Pianista, compositor, arreglador y director de relevantes condiciones, nacido en la ciudad de Pehuajó, el 26 de febrero de 1918. Su nombre completo era Osmar Héctor Maderna.
Recibido de profesor de piano a los quince años, dos años antes ya había formado un conjunto musical al que bautizó con el nombre de Vitaphone. Integraban esta orquesta en violines Aquiles Roggero y Arturo Cipolla; los bandoneonistas eran José Figueras y Francisco Logioco; el pianista era por supuesto el propio Osmar Maderna, mientras que la trompeta estaba a cargo de Alberto Luna y la batería de Diego Rodríguez. Fue tal la aceptación de este conjunto por parte del público, que Osmar se fijó como meta trasladarse a Buenos Aires para desarrollar allí su actividad.
Así, cuando Aquiles Roggero, Arturo Cipolla y Francisco Logioco se desvincularon de esa orquesta para formar el grupo Los Rítmicos junto con un pianista de apellido Rivoira, Maderna continuó al frente de su orquesta aunque por muy poco tiempo más, dado que estaba pronto a dar el salto hacia Capital Federal, aspiración que concretó en 1938 cuando contaba con veinte años de edad.
Su primera actividad en Buenos Aires fue la de pianista de la orquesta de Manuel Fernández. Eso le valió que las autoridades de radio Belgrano lo contrataran para tocar tanto música clásica como tangos. Justamente en esa radio, en otro horario actuaba con su orquesta Miguel Caló, quien ya conocía las virtudes musicales de este joven. Así fue que cuando el pianista Héctor Stamponi decidió alejarse del conjunto, Caló lo interesó para que se incorporara en su reemplazo. Osmar aceptó aportando a la orquesta desde sus primeras actuaciones, además de sus arreglos, un sonido completamente distinto y más brillante, con el que el maestro director quedó encantado.
Recordemos que esta agrupación orquestal contaba con músicos sumamente talentosos, lo que le valió se la considerara con el tiempo «la Orquesta de las Estrellas». Sus integrantes, entre otros, eran Enrique Mario Francini, Armando Pontier y Domingo Federico.
En 1945, Maderna se desvinculó de Caló y formó con el cantor Raúl Iriarte, una orquesta cuya duración fue muy efímera, dado que el interés del público por ella no fue el esperado, razón que motivó su pronta disolución.
Iriarte volvió a la formación de Caló, y Maderna, a su vez, se dedicó de lleno a organizar su propia orquesta, en la que incorporó a varios músicos que habían formado parte de la agrupación de su anterior director como los bandoneonistas Felipe Ricciardi, Eduardo Rovira y José Cambareri, los violinistas Haroldo Ghisagui y Ángel Rodas y el contrabajista Ariel Pedernera.
También integraron la misma en distintas etapas desde su fundación y hasta su disolución a causa de la muerte de Maderna, los bandoneonistas Leopoldo Federico —quien había actuado antes con Alfredo Gobbi—, Oscar Basail, Luis Pisani, Jorge Luongo, Ernesto Franco, José Libertella, Carlos Lázzari, Roberto Corti, Carlos César Díaz, Luis Stazo y Elio Garbuglia; los violinistas Aquiles Roggero, Arturo Cipolla, Edmundo Baya, Alfredo Cristali y Natalio Nadalini, y los contrabajistas Walter Dujefiesken, Néstor Tisera, Rufino Arriola y Cardoso.
La primera formación de la orquesta debutó ese año 1945 en el café Marzotto, contando al principio sólo con la voz Luis Tolosa, cantor nacido en la ciudad de La Plata, quien ya había incursionado en el oficio en la orquesta de Caló cuando Maderna era pianista de la misma.
Como precisamente en el mencionado café se organizó un concurso de cantores en el que resultó ganador Orlando Verri, Maderna decidió de inmediato incorporarlo a su orquesta, a la que ingresó en el mes agosto de 1945, y permaneció en ella hasta fines de 1947.
Las primeras grabaciones de la nueva formación orquestal se realizaron en el año 1946 en Uruguay, para el sello Sondor. Fueron ellas las de los tangos Chiqué — instrumental—, Margó y Sólo cerrazón —ambos con la voz de Orlando Verri— y la milonga Viejito calavera, cantada por Luis Tolosa.
Cuando poco después la orquesta comenzó a grabar para el sello RCA Victor, Verri participó en ocho registros discográficos más, comenzando el 19 de agosto de 1946 con Malva, tango de Enrique Delfino con versos de Cátulo Castillo, y finalizando con Más allá todavía, tema de Larenza y el mismo Castillo en la autoría de la letra. Entre ambas, quedaron impecables registros de Pajarito viajero, Gracias, Inútil, Tiempo, Plomo y Volvió a llover.
Verri fue luego vocalista de la última formación de Julio De Caro, para radicarse posteriormente en la ciudad de Posadas hasta su fallecimiento en el año 2002.
Pedro Dátila, cuyo verdadero nombre era Pedro D’ Áquila y retirado de la actividad se desempeñó durante muchos años como peluquero en la localidad de Lanús, fue el cantor que luego del retiro de los nombrados ingresó a la formación de Maderna, en la segunda mitad del año 1946. Proveniente de la orquesta de Aldo Ballarini, su incorporación se produjo a través de la intervención del contrabajista y compositor Arturo Gallucci, quien lo presentó a Maderna.
Su vinculación se prolongó hasta el fallecimiento del director, siendo el cantor que más tiempo permaneció en esta orquesta y también el que más temas grabó con ella, totalizando trece registros: los dos primeros —Tarde gris, de Juan Bautista Guido y Luis Rubistein, y Rebeldía, de Raúl Nievas Blanco y Oscar Rubens— fueron realizados el 23 de noviembre de 1946, mientras que el 2 de febrero de 1950 se concretó el de Al compás de tu mentira, tango de Rodolfo Sciammarella y Horacio Canziani, tema que sirvió de base musical a una película del mismo título. A la que luego haremos nueva referencia.
También Mario Corrales, más adelante conocido como Mario Pomar a partir de su incorporación a la orquesta de Carlos Di Sarli, estuvo con Maderna desde fines de 1947 hasta los primeros meses de 1949.
En este período, participó en los bailes de carnaval de 1948 en el club San Lorenzo de Almagro, actuando luego en radio Belgrano. Realizó además cinco grabaciones, dos de ellas a dúo con Pedro Dátila. La primera de ellas fue el tango Ausencia, de Alberto Castellanos y Mario Gomila, registrado para el sello RCA Victor el 20 de noviembre de 1947, mientras que la última fue el vals de Mocciola y Juan Venancio Clauso Para ti madre, editado a dúo con Pedro Dátila el 26 de enero de 1949.
A mediados de este último año, ingresó a la formación el joven cantor Héctor De Rosas, con la que grabó dos temas en los pocos meses de su permanencia en ella, y finalmente Adolfo Rivas, también muy joven por entonces y de origen pehuajense como el director, fue quien participó en las dos últimas grabaciones de la orquesta: los tangos Los mareados, cuya música había sido escrita por Juan Carlos Cobián en 1922 y al que agregó versos Enrique Cadícamo veinte años más tarde, y Mimí Pinzón, de Aquiles Roggero y José Rótulo, ambos registrados para RCA Victor el 29 de marzo de 1951, un mes antes del accidente fatal que costó la vida a Maderna.
La discografía de la orquesta alcanzó a un total de cincuenta y seis temas, comenzando con los cuatro ya mencionados en el sello uruguayo Sondor y completándose después con cincuenta y dos más para el sello rca Victor.
Entre estos últimos se contaron brillantes interpretaciones de tres «tangos fantasía» de su producción: Lluvia de estrellas, Concierto en la luna y Escalas en azul, y los arreglos en tango de dos temas de la música internacional: El vuelo del moscardón, del compositor ruso Korsacov, y las czardas sobre motivos de Monti, tema que pertenece al folclore popular de Hungría.
Actuó también en el cine, participando en las películas Al compás de tu mentira, en la que participó tocando el piano junto con Alfredo De Ángelis, y El ídolo del tango, en la que interpretó su célebre tango Lluvia de estrellas, además de dirigir en ese film a un conjunto que ejecutó La Cumparsita.
En el año 1947, Osmar se había casado con Olga René Mazzei, quien perdió el embarazo que cursaba cuando presenció el accidente que costó la vida a este gran artista.
Este accidente devino de la otra gran pasión de Maderna era pilotear aviones, por lo que realizó las horas de vuelo con el instructor César Álvarez en el aeródromo de Monte Grande, obteniendo su brevet de piloto privado el 17 de febrero de 1950. Precisamente, sus temas Escala en azul, Concierto en la luna, Lluvia de estrellas, Luna de plata —vals del que escribió la letra, cuya música compuso a su vez en colaboración con Miguel Caló— y Fui golondrina perdida, denotan en sus títulos o en el caso del vals, en sus versos, la pasión por volar en el espacio aéreo que lo embargaba, actividad en la que manifestaba sentirse en plenitud.
En 1951, recibió una interesante propuesta para viajar a Estados Unidos para actuar con su orquesta y para componer música para películas, pero lamentablemente no pudo ser. El sábado 28 de abril de ese año sufrió un accidente aéreo, al colisionar el avión que piloteaba con otro del mismo porte conducido por un amigo, lo que provocó el deceso de ambos y el de sus respectivos acompañantes.
Este talentoso artista que con sólo 33 años de edad deslumbraba a los amantes del tango y de la música en general con su especial virtuosismo, produjo con su fallecimiento un vacío enorme, debido a que estaba proyectándose como uno de los mejores compositores y directores de nuestra música.
Al respecto, Leopoldo Federico, quien integrara la fila de bandoneones de su orquesta durante un año y medio, ha señalado que «Maderna, como todos los grandes de la historia del tango, creó una forma de interpretarlo y por suerte, la gente sabe que el dueño de ese estilo fue Osmar» para continuar más adelante diciendo que «los entendidos de la época decían que Maderna estaba llamado a ser el “Gershwin argentino”» expresando luego que mostró «un rumbo distinto en la forma de hacer tango. Además, como ejecutante tenía una digitación especial para el repertorio que seleccionaba, basta con escuchar El vuelo del moscardón, donde cargaba con la mayor responsabilidad».
Federico finalizó su evocación manifestando que «a pesar de su corta existencia, dejó huellas. Hubo pianistas que siguieron su estilo. A mi criterio, el mejor de ellos no sólo en la manera de tocar, sino también en la forma de orquestar, fue Orlando Trípodi».
En su faceta de compositor, Maderna dejó obras de enorme riqueza artística.
La lista de sus composiciones agrega a las ya mencionadas en esta reseña, otros importantes aportes al género. Entre los que no fueron llevados al disco por el propio Maderna, pero que cuentan con grabaciones de otros intérpretes, se pueden citar los tangos La noche que te fuiste, también con letra de José María Contursi, Qué te importe que te llore y Jamás retornarás, ambos también en colaboración con Caló y En tus ojos de cielo, con versos de Luis Rubistein, los que junto con el vals Luna de plata, mencionado con anterioridad, fueron grabados por la orquesta de Miguel Caló. Quise olvidar y Yo no merezco, ambos con letra de José María Suñé y colaboración en la música en el segundo de ellos de Miguel Caló, también cuentan con versiones en el disco de otros intérpretes.
Por su parte, el mismo Maderna grabó con su orquesta sus temas Volvió a llover y Rincones de París, los dos con letras de Cátulo Castillo, y el hermoso vals Pequeña, con poesía Homero Expósito.
El samba brasileño Voce y los tangos Rouge, con versos de Enrique Cadícamo; Lirio, con letra de José María Contursi; Catunga, Cara Catunga, con versos de Oscar Rubens dedicados precisamente a José María Contursi, y Bar, con letra de R. Vidal, son temas de los que por el contrario no existen registros discográficos.
Rapsodia de tango, tema instrumental en la línea de «tangos fantasía» fue la última composición que concluyó, aunque lamentablemente no alcanzó a grabar.
Amor sin adiós era el título del tango que estaba componiendo cuando lo sorprendió la muerte, obra inconclusa cuya segunda parte musical la finalizó Leopoldo Díaz Vélez muchos años después de la trágica desaparición de esta relevante figura de la música argentina, además de agregarle románticos versos.
Por otra parte, luego de su muerte le fueron dedicados los tangos Adiós maestro, compuesto por su eterno amigo Aquiles Roggero con letra de José Rótulo, el conocido letrista uruguayo que era además dueño de una peluquería en cuyo salón anexo ensayaba la orquesta de Maderna; Notas para el cielo, tango instrumental compuesto por Orlando Trípodi, quien lo reemplazó como pianista en la Orquesta Símbolo Osmar Maderna, continuadora de la que fundara Osmar; Para Osmar Maderna, otro instrumental que en este caso Trípodi compuso en colaboración con Miguel Caló y que éste grabó con su orquesta, y Retrato de Osmar Maderna, obra del violinista y director Oscar de la Fuente, con letra de Lorenzo Spanu, representante en su momento de la orquesta Símbolo.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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