Pianista y compositor, fue en ambos aspectos uno de los pioneros del tango. Había nacido en Buenos Aires el 21 de abril de 1869.
Señala Horacio Salas que era nieto de un matrimonio de antiguos esclavos, cuyos patrones le dejaron una suma apreciable de dinero en herencia que le hubiese permitido vivir sin sobresaltos y que sin embargo él dilapidó.
Obligado entonces a vivir de su piano, tocó en prostíbulos y cafetines de ínfima categoría, hasta que recaló en el por entonces famoso local de María La Vasca, lugar en el que se reunía mensualmente un grupo de personas bajo la denominación de Z Club, integrado por acaudalados comerciantes y estancieros de la época, encuentros para los que el local les era reservado en forma exclusiva, es decir el mismo era cerrado para todo concurrente que no fuese miembro de la mencionada agrupación.
Mendizábal, que tenía particular interés en hacer conocer sus obras, se las dedicaba a los distintos componentes de ese grupo, por lo que obtenía del respectivo destinatario una suma de dinero que le permitía vivir sin sobresaltos por varios meses.
Por el mismo motivo, identificó a muchas otras de sus producciones con títulos tales como Don Enrique, Don José María —del que existe una excelente interpretación grabada por Carlos Di Sarli con su orquesta en el año 1954—, Don Horacio, Don Santiago, Don Padilla, Alberto, es decir los nombres de integrantes del Z Club, que le retribuían con cien pesos fuertes de entonces esa dedicatoria.
Compuso así un tango que luego alcanzó notoria celebridad al que tituló El entrerriano, en homenaje a Ricardo Segovia, socio del Z Club, que concurría sólo ocasionalmente a esas reuniones, dado que residía en su provincia natal de Entre Ríos, en la que se encontraba al frente de una importante estancia.
También escribió un tango al que tituló Z Club, como homenaje a todo el grupo de asociados de esa particular peña de amigos.
Su importante labor de compositor se extendió también a otros títulos sin la común particularidad que señaláramos en todos los anteriores.
Le pertenecen también entre otros, Reina de Saba y Pronto regreso, ambos grabados por el Quinteto Pirincho —recordada agrupación que dirigía Francisco Canaro—; Viento en popa, Final de una garufa, México, Le petit parisien, A la luz de los faroles, A la larga, Los dos leones, Por aquí que no hay espinas, Arrabalera y Rosendo, título este último que aparece como una autodedicación.
Quienes han recogido testimonios de personas que pudieron escucharlo, aseguran que Mendizábal fue el pianista más completo de la guardia vieja, con la ventaja sobre otros pianistas de esa época de haber tenido estudios de conservatorio, del que egresó como profesor de piano y de solfeo.
Falleció, ciego y en la miseria, el 30 de junio de 1913, a los 44 años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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