa.

Sus registros discográficos, que conforman una parte fundamental de la historia de nuestro tango, lo convirtieron en un cantor muy requerido por importantes directores, lo que le permitió realizar una relevante trayectoria a lo largo de muchos años, con el acompañamiento de un amplio abanico de prestigiosos músicos de nuestra música ciudadana. Falleció el 10 de diciembre de 2001.

 

Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo I
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