Así, después de haber ganado en el año 1944 uno de los habituales concursos de cantores que por aquellos años organizaban los recordados estudiosos del tango Roberto Casinelli y Raúl Outeda, y mientras continuaba con su trabajo de chofer de ómnibus urbanos, realizó su primera grabación, la de un tema titulado Celedonio compuesto por él mismo en colaboración con el mencionado Casinelli y Antonio Di Rossa. La grabación, en la que contó con el acompañamiento de un dúo de guitarras, permaneció inédita y hoy es por supuesto, casi imposible acceder a ella.
En ese mismo año, debutó en la orquesta que acababa de formar el violinista Raúl Kaplún, quien poco antes se había desvinculado de la orquesta de Lucio Demare.
La orquesta de Kaplún, a la que en 1949 ingresó como pianista el muy joven Osvaldo Requena, en lo que era su segundo trabajo profesional, se presentaba por entonces en forma simultánea en las radios Splendid y Belgrano, además de animar bailes y realizar giras, una de ellas a las Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero.
Goyeneche permaneció con Kaplún hasta la disolución de la agrupación producida en el año 1952.
Según el mismo cantor aseguraba, había dejado con ella algunas grabaciones que nunca fueron editadas.
Por un tiempo, el joven vocalista siguió únicamente con su oficio de colectivero, y mientras manejaba entretenía con su canto a los pasajeros. En cierta ocasión, uno de los transportados era Justo José Otero, autor de letras de varios tangos exitosos y representante artístico de Horacio Salgán. Otero quedó impactado con el canto de tan particular chofer, invitándolo a hacer una prueba con el ya por entonces reconocido director. De ese modo, en el año 1952 Roberto se incorporó a esta orquesta, justo cuando ella iniciaba una trayectoria que la ubicaría en las primeras líneas de la música ciudadana.
Recién entonces, Goyeneche se atrevió a dejar definitivamente su oficio de chofer, simultáneamente con su debut con Salgán en el local del Tango Bar.
Con esta orquesta, realizó sus primeros registros discográficos editados comercialmente, comenzando con el tango de Cavazza y Font, Alma de loca, grabación realizada el 30 de mayo de ese año.
El total de grabaciones con esta formación alcanzó a diez, algunas de ellas a dúo con Ángel Díaz, El Paya, colega que fue quien le asignó el apodo «el Polaco».
De su etapa de cantor en esta formación, quedaron además de esa grabación inicial otros importantes registros, tales como los tangos Pan, cuya melodía compuso el pianista Eduardo Pereyra, con letra de Esteban Celedonio Flores, está cargada de un fuerte contenido social; Siga el corso, Yo soy el mismo y el vals Un momento, una de las producciones que en música y letra pertenecen a Héctor Stamponi, todas ellas realizadas para el sello RCA Victor.
En 1956, se incorporó a la orquesta de Aníbal Troilo, quien necesitaba por entonces un nuevo vocalista con motivo del alejamiento de Jorge Casal.
En ese mismo año, comenzaron sus registros fonográficos con la orquesta de Pichuco, quien estaba aún vinculado al sello TK, dejando registrados para dicho sello las grabaciones de los tangos Bandoneón arrabalero, Calla y Cantor de mi barrio y la colorida milonga de Alberto Gómez Milonga que peina canas.
Al año siguiente, la orquesta de Troilo se incorporó al sello Odeon, para el que Goyeneche participó en recordadas versiones de los tangos Un boliche, Lo que vos te merecés, Barrio pobre, Pa’ lo que te va a durar, Te llaman malevo, El metejón y Aguantate Casimiro, entre otras, además de algunas que efectuó a dúo con Ángel Cárdenas, como por ejemplo La calesita y Malón de ausencia.
Ya en su etapa final como cantor de la orquesta de Troilo, al reincorporarse esta formación al catálogo de RCA Victor en el año 1961, Goyeneche participó en grabaciones para este sello comenzando con la versión que el 18 de agosto de ese año orquesta y cantor hicieron del tango del propio Troilo y Cátulo Castillo titulado A Homero, bellísimo homenaje a Homero Manzi, fallecido diez años atrás.
Ese mismo día, también dejaron registrados el clásico de Cobián y Pascual Contursi El motivo y Mi luna, de Carlos Olmedo y Lito Bayardo. Posteriormente, Goyeneche con la orquesta de Troilo participó en las versiones grabadas de los tangos Garúa y Coplas, realizadas el 9 de enero de 1962, este último a dúo con la cantante Elba Berón, y ya en 1963, los temas A mí no me hablen de tango, de Juan José Paz y José María Contursi; Cómo se pianta la vida, de Carlos Viván; La última curda, de Troilo y Cátulo Castillo, y Tamar, de Osvaldo Berlingieri —pianista que había sido recientemente incorporado a la orquesta de Troilo—, con letra de Oscar Núñez.
El total de sus registros con la orquesta de Troilo hasta el año 1963 para los tres sellos indicados con anterioridad alcanzó a treinta y ocho. En ese año, se desvinculó de esta orquesta, iniciando al año siguiente su camino de solista, veinte años después de su debut en la orquesta de Kaplún y habiendo pasado en total por tres agrupaciones.
Sus comienzos en esta nueva etapa fueron realmente difíciles, porque se contextualizaron en tiempos muy poco favorables para la música de tango.
Sin embargo, aún en ese difícil marco, cuatro años más tarde, esto es en 1968, llegó a la cumbre de la popularidad, lugar que no perdió jamás, ni cuando a partir de 1980 su voz parecía quedarse trabada en su garganta, recurriendo entonces en su reemplazo a un fraseo inimitable que lejos de disminuir su fama, la acrecentó.
Su ascenso al grado de mito es fundamentado en un lúcido relato por el investigador del género Horacio Salas, quien señala que «hasta 1968, Goyeneche era un cantor muy reconocido, al que se le acreditaba excelente timbre y perfecta afinación, demostradas en memorables grabaciones con Troilo y con Salgán, pero no revestía todavía el carácter de mito que adquirió a partir de entonces por la conjunción de varios factores», los que el aludido investigador señala a continuación.
En primer lugar, destaca «la publicación de un disco larga duración con temas de características melódicas, tales como Fuimos, Mimí Pinzón y Malena, entre otros, que causó furor en una época en la que el tango había perdido difusión».
El segundo aspecto destacado por Salas es «la diaria presentación del Polaco en Caño 14, uno de los principales reductos tangueros de la época». Finalmente, resultó primordial para el mencionado autor un artículo firmado por el doctor Hipólito Paz, ex canciller argentino durante el segundo gobierno de Perón, que fue publicado en la revista Confirmado, del 19 de septiembre de 1968, que el autor tituló Goyeneche, la mejor voz del tango.
En ese artículo, que alcanzó enorme repercusión, Paz pronosticaba con asombrosa certeza el futuro de mito que aguardaba a Goyeneche, y obviamente, no se equivocó.
Constituyó a partir de entonces para muchos especialistas, el fenómeno tanguero más importante de las tres últimas décadas del siglo XX.
En su carrera de solista, realizó doscientas ochenta y nueve grabaciones, algunas de ellas como cantor invitado de grandes formaciones, como las de Aníbal Troilo, Astor Piazzolla y el Sexteto Tango, a las que se hará referencia con posterioridad.
Además, participó en la película El derecho a la felicidad, filmada en el año 1967 bajo la dirección de Carlos Rinaldi, en la que cantó los tangos Garúa y Sur y en el largometraje documental El tango cuenta su historia, codirigido por Fernando Ayala y Héctor Olivera, en 1976.
En su extensa discografía como solista, contó con la colaboración de arregladores y directores de notable valía. Su primer acompañamiento estuvo a cargo del trío conformado por Luis Stazzo, Armando Cupo y Mario Montreleone, con el que dejó registrados once temas. Los nueve primeros, en el año 1963, fueron incluidos en un disco larga duración, del sello uruguayo Sondor, titulado Roberto Goyeneche, la máxima expresión del tango; mientras que los dos restantes, Amor de verano y Desconocidos, ambos pertenecientes a Luis Stazzo y Federico Silva, editados en estudios porteños pero para el sello uruguayo Antar Telefunken corresponden al año 1966.
En ese mismo año, y para ese mismo sello, acompañado por un trío formado por Stazzo junto con Roberto Pansera, en bandoneones, y Juan José Paz, en el piano, grabó seis temas que formaron parte de un long play titulado Goyeneche romántico.
En ese mismo año, comenzó su vinculación con la orquesta de Armando Pontier quien lo acompañó entonces en la grabación de cinco temas, para luego totalizar treinta y dos registros en común.
Con Ernesto Baffa y Osvaldo Berlingieri comenzó a grabar en 1967. Con ellos, al frente de su orquesta o dirigiendo un trío, totalizó veinticuatro registros, además de doce realizados con el marco orquestal dirigido por Berlingieri, en el año 1980.
Otros directores que prestaron marco orquestal al Polaco fueron Raúl Garello, quien lo hizo en veintitrés ocasiones; Roberto Pansera en siete ocasiones; Atilio Stampon, en treinta y seis, y la Orquesta Típica Porteña, en sesenta grabaciones.
Néstor Marconi al frente de su conjunto lo acompañó en veinte grabaciones y el conjunto Los Modernos lo hizo en ocho oportunidades.
Además de sus registros como solista, debe también mencionarse su labor como cantor invitado para la grabación, entre el 28 de noviembre de 1968 y el 30 de julio del año siguiente, con la orquesta de Aníbal Troilo codirigida por éste y por Armando Pontier, de trece temas para la edición de un disco long play.
Los temas grabados en su totalidad fueron compuestos por Pontier con letra del poeta uruguayo Federico Silva. De ellos, se recuerdan muy especialmente Palermo en octubre, Señorita María y Nuestro Buenos Aires (tema que fue elegido como título del long play) entre otros diez temas de muy alta calidad.
Luego de esta participación con la orquesta de Pichuco, Goyeneche tuvo su última participación con ella en el año 1971 nuevamente como invitado, ya en las postreras grabaciones de la misma. Los registros en esta ocasión se concretaron el 26 de abril de ese año, fecha en la que grabó Tinta roja, Sur, El bulín de la calle Ayacucho y Toda mi vida. Luego, el 6 de mayo, cuando registró Fueye, Barrio de tango, En esta tarde gris y Una canción; para finalmente grabar el 24 de junio La violeta, Trenzas, Fogón de huella y Corazón de papel, las que también fueron los últimos registros fonográficos de esta célebre orquesta.
Esos doce temas fueron reunidos en un disco larga duración titulado ¿Te acordás Polaco?, último álbum publicado de la orquesta de Troilo. También en carácter de cantor invitado registró en 1982 con Astor Piazzolla y su quinteto, seis grabaciones en vivo, realizadas entre el 29 y 30 de mayo en el teatro Regina. Ellas fueron Cambalache, Garúa, Chiquilín de Bachín, El gordo triste, La última curda y Balada para un loco.
En 1983, en ocasión de ser invitado por el Sexteto Tango, realizó trece grabaciones más.
En ese mismo año, participó del debut en París de Tango Argentino en la que fuera la primera presentación de este brillante espectáculo musical en el exterior.
Además de Goyeneche, participaron en esa oportunidad el Sexteto Mayor, el dúo Salgán De Lío y los bailarines Juan Carlos Copes y María Nieves, entre un total de treinta músicos y artistas.
En 1986, acompañado al piano por Enrique Cadícamo, grabó un fragmento del tango Garúa, el que formó parte del disco larga duración titulado El poeta y el cantor, integrado totalmente por temas pertenecientes a Enrique Cadícamo, quien pronunció unas palabras que integran el disco.
En 1995, es decir el mismo año de su fallecimiento, fue dado a conocer un disco en el que se recopilaron grabaciones realizadas con anterioridad por el Polaco en actuaciones en vivo, acompañado en cuatro de ellas por el bandoneonista Néstor Marconi y el contrabajista Adolfo Ridolfi y en las nueve restantes por Juanjo Domínguez.
El total de grabaciones realizadas a lo largo de su extensa trayectoria discográfica alcanzó a trescientos cuarenta y nueve, sin sumar entre ellas aquellas cuatro primeras que quedaron inéditas. En ellas, se incluyen las doscientas ochenta y nueve realizadas durante su carrera de solista, siendo sesenta restantes las que corresponden a su etapa de cantor de las orquestas de Horacio Salgán y Aníbal Troilo.
De las múltiples distinciones y honores que recogió a lo largo de su carrera, en especial en sus últimos años, cabe destacar su designación en el año 1990 como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo diploma le fue entregado en propias manos por el entonces presidente de la Nación.
Una autorizada y muy interesante opinión sobre este emblemático cantor es la que dejara Astor Piazzolla, quien definió a el Polaco como único e irremplazable, agregando que «junto con Edmundo Rivero, son los dos grandes cantantes del momento» (se estaba refiriendo a la década de los años setenta), pero «mientras Rivero es más bien un payador, Goyeneche es totalmente cantor de la ciudad, porque su timbre y el color de su voz reflejan el sentir del habitante de ella».
Transformado en un verdadero mito, seguramente sólo superado por Gardel, el Polaco falleció el 27 de agosto de 1995, el mismo día que también se fuera Beba Bidart.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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