José González Castillo - Biografía

 

Poeta, periodista, dramaturgo, sainetero y comediante, nacido en Rosario el 25 de enero de 1885. Considerado uno de los nombres más relevantes de la primera generación de letristas del género, su obra constituye una referencia ineludible para estudiar la evolución del tango a partir de la incorporación de la letra a sus melodías hasta entonces tan sólo instrumentales. Asimismo, su polifacética personalidad le permitió destacarse no sólo como un periodista de ácida y certera pluma, sino también ubicarse entre los autores teatrales más importantes de su época.

Huérfano desde muy pequeño, fue criado y educado por un sacerdote de la ciudad de Orán, en la provincia de Salta, conservando de esas enseñanzas un gran conocimiento de la Biblia, de cuyas lecturas adquirió un profundo sentimiento moral y ético, además de imbuir su pluma de sus versículos, a los que almacenó en su memoria con una admirable fidelidad durante toda su vida.

De regreso en su ciudad natal, transitó por diversos oficios antes de ingresar como reportero al diario La República, en cuya redacción también trabajaba Florencio Sánchez, quien a partir de entonces ejerció una influencia decisiva sobre la formación intelectual del joven periodista.

Aún adolescente, se trasladó a Buenos Aires, donde pronto adhirió a las ideas anarquistas en boga en esa época.

En su nueva ciudad de residencia, consolidó su personalidad idealista y luchadora, comenzando su actividad autoral con obras relacionadas con los distintos géneros teatrales, para los que exhibió un relevante talento. En efecto, tanto el drama, como el sainete; la comedia, la revista, la tragicomedia, la zarzuela, el cuento escénico, los monólogos y hasta los cuentos infantiles como Juan Pirincho, el hijo del bosque, estrenada en el teatro Nuevo, destacaron su extraordinaria versatilidad.

En 1907, estrenó su primera obra teatral, titulada Del fango, que la compañía de Juan José Podestá puso en escena en el teatro Apolo.

De inmediato a esa obra le siguieron el drama Las rebeldes, luego, en 1908, su primer gran éxito, Entre bueyes no hay cornadas, cuyo texto escrito en ágiles versos describe a pintorescos personajes urbanos a través de un lenguaje popular, desnudando algunos aspectos negativos de sus personalidades, como la viveza criolla y su alardeada guapeza, y posteriormente el drama La telaraña.

En 1910, presentó La serenata, cerrando con ella una primera etapa de su labor autoral, puesto que en ese año debió interrumpirla con motivo de su exilio en Chile, país de donde pudo regresar recién en 1914.

Sus trabajos para el género dramático incluyeron otras valiosas obras de ineludible referencia como El grillete, El hijo de Agus, La mujer de Ulises, El pobre hombre, La mala reputación, Los invertidos, Hermana mía, Mañana será otro día y El parque.

A partir de su retorno de Chile, su labor adquirió un rol preponderante entre los autores del género sainetero, muchos de los cuales devinieron poco más adelante en importantes letristas del tango.

En su caso, la primera letra que escribió para un tango data del año 1918. La poesía fue dada a conocer bajo el título Qué has hecho de mi cariño, y se estrenó cantada por Manolita Poli sobre la música del tango Royal Pigall compuesta por Juan Maglio, en el tercer acto de la obra Los dientes del perro, del propio González Castillo. La primera puesta en escena se produjo el 26 de abril de dicho año.

Luego, en 1922, dio a conocer Sobre el pucho, glosas a las que le puso música Sebastián Piana y cuya fama perdura hasta nuestros días. A este tema le siguieron otras producciones tan notables como la mencionada: Silbando, El último organito y El aguacero, maravillosa descripción de una tormenta de verano en el escenario del campo argentino, las tres sobre música de su hijo Cátulo Castillo.

También con música de Cátulo, le pertenecen los descriptivos versos de Aquella cantina de la Ribera, tema grabado por Gardel el 30 de noviembre de 1926 con el acompañamiento de las guitarras de Ricardo y Barbieri, y con melodía de Charlo, la romántica poesía del Viejo vals, el que fuera grabado por la orquesta de Francisco Rotundo con las voces a dúo de Floreal Ruiz y Enrique Campos.

Otra importante contribución al enriquecimiento de la poesía tanguera fue Grisetta, con hermosos acordes de Enrique Delfino.

Nuevamente con música de Cátulo escribió la letra de Papel picado, tema del que existe una muy buena versión grabada el 26 de enero de 1948 por la orquesta de Ricardo Tanturi con la voz de Osvaldo Ribó.

Una de las últimas producciones del binomio autoral que padre e hijo conformaban fue Música de calesita, tango que Azucena Maizani registró en 1930 con la participación de un coro y el marco musical del trío que formaban Oreste Cúfaro en piano, Roberto Zerrillo en violín y Roberto Parada en guitarra.

Con música de José Bohr, compositor de tangos sumamente recordados como Cascabelito y Medias de seda, escribió la letra de Por el camino, que fue grabado en el año 1941 por la Orquesta Típica Victor con la participación precisamente Bohr como cantor.

De menor difusión que los anteriores, pero también valiosos aportes al género fueron las letras de González Castillo de A Monmartre, Acuarelita de arrabal, El circo se va, Bandoneón, El porteño, Invocación al tango, Ya estoy de vuelta barrio, Páginas de amor, El pregón y Como te quiero.

Fue también autor de guiones cinematográficos, tanto en la etapa del cine mudo (Juan Moreira, Nobleza gaucha y Juan sin ropa) como en la del cine sonoro, para el que escribió en el breve lapso transcurrido entre el advenimiento de éste en el país y su desaparición física, el libro del film La ley que olvidaron.

Además, González Castillo fue uno de los organizadores del Museo del Teatro y de la Comedia Nacional Argentina, dirigente de la Casa del Teatro y figura relevante del Círculo Argentino de Autores y del Sociedad Argentina de Autores.

Investigadores de la talla de Tálice y Horacio Ferrer reconocen en González Castillo una tarea relevante en la evolución de las letras de tango, prácticamente desde el mismo origen del tango cantado.

Así, el primero de ellos señala que «como letrista, es un autor de antología. No es posible realizar estudio alguno de la historia del tango sin recurrir al conocimiento del aporte valioso de quien escribió líricamente la letra de Organito de la tarde. La letra de este tango —continúa comentando Tálice— fue el primer aporte de alto vuelo literario realizado para el género, constituyéndose en la línea inspiradora de la producción de otros autores en las dos décadas siguientes, en especial de Homero Manzi».

González Castillo está considerado la principal figura de esa primera y formidable generación de poetas del tango que a partir de 1918 aproximadamente, conformaran junto con él nombres como los de Alberto Vacarezza, Manuel Romero, Carlos Pacheco, Juan Andrés Caruso y Roberto Cayol.

La intensa vida de González Castillo se interrumpió inesperadamente el 22 de octubre de 1937. Ese día un síncope cardíaco lo abatió cuando sólo tenía 52 años de edad. 

 


Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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