Su nombre completo era José Ricardo Soria y había nacido el 19 de marzo de 1888. Se lo conoció siempre por sus nombres de pila, o bien, como hombre de color que era, por el Negro Ricardo.
Guitarrista relevante, quizás el más virtuoso de los que acompañaron a Gardel durante toda su trayectoria en la opinión de varios estudiosos, fue además compositor de importantes temas, aun cuando su producción no fue no muy extensa.
Comenzó su actividad artística como payador en 1913, y en el año 1915, mientras seguía siendo guitarrista de la compañía Allipi–González Castillo, a la que se había incorporado poco tiempo antes, ingresó en esa misma función al dúo que entonces conformaban Carlos Gardel y José Razzano, con quienes trabajó hasta 1925, año en el que este último dejó la actividad artística.
Así, Ricardo continuó ligado, entonces solamente a Gardel hasta 1929, año en el que viajó a Francia, desvinculándose definitivamente del cantor. A lo largo de su relación con Gardel, acompañó a éste en cuatrocientos cuarenta y cinco grabaciones junto al también guitarrista Guillermo Desiderio Barbieri, llegando así el dúo a intervenir en cerca del 48 % de las grabaciones del Zorzal, y en sesenta y cuatro más conformando un trío con Barbieri y Aguilar, lo que eleva el total de sus participaciones a quinientos nueve registros discográficos, esto es el 55 % del total de grabaciones realizadas por Gardel.
A su regreso de Francia, José Ricardo acompañó a la cancionista Anita Palmero, para retornar posteriormente por última vez a Europa y a Egipto. El 2 de mayo de 1937, cuando regresaba a Buenos Aires luego de esta incursión por el exterior, la muerte lo sorprendió a bordo del vapor Massilia. Tenía entonces 49 años de edad.
Como compositor, de su inspiración surgieron la melodía de los tangos Margot, Un bailongo, Pobre gallo bataraz, Resignate hermano y Campanitas, todos temas grabados originalmente por Gardel y luego por diversas orquestas y cantores solistas.
En el caso del primero de los mencionados, el titulado Margot, es interesante recordar que su origen fue un concurso de letras de tango organizado por el diario Última Hora a fines de la década de los años diez.
El por entonces ignoto y juvenil poeta Celedonio Esteban Flores presentó un poema de versos muy bien medidos, en tono irónico y lenguaje desenfadadamente lunfardo, al que tituló Por la pinta.
Los versos provocaron el inmediato interés de Gardel y así fue como el Zorzal le propuso al joven letrista encargar la composición de una melodía que le permitiera su interpretación, tarea que encomendó a su guitarrista José Ricardo, quien a su vez lo registró con el título de Pelandruna refinada. Finalmente, con su título definitivo —el que aparentemente fue propuesto por el propio Gardel— se constituyó en el décimo tango que éste grabó, en épocas en que aún su fuerte eran las canciones camperas que grababa a dúo con Razzano.
Con posterioridad, Edmundo Rivero y Julio Sosa, entre otros cantores, recrearon esos versos en interpretaciones muy personales, en las que el irónico tono admonitorio de la letra alcanza en las voces de esos cantores ribetes muy particulares.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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