Resumir la
biografía del máximo referente de la canción ciudadana constituye para el
autor de este libro la más difícil de todas las que integran la obra.
Esto es
así, porque en función del objetivo básico con el que ella ha sido
concebida, es decir, el de intentar difundir los aspectos más relevantes de la
vida de cada uno de esos personajes, no resulta fácil que alguno de esos
aspectos en lo que se refiere a la vida de Gardel sea desconocido por la
mayoría de los lectores.
Se
intentará entonces brindar en esta reseña algunas cuestiones controvertidas
acerca del origen y la trayectoria del Zorzal, como asimismo aspectos de su
vida que pueda resultar útil refrescar.
Comenzando
por el lugar y la fecha de su nacimiento, sin enfrascarnos en polémicas que
escapan a los fines de nuestro trabajo, adherimos a la creencia generalizada y
en nuestra opinión muy fundamentada acerca de su nacimiento en la ciudad
francesa de Tolousse, el 11 de diciembre de 1890, tal como él mismo lo
expresara en el testamento que redactó el 7 de noviembre de 1933, precisamente
el día que a la postre sería el último de su vida en el que pisaría suelo
argentino, de acuerdo con las circunstancias que se relatarán más adelante en
esta misma reseña. También en ese documento aclaraba que su verdadero nombre
era Carlos Romualdo Gardés, pero que con motivo de su actividad artística
había adoptado el apellido Gardel, agregando que «con este apellido soy
conocido en todas partes».
El futuro
ícono del tango era hijo de madre soltera, Bertha Gardés, y padre
desconocido, aunque es probable que él haya sido un viajante de comercio de
apellido Lasserre, quien ya estaba casado y no quiso, o no pudo, formalizar su
relación con Bertha.
Cuando
Carlos —bautizado en Francia como «Charles»— tenía poco más de dos años, su
madre decidió radicarse en Buenos Aires, registrándose su ingreso al país en
el buque Don Pedro el día 11 de marzo de 1893.
Es a partir
de su llegada a esta ciudad que en nuestra opinión su vida puede dividirse en
cuatro etapas, hasta el trágico final de la misma.
La primera
de ellas abarca un período al que podría denominarse «de formación», el que
se extendió hasta 1911, año en el conoce e inicia su relación artística con
José Razzano.
Entonces
comienza el segundo período que es el que consideramos como el de su «preparación
para la fama», y que se extiende hasta el año 1917, cuando junto con el
advenimiento del tango canción, el Zorzal comenzó a grabar, a dúo con
Razzano, para el sello Odeon, hecho que impulsó definitivamente el
reconocimiento popular de Gardel.
Se inicia de
ese modo la etapa de amplia difusión de las actividades del cantor, quien
pasó a ser desde entonces y para siempre el referente máximo de la canción
ciudadana. Podría denominarse a este tercer período de su vida como el del
«advenimiento de la fama».
Sin embargo,
existe una bisagra en la vida del Zorzal, que admite dar por finalizado ese
período en 1932, y que diera lugar desde este año y hasta su trágico
fallecimiento a una última etapa: la de su consolidación como «ídolo eterno»,
a partir de su encuentro y el entrelazamiento de su actividad con una figura
trascendental en su trayectoria artística, nos referimos obviamente a Alfredo
Le Pera.
Así, la que
hemos definido como etapa de formación, extendida entre los años 1894 y 1911,
es la del descubrimiento de su prodigiosa voz, la que se puso de manifiesto
cuando comenzó a participar como integrante de coros infantiles de la escuela
de Artes y Oficios a la que concurría en una de las etapas de su educación
primaria.
Al respecto,
cabe señalar que a la escuela primaria concurrió desde 1897 hasta 1904, año
en el que completó estos estudios en el Colegio San Estanislao, ubicado en
calle Tucumán al dos mil seiscientos.
Al mismo
tiempo, desarrolló distintas actividades para colaborar con su sustento y el
de su madre, siendo relevante para la actividad a la que consagraría su vida
la que desarrolló como ayudante y utilero en diversos teatros, porque allí
conoció a los grandes cantantes líricos —Enrico Caruso, Tita Rufo— a los que
admiró profundamente.
Así, al
intentar cantar como ellos fue desarrollando sus innatas condiciones naturales.
Luego de
permanecer en Montevideo durante gran parte del año 1905, regresó a Buenos
Aires a fin de dar comienzo a su actividad de «cantor criollo» en boliches y
almacenes, cultivando las diversas especies del género campero, como estilos,
tonadas, valses y milongas.
Llegó así
el año 1911, inicio de su etapa de cantor profesional y al mismo tiempo de su
preparación para la fama, como la identificáramos anteriormente.
Comenzó
este período a partir de su encuentro con José Razzano, a quien apodaban «el
Oriental». Las circunstancias del mismo, sumamente conocidas, han sido
sucintamente relatadas en la difundida milonga de Ángel D’ Agostino y Enrique
Cadícamo titulada El Morocho y el Oriental.
A partir de
ese encuentro y del que le siguió en otro desafío memorable entre ambos
cantores, se formó un dúo perdurable, a veces también trío, con la
participación de Francisco Martino, otro cantor que tuvo actuación en los
primeros encuentros entre Gardel y Razzano. Martino inclusive fue quien formó
dúo con Gardel en la primera gira encarada por la provincia de Buenos Aires,
en el verano de 1911 y 1912, dado que Razzano no pudo participar de ella.
1912 es el
año de sus primeras grabaciones, realizadas entonces con el acompañamiento
solamente de su propia guitarra. La primera de ellas fue un estilo campero
titulado Sos mi tirador de plata, completando ese año quince grabaciones
editadas, además de una que no llegó a concretar.
No volvió a
los estudios discográficos hasta el año 1917, por lo que la segunda etapa en
la que hemos dividido su trayectoria artística tuvo su epicentro en giras y
actuaciones en distintos locales, integrando dúos, tercetos y hasta, aunque en
este caso muy esporádicamente, cuartetos, como el que conformó con Razzano,
Martino y Saúl Salinas, destacado cultor del canto criollo de origen
mendocino, con el que se presentó en Zárate y San Pedro a comienzos de 1913,
pero que pronto devino nuevamente en terceto por la deserción de Salinas.
El conjunto
formado por Gardel, Razzano y Martino continuó actuando asiduamente en clubes,
salones y teatros durante 1913, hasta que en septiembre de ese año, luego de
unas actuaciones realizadas en General Viamonte se retira del mismo Martino,
quedando de ahí en más conformado el dúo Gardel–Razzano, del que tanto se ha
hablado desde entonces.
Si bien el
dúo debutó como tal en una actuación en vivo en Plaza Once, su trayectoria
comenzó a tener enorme relevancia cuando comenzaron en el mes de diciembre de
1913 sus presentaciones en el célebre restaurante y cabaret Armenonville, en
el que compartían el programa con un trío formado por Firpo, Arolas y
Rocatagliatta. En ese lugar, volvieron a presentarse entre el 15 de marzo y el
4 de abril del año siguiente.
Precisamente,
1914 fue el año de importantes presentaciones en teatros. Durante el mismo
actuaron sucesivamente en los teatros Nacional, Apolo, Colón —de Rosario—,
Novedades —de Córdoba—, Charmant Teatro —de Santa Fe—, La Bolsa —nuevamente en
Rosario—, y de regreso en Buenos Aires, otra vez en el Nacional, en el Moderno
y en el Splendid.
1915 fue un
año de frecuentes presentaciones en teatros de Buenos Aires, además del debut
del dúo en Montevideo, que actuó en los teatros Royal, 9 de Julio y
Politeama. En agosto de ese año, partieron hacia Brasil, integrando un elenco
del teatro Nacional al que se denominó Compañía Dramática Rioplatense, con
la que actuaron en primero en San Pablo y en Río de Janeiro después.
Retornaron a
Buenos Aires el 23 de octubre de ese año, y debutaron el 12 de noviembre en el
teatro San Martín, integrando el elenco de la Compañía Tradicionalista
Argentina, que bajo la dirección de José González Castillo y Elías Allipi
presentó la obra Juan Moreira.
En la noche
del 11 de diciembre de ese mismo año, es decir el mismo día que cumplía 25
años, como consecuencia de un accidente automovilístico de menor importancia,
se generó una discusión a resultas de la cual Gardel recibió una herida de
bala propinada por un joven que viajaba en el otro automóvil involucrado en el
percance. Ese proyectil nunca fue extraído de su cuerpo y resultó decisivo para
identificar su cuerpo al producirse casi veinte años más tarde la tragedia de
Medellín.
En el verano
de 1916, repuesto de las consecuencias de ese incidente, se presentó en
teatros de Montevideo, La Plata y Mar del Plata, y más adelante, entre el 12 y
18 de mayo de ese mismo año, participó junto con Razzano nuevamente en la
Compañía Tradicionalista Argentina en la reposición de la obra Juan
Moreira.
Luego de
actuar en el teatro Politeama, de Rosario, en el mes de julio, los últimos
meses de 1916 fueron de intensa actividad en teatros de Capital Federal,
actuando entre el 26 de agosto y el 3 de septiembre en el teatro Nuevo,
integrando la Compañía de Elías Muiño y Elías Alippi, para luego hacerlo
el dúo solo en los teatros Splendid, Apolo y Esmeralda, registrándose en este
último escenario el día 16 de septiembre, el debut de José Ricardo como
guitarrista acompañante de los cantores.
La intensa actividad
teatral en los últimos meses de 1916 se extendió a 1917, año en el que el
dúo comenzó a grabar para el sello Odeon, registrando los primeros discos el
día 9 de abril, hito que en nuestra opinión da inicio a una nueva etapa de la
trayectoria del Zorzal, la que identificamos como la del advenimiento de su
fama que se prolongó de ahí y para siempre, aunque con el matiz señalado a
partir de 1932.
Los
registros discográficos fueron ahora realizados con el muy buen
acompañamiento del Negro José Ricardo, quizás el más dotado de los
guitarristas que lo acompañaron a lo largo de actuación, siendo el primero de
ellos la canción Cantar eterno.
1917 es
además el año del nacimiento del tango canción, género al que Gardel se
incorporó entusiastamente, decisión que se constituyó en el eslabón que
faltaba para catapultarlo definitivamente a la fama. Sabido es que el origen
del tango canción debe buscarse en la actividad que desde hacía pocos años
antes venía encarando Pascual Contursi, quien actuando en Montevideo comenzó
a agregar letras a tangos que hasta entonces eran sólo instrumentales.
Entusiasmado
con las propuestas de Contursi, Gardel las adoptó decididamente, comenzando
así su tarea de cantor de tangos y dando origen además a la canción
ciudadana.
De esos
primeros intentos de Contursi como letrista de tangos ya había surgido el más
exitoso de ellos, el tango Mi noche triste, con perdurable música de
Samuel Castriota, tema que Gardel cantó por primera vez en sus actuaciones en
el teatro Empire, a fines de 1917, y volvió a hacerlo a partir del 19 de abril
de 1918, ahora en el teatro Esmeralda. Mi noche triste fue también el
primer tango que grabó, en el año 1917, al que le siguieron Flor de fango,
en 1918, y De vuelta al bulín, en 1919, todos con letras de Contursi.
Estos registros, no obstante, aún estaban en el contexto de una copiosa
cantidad de grabaciones de temas correspondientes a géneros distintos al
tango, del que no existía todavía una producción con letras que permitiera a
Gardel desarrollar la labor que pretendía encarar.
En 1920, la
cantidad de tangos grabados se había elevado a cuatro: Muñequita, Qué
querés con esa cara, Carne de cabaret y Pobre paica, y en
los años siguientes, la proporción de grabaciones de temas pertenecientes al
género que nos ocupa se fue incrementando paulatinamente en sus discos, y fue
cobrando importancia hasta pasar a ser mayoritaria y fundamental, a partir de
1924.
El único
guitarrista acompañante, tanto del dúo, como de las actuaciones de Gardel o
de Razzano como solistas, seguía siendo José Ricardo, quien había
participado en todas las grabaciones, excepto una realizada por el dúo en el
año 1917, con el marco de la orquesta de Roberto Firpo.
Recién a
mediados de 1921, se incorporó como segunda guitarra Guillermo Desiderio
Barbieri, quien no abandonaría a Gardel hasta la muerte de ambos producida en
Medellín.
Barbieri
participó en la totalidad de los trabajos discográficos del Zorzal realizados
con acompañamiento de guitarras, salvo los registros concretados a fines de
diciembre de 1925 y a comienzos de enero de 1926 en la ciudad española de
Barcelona, en los que sólo se escuchó la guitarra de Ricardo.
La primera
grabación en la que intervino Barbieri fue la del tango Zorro gris, a
partir de entonces muy difundida composición de Rafael Tuegols con letra de
Francisco García Jiménez.
Durante
siete años, los dos mencionados anteriormente fueron los únicos guitarristas
de Gardel, hasta que en julio de 1928 se agregó José María Aguilar, cuya
primera participación en una grabación del Zorzal fue el 23 de dicho mes,
día en el que registraron otro tango destinado a la celebridad: Esta noche
me emborracho, una de las primeras grandes composiciones de Enrique Santos
Discépolo.
En el
ínterin, Gardel había realizado tres grabaciones, en 1924, acompañado por la
orquesta de Francisco Canaro y otra más, en 1925, en este caso con el marco
orquestal de Osvaldo Fresedo.
El 6 de abril
de 1929, luego de haber permanecido doce años con el Zorzal, José Ricardo se
desvinculó del mismo, después de grabar ese día cuatro tangos: Estampilla,
Cachadora, Seguí mi consejo y Primero yo, los tres
últimos de importante difusión.
Las grabaciones
que les siguieron a las mencionadas, realizadas desde el 26 de junio de ese
año y hasta el 10 de marzo del año siguiente, contaron con la participación
de Barbieri y Aguilar como guitarristas, hasta que en las efectuadas el 20 de
marzo de 1930 se incorporó Ángel Riverol, registrando ese día cinco temas:
los tangos Juventud, Corazón de papel y Buenos Aires, el
vals Palomita blanca y la canción Aromas del Cairo.
Pocos días
después, el 1° de abril, este trío de guitarras acompañó al Zorzal,
junto con Rodolfo Biagi, en piano, y Antonio Rodio, en violín, en la
grabación de los temas Yo nací para ti, tú serás para mí, Aromas
del Cairo, Viejo smoking, Aquellas farras y Buenos Aires,
mientras que Biagi y Rodio con sus respectivos instrumentos lo acompañaron en
el registro de Lo han visto con otra, realizado el día 10 de ese mismo
mes. Durante el resto del año 1930 son nuevamente Barbieri, Riverol y Aguilar
los acompañantes de Gardel en la copiosa cantidad de grabaciones efectuadas
ese año, excepto las cuatro últimas, grabadas con el marco musical de la
orquesta de Francisco Canaro el día 5 de diciembre: los tangos La mariposa,
Senda florida y Viejo rincón, y el vals Rosas de otoño.
Precisamente,
al día siguiente de estos registros con la orquesta de Pirincho Gardel y tres
guitarristas embarcaron hacia Francia.
Estando en
París, Gardel grabó el día 28 de mayo de 1931 diez temas, acompañado por
las guitarras de Barbieri y Riverol. Entre esas piezas, es interesante recordar
el vals Deja y la canción Folie, porque ambos fueron los
primeros registros discográficos que entonó en francés.
En ese mismo
mes de mayo, participó en destacado rol, junto con Gloria Guzmán, Pedro
Quartucci, Sofía Bozán y la orquesta de Julio De Caro, en el rodaje de la
película Luces de Buenos Aires, filmación realizada para el sello
cinematográfico Paramount en sus estudios situados en Joinville, en las
afueras de París.
Éste es en
nuestra opinión el momento en el que se produce el inicio de la última etapa
de la trayectoria artística del ídolo. En efecto, en el aludido sello se
encontraba trabajando Alfredo Le Pera, y la relación que entonces se entabló
fue decisiva para ambos.
De todos
modos, el vínculo laboral entre ellos no comenzó en esta oportunidad,
debiendo esperarse hasta el año siguiente para que ello ocurra. La razón fue
que Gardel regresó a Buenos Aires, arribando a esa ciudad el 21 de agosto de
ese mismo año, pero poco más de dos meses más tarde, el 28 de octubre emprendió
un nuevo viaje a París, ahora ya sin sus guitarristas.
En ese
lapso, realizó nuevas grabaciones en la capital argentina, todas ellas en el
mes de septiembre: el día 3 llevó al disco Confesión, nueva
composición de Discépolo, acompañado por la orquesta de Francisco Canaro; al
día siguiente inició una nueva serie de registros con el acompañamiento de
sus guitarristas, conjunto al que a partir de ese día se agregó Domingo
Vivas. Y los días 21 y 23 realizó grabaciones con la orquesta Gregor,
agrupación de ochos músicos dedicada al género del jazz, oriunda de Niza, la
que se encontraba en esos días concretando una gira en Buenos Aires.
El nuevo
viaje a Francia se puso realmente en marcha lo que hemos definido como la
última y decisiva etapa en la vida del cantor, ahora también consagrado actor
cinematográfico.
Los primeros
meses de esa nueva incursión por Europa los dedicó al descanso, reanudando su
actividad a fines de julio de 1932, con grabaciones efectuadas en Barcelona con
el acompañamiento de un conjunto que integraban Juan Cruz Mateo, Joaquín
Soloana y Rafael el Rata Iriarte, en piano, violín y guitarra,
respectivamente.
Luego, entre
septiembre y noviembre de ese año 1932 participó en la filmación de tres
películas en los estudios de la Paramount en las afueras de París: Espérame,
La casa es seria y Melodía de arrabal, todas con guiones
escritos por Le Pera.
A fines de
ese año, Gardel regresó a Buenos Aires con la intención de desarrollar su
actividad en 1933 enteramente en el país. Durante todo este año grabó una
abundante cantidad de temas en Buenos Aires acompañado en la mayoría de ellas
ahora por un cuarteto de guitarras, dado que a Barbieri, Riverol y Vivas se les
había agregado desde los primeros registros de este año Horacio Petorossi,
también regresado de Europa, donde se había relacionado con el Zorzal.
También en
1933, realizó algunas pocas grabaciones con orquesta, una con la de Francisco
Canaro y cuatro con la de Pintín Castellanos, quien también lo acompañó con
su piano y un dúo de guitarristas —Gregorio Ayala y Miguel Cáceres o Agustín
Cornejo, en lugar de este último— en los primeros trabajos discográficos que
realizó al año siguiente, ya reiniciando su estadía en Nueva York.
1933 fue
también el año de sus últimas presentaciones en los teatros porteños, en el
interior del país y en el Uruguay, recordando en lo que atañe a la ciudad de
Santa Fe, que en ella estuvo en el Cine Apolo, de calle Obispo Gelabert, los
días 16, 17 y 18 de agosto de ese año.
El 6 de
noviembre es una fecha a la que cabe destacar: ese día realizó sus últimos
registros discográficos en la Argentina. Ellos fueron el vals Tu
diagnóstico, el estilo El tirador plateado y el tango Madame
Ivonne.
Al día
siguiente, previa redacción del testamento al que hicimos referencia al
comienzo de esta reseña, se alejó, obviamente sin saberlo, definitivamente
del país, embarcando nuevamente hacia a Europa, a fin de visitar España y
Francia, desde donde viajó a Nueva York, dado que durante su estadía en este
último país surgió en la Paramount la posibilidad de filmar películas en la
ciudad de los rascacielos.
En el mes de
mayo de 1934 fue figura estelar de Cuesta abajo, primera producción
cinematográfica en la que participó en esa ciudad, y al mes siguiente se
filmó con su participación El tango en Broadway.
El 27 de
julio inició en esa ciudad la que sería su última serie de grabaciones,
comenzando con las cuatro en las que fue acompañado por el pianista
Castellanos y un dúo de guitarras, registros a los que se aludiera
anteriormente.
Las
siguientes grabaciones las realizó con el marco de la orquesta conducida por
el director y violinista argentino Tierig Tucci, radicado en Nueva York desde
1932, formación con la que registró los célebres temas que compuso con Le
Pera, comenzando con Cuesta abajo, Mi Buenos Aires querido, Golondrinas,
Soledad y el fox–trot Rubias de New York, el 30 de julio de 1934.
La serie de
grabaciones con la orquesta dirigida por Tucci culminó el 20 de marzo de 1935
con el registro de los temas Volvió una noche, Sol tropical, Los
ojos de mi moza, Cheating muchachita, tema que contó con la misma
melodía que Amargura, Apure delantero buey y nuevamente Amargura,
ahora con su letra en castellano.
Este mismo
día y también el 25 de marzo, realizó sendos registros de la canción Guitarra
mía, su postrera grabación, acompañado en este caso por las guitarras de
Barbieri, Aguilar y Riverol, con quienes, además de Le Pera, emprendió de
inmediato la gira por países latinoamericanos que tan trágicamente
terminaría para ellos, excepto Aguilar quien sobrevivió al evento aunque con
graves consecuencias físicas que pusieron fin a su trayectoria como
guitarrista profesional.
Antes de
este viaje, en el mes de enero había filmado en los estudios de la Paramount
en Nueva York, la que también sería su última película: El día que me
quieras.
El 25 de
marzo de 1935, tres días antes de emprender la fatídica gira por países
latinoamericanos, Gardel escribió una carta a su apoderado Delfino, la que
constituye un relato de La historia que no fue.
En ella, le informaba
acerca de sus proyectos una vez concluida la gira en julio de ese año.
Señalaba en esa carta su intención de regresar a Nueva York a cerrar contrato
con la Paramount, para luego dirigirse a Francia a buscar a su madre, a fin de
regresar con ella a Buenos Aires, donde esperaba estar en septiembre, para
actuar primero en radio y un mes más tarde en teatros. En 1936, planeaba
regresar a Estados Unidos, probablemente para filmar por primera vez en
Hollywood.
La postrera
gira, llena de vicisitudes puntillosamente descriptas por Miguel Morena en la
excelente biografía que ha publicado sobre el Zorzal, se inició en Puerto
Rico, prosiguiendo por Venezuela, Curazao, desde donde viajó en avión hacia
la isla de Aruba el día 28 de mayo. Era éste el primer viaje de su vida a
través de ese incipiente medio de transporte, a menos de un mes del fatal
accidente que acabaría con su vida.
El arribo de
Gardel y la delegación que lo acompañaba a Colombia se produjo el 4 de junio,
día en el que por barco llegaron a Barranquilla. Es en esta ciudad, en la que
no actuó, donde comenzó a utilizar el avión como medio para trasladarse en
el territorio colombiano. La mayoría de sus actuaciones en este país las
realizó en Bogotá, ciudad en la que debutó en el teatro Real el 14 de junio
y de la que se despidió nueve días después a través de una actuación
radial emitida en la noche del día 23.
Al día
siguiente, en una escala técnica en el aeropuerto de Medellín del vuelo que
lo conduciría a Cali, se produce el choque de aviones que lo transformaría en
mito e ícono de la canción argentina y mundial.
Comenzaron
casi desde ese mismo día los homenajes que perpetuaron su nombre eternamente.
A menos de una semana de la tragedia, el diario El Debate del domingo 30
de Junio de 1935 publicó la letra del primer tango que le fuera dedicado: El
pájaro muerto, con el que sus íntimos amigos Alberto Pintín Castellanos,
Juan Carlos Patrón y Edmundo Bianchi le rindieron inmediato homenaje.
Grabado por
Charlo acompañado por guitarras el 15 de agosto de 1935, el tema, superado por
otros homenajes de mayor calidad, cayó pronto en el olvido. Ostenta, sin
embargo, el mérito innegable de haber sido el primer homenaje póstumo al
Zorzal.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo II
biografia
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