Bandoneonista,
director y compositor, nacido en San José, República Oriental del Uruguay, el
23 de junio de 1892.
Iniciado
en la música por su hermano Francisco, en 1907 su vecino y gran amigo Vicente
Fiorentino, que ya tocaba el violín en pequeños conjuntos, lo instó a que
iniciara estudios de bandoneón, enseñándole algunas tonalidades simples.
Cuando
consideró que ya se encontraba en aptitud de debutar en público, se presentó en
unas romerías junto al mencionado Fiorentino en violín y Luis Martínez Papanova
en guitarra, tocando luego en las ciudades bonaerenses de Junín y Pergamino.
A
partir de entonces se unió artísticamente a los más populares músicos de la
época. En 1913, en compañía de su hermano Rafael, realizó una larga gira por el
interior argentino y, un año más tarde, convocado por Samuel Castriota,
participó con éste en el conjunto que amenizó los bailes de carnaval de Santos
Lugares.
Se
trasladó luego a Montevideo, reemplazando a Genaro Nerón Domínguez en el trío
del pianista Pascual Cardarópoli, formación que completaba el violinista
Federico Lafémina.
Cardarópoli,
compositor del tango La
sonámbula, fue un verdadero maestro para Juan, enseñándole solfeo,
teoría y lectura de la música, conocimientos que le permitieron luego
desarrollar una reconocida tarea de compositor y arreglador de partituras.
En
su etapa montevideana, al desvincularse de Cardarópoli, sustituyó a José
Quevedo en el trío de Carlos Warren que se completaba con el violinista José
Bondino, pasando luego a formar parte del quinteto de Enrique Delfino, con los
violinistas Eduardo Monelos y Miguel La Salvia y el bandoneonista Alberto
Rodríguez, a quien posteriormente sustituyó Ernesto Di Cicco.
Nuevamente
en Buenos Aires en 1916, trabajó por poco tiempo en pequeños conjuntos hasta
llegar el carnaval de 1917, ocasión en la que se incorporó a la formación del
bandoneonista Manuel Pizarra, el mismo que luego sería destacado director en
París, ciudad en la que se radicó.
Poco
después, su hermano Francisco, de regreso de una temporada realizada en
Rosario, reapareció al frente de su orquesta en el cabaret Royal Pigall,
incorporándose Juan como bandoneonista de la misma. Fue ésta la primera vez que
actuaron juntos Francisco y Juan Canaro.
La
formación se completaba con Julio Doutry en violín, José El Gallego Martínez en
piano, Osvaldo Fresedo en bandoneón y Leopoldo El Negro Thompson en contrabajo.
Las
actuaciones de Juan en la orquesta de su hermano se prolongaron en esta etapa
hasta el carnaval de 1922, ocasión en la que se alejó para formar su primer
conjunto, en el que actuaron su hermano Humberto en el piano, el propio Juan y
Roque Biafore en bandoneones; Rafael Tuegols y Antonio Buglione en violines y
Rodolfo Duclos en contrabajo.
Disuelta
esta agrupación a mediados de ese año, Juan viajó solo a Brasil para
incorporarse a una orquesta de repertorio internacional, retornando a Buenos
Aires a fines de 1922, formando entonces su segunda agrupación, ahora para
actuar en el Casino Pigall.
En
1924, reingresó a la orquesta de su hermano Francisco al inaugurarse el
Tabarís, grabando también en el sello Nacional Odeón. En dicho local se estrenó
su tango Ahí va el dulce,
una de sus más importantes y difundidas composiciones.
Al
año siguiente, la orquesta de Francisco, con la participación de Juan en ella,
inició su recordado viaje a Europa. Desde allí, Juan viajó con varios músicos a
Nueva York, donde realizó varias actuaciones, regresando a Francia a fin de
tomar la dirección de la orquesta junto con su hermano Rafael, ante el retorno
de Francisco Canaro a Buenos Aires.
Al
frente de la agrupación recorrieron varios países de Europa difundiendo el
tango en sitios donde esta música no era aún conocida. En 1928 se produjo su
regreso a Buenos Aires, presentándose nuevamente en el Tabarís en una formación
en la que estaban el pianista José Tinelli, los violinistas Adolfo Muzzi y Ateo
Dapiaggi, el contrabajista Hugo Baralis y él y Alberto Cima en los bandoneones.
Dos
años más tarde, actuó por última vez en la orquesta de Francisco,
desempeñándose desde 1931 exclusivamente al frente de sus distintas formaciones
orquestales, siempre compuestas por excelentes músicos.
En
octubre de ese año comenzó a grabar para el sello RCA Víctor y participó en la
inauguración de los locales Casanova y Maipú Royal. Al año siguiente, cuando
formaba parte del último elenco que actuó en el célebre Armenonville, cerrado
en ese año, dejó de desempeñarse como bandoneonista a fin de dedicarse
exclusivamente a la dirección de la orquesta, con la que en 1935 realizó una
gira por Brasil y Uruguay.
En
Montevideo la formación se presentó en el concurso Carlos Gardel, en el Estudio Auditorio del
SODRE contando con Aldo Campoamor como cantor.
Luego
fue contratado por la flamante Radio El Mundo y más adelante formó rubro con el
cantor Fernando Díaz.
Hasta
1939 su actividad artística fue muy intensa, realizando grabaciones también
para los sellos Odeón y Pampa. Contaba su orquesta con los vocalistas Fernando
Díaz, Alejandro Fernández, Rafael Cisca, el violinista Antonio Buglione (quien
solía desempeñarse también como cantor), Ernesto Famá y Andrés Falgás, y de las
cancionistas Irma Flores, Dorita Verde y las hermanas Desmond, quienes
invariablemente cantaban a dúo.
A
partir de ese año su actividad fue espaciándose paulatinamente. En febrero de
1940 emprendió una larga gira por América que se prolongó hasta octubre de
1942, y luego, tras un largo paréntesis en el que registró muy escasa
actividad, en 1954 viajó al frente de su nueva orquesta a Japón, en lo que
constituyó la primera actuación de una orquesta típica argentina en ese país.
El
debut se produjo el 1° de octubre de ese año, integrando la misma Hugo Baralis,
Henry Balestro y Emilio González en violines, Alfredo Marcucci, Ramón Torreira
y Arturo Penón en bandoneones, Osvaldo Tarantino en piano y Rufino Arriola como
contrabajista, quien con motivo de la gira abandonó transitoriamente su labor
en la Orquesta Símbolo Osmar Maderna.
Las
voces eran las de Héctor Insúa y María de la Fuente, y además integró el elenco
una pareja de bailarines.
En
1958 reiteró este viaje y también en ese año inició una gira que llevó a su
agrupación a Brasil y México, ahora contando con las voces de Roberto Arrieta y
Susy Leiva.
En
esa oportunidad la orquesta grabó en México un disco de larga duración para la
filial RCA Víctor en ese país. El mismo se tituló Canaro en México, e incluyó entre otros temas,
la selección en una de sus bandas de varios clásicos de Carlos Gardel y Alfredo
Le Pera, como Mi Buenos Aires
querido, Amores de
estudiante, Volver,
Sus ojos se cerraron
y El día que me quieras,
presentados bajo el título de Evocando
a Gardel.
Los
temas fueron interpretados por los mencionados vocalistas. Grabado
originalmente en 1958, el disco fue reeditado en 1963.
Al
regreso de esa gira, en 1959 decidió retirarse definitivamente de la actividad
musical, radicándose desde entonces en Mar del Plata.
Destacamos
finalmente su extensa y muy valiosa labor de compositor. En sus inicios ella
contó con la colaboración de su hermano Francisco, con quien escribió sus
primeros temas: los tangos Mano
brava, dedicado al célebre bandoneonista Minotto Di Cicco, Ave María, El copete, El atorrante, El bacarat, Clavelito, Un capricho, Desengaño, Camarada, El pinche y el siempre
recordado La brisa,
además los valses Estela
y Mi Petite.
A
éstas siguieron otras numerosas composiciones surgidas ya sin la colaboración
de Francisco, entre las que se encuentran los tangos El pangaré, primera obra
propia, datada en 1917, Caricias,
Aquel novio, El sabio, Abuelita, Santa Paula, dedicado al equipo
de polo conocido con esa denominación, y Lágrimas
de amor.
En
1924 escribió la hermosa melodía de Ahí
va el dulce, con letra no muy difundida de Osvaldo Sosa Cordero,
tema del que es insoslayable mencionar el magnífico registro discográfico de la
orquesta de José Basso, como así mismo el de la formación de Osmar Maderna.
Posteriormente
compuso Campo,
tango con letra de Jesús Fernández Blanco y que fue grabado por la orquesta de
su hermano Francisco con la voz de Ernesto Famá el 17 de agosto de 1933, tema
al que siguieron A su Majestad,
Bendita seas, Sueño de muñeca, Delirio, injustamente
olvidado pese a su belleza melódica, y Quejas.
También compuso los valses Lo
que vieron mis ojos y La
noche que me esperes, este último en 1937, en cuya dedicatoria expresa:
«A mi querida madre, con el cariño que se merece. Juan», tema que también
obtuvo gran reconocimiento popular a partir de su grabación por parte de la
orquesta de Osvaldo Pugliese con el cantor Alberto Morán.
A ellos siguieron varios temas sumamente exitosos como el difundido Pipistrela, cuya letra,
perteneciente al actor Fernando Ochoa, fue interpretada insuperablemente por
Tita Merello, quien logró una creación del personaje que la ha dejado
definitivamente identificada con el tema, Copa
de ajenjo, estrenado durante la gira que realizó por América entre
los años 1940 y 1942, de permanente vigencia a través de la grabación que de él
hizo Héctor Mamés, y Cantando
se van las penas, también estrenado en ocasión de esa gira.
Con la colaboración en los versos de Jesús Fernández Blanco, compuso luego la
música de Los treinta y tres.
Amigo
íntimo de Gardel, el Zorzal grabó Desengaño,
El pinche, Camarada y La brisa, todas
composiciones que recordamos entre las escritas en colaboración con su hermano
Francisco, en aquella primera etapa a la que hiciéramos referencia, con letras,
también en todos los casos, de Juan Rafael Caruso.
En el caso de La brisa,
su popularidad se extiende hasta nuestros días a partir de una recordada
grabación de la orquesta de Alfredo De Ángelis con la voz de Carlos Dante.
Además de los ya mencionados, Carlos Pesce fue otro de los letristas que
colaboraron con Juan en sus composiciones.
Fue en su retiro marplatense donde falleció el 16 de marzo de 1977, a los 84
años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
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