Se inició en el año 1916 junto con Juan Bautista Guido el Lecherito, para incorporarse luego como pianista de los conjuntos de Ricardo Brignolo y de Eduardo Arolas.
Conducido por este último, integró desde el piano un conjunto en cuya fila de bandoneones estaban el director, el Tano Genaro Spósito y otro ejecutante de apellido Quevedo, mientras que los violinistas eran Rafael Tuegols, Julio De Caro y González.
Con esta agrupación, participó de las presentaciones que Arolas concretaba frecuentemente en Montevideo en los años 1918 y 1919 al frente de un cuarteto, al que ingresó en reemplazo del pianista Roberto Goyeneche. Completaban esa formación Rafael Tuegols y Julio De Caro como primer y segundo violín, respectivamente. El conjunto pronto se transformó en quinteto con la incorporación de Manuel Pizarro como segundo bandoneón.
Además de presentarse en Montevideo durante el verano de 1918–1919, con el conjunto de Arolas actuó en los cabarets Ta–ba–rís, Maxin’s y Royal Pigall. De regreso de Montevideo, la orquesta de Arolas emprendió una gira por la provincia de Buenos Aires, produciéndose en Tres Arroyos una fuerte desavenencia entre De Caro y Rizzutti con «el Tigre del Bandoneón», a resultas de la cual, violinista y pianista se desvincularon del director y regresaron a Buenos Aires, donde ambos, junto con Pedro Maffia y el violinista José Rosito, conformaron un cuarteto para actuar en el café El Parque, sito en pleno centro de Buenos Aires, lugar donde estrenaron el tango Pulgarín, escrito por Rizutti en colaboración con De Caro.
Pasó después a formar parte de una agrupación dirigida por el bandoneonista Luis Petruccelli y luego ingresó a la orquesta de Osvaldo Fresedo, con quien cubrió una extensa etapa de su trayectoria como intérprete, prolongada desde el año 1922 hasta 1939, con una breve interrupción durante 1931 y 1932, a la que posteriormente se hará referencia.
En el año 1925, cuando se desempeñaba como pianista de Fresedo, la intensa actividad de este director lo obligó a formar cuatro orquestas paralelas todas bajo su dirección, ocupando Rizzutti el piano de la principal de ellas, en la que actuaba el propio director. Esta formación realizaba sus actuaciones en el cabaret Ta–ba–rís y en LR9 Radio Fénix. El 16 de octubre de 1928, como integrante de la orquesta de Fresedo Rizzutti embarcó en viaje hacia París. Entre otras destacadas actuaciones en la Ciudad Luz se recuerda la participación de esta formación en la inauguración del lujoso cabaret Nouvelle Garrón, ubicado en Montmatre, además de presentarse en el famoso Lido, en la residencia del Barón Rotschild y en El baile de las cunas blancas sobre el puente de plata correspondiente al año 1929, espectáculo en el que anualmente se elegía a Miss Europa entre veinte candidatas de distintos países de ese continente. Además de estas presentaciones en la capital francesa, participó en otras exitosas actuaciones en Ostente, la Costa Azul y Bélgica.
Luego, su actividad en la orquesta de Fresedo se interrumpió brevemente en 1931, cuando se incorporó por un breve lapso a la agrupación de Carlos Marcucci, a la que ingresó en reemplazo del pianista Alberto Solfer, oportunidad en la que participó en grabaciones realizadas para el sello Victor, prosiguiendo luego en 1932 como integrante de la gran orquesta que en ese año formó Julio De Caro cuando éste decidió ampliar sustancialmente su sexteto.
Esta nueva formación, integrada por catorce músicos y el cantor Antonio Rodríguez Lesende, contaba con dos pianos, uno a cargo de Francisco De Caro y el otro de Rizzutti.
Con esta nueva estructura ampliada a orquesta, la formación se presentó en el teatro Astor y luego realizó una extensa gira por el interior del país que se extendió casi hasta fines de ese año 1932, resultando además ganadora del Primer Concurso Nacional de Tangos que organizó el diario Crítica.
De regreso —a comienzos de 1933— a la orquesta de Fresedo, cuando ésta iniciara un nuevo ciclo de grabaciones en el sello RCA Victor, participó en la película Tango, primer film en la historia del cine sonoro argentino.
Participó poco después en la recordada película Los tres berretines, cuyo rol protagónico estuvo a cargo de Luis Sandrini. En ella, Rizzutti tuvo una destacada participación como pianista de la formación.
En esta etapa, también actuó en Radio Nacional, que poco después se convirtió en radio Belgrano, y en el teatro Cómico, en el que se presentó en la comedia Diez postales por un peso.
Rizzutti permaneció ahora ininterrumpidamente en la formación de Fresedo hasta su desvinculación definitiva en el año 1939.
Desde marzo de ese año, dirigió su propia orquesta, contando en ella con el cantor Roberto Ray, también hasta entonces integrante de la formación de Fresedo, con la que se presentó en audiciones de la misma radio Belgrano. No obstante, siguió colaborando con Fresedo, hasta fines del mencionado año.
Contó entre otros músicos en su nueva formación, con Adolfo Muzzi, como primer violinista, y Félix Verdi, como conductor de la fila de bandoneones.
Con su flamante agrupación, Rizzutti se presentó en locales nocturnos y reuniones danzantes, aunque durante un tiempo no muy prolongado.
Cuando Ray se desvinculó para proseguir su carrera como solista, Rizzutti formó una nueva agrupación que codirigió con el bandoneonista Daniel Álvarez, el compositor de Volvamos a empezar, con la que realizó una corta temporada, para luego retirarse definitivamente de la actividad artística, desarrollando a partir de entonces una intensa actividad como docente.
En su destacada faz de compositor, cabe destacar, entre otros temas, su tango Cenizas, hermoso instrumental compuesto en 1922, es decir en el año de su incorporación a la orquesta de Fresedo con motivo de un triste acontecimiento en su vida: el fallecimiento de su novia.
Existen excelentes grabaciones de este tema por parte de la Orquesta Símbolo Osmar Maderna, con especial lucimiento del piano de Orlando Trípodi, y de la de Aníbal Troilo, realizada en el año 1952, cuando la formación de Pichuco registraba sus discos para el sello TK. Frases de amor es también uno de sus primeros temas instrumentales, llevado al disco por la orquesta de Osvaldo Fresedo, con la participación de Rizzutti en el piano, el 3 de septiembre de 1927. El cisne es otro de los grandes instrumentales de Rizzutti, grabado en este caso por la orquesta de Juan D’Arienzo.
Entre sus temas escritos con la colaboración de letristas se cuentan Retazo, con versos de Santiago Giordano, que Osvaldo Fresedo grabó con su orquesta y la voz de Roberto Díaz el 22 de marzo de 1935, y El tarta, con curiosa letra de Emilio Fresedo, cuyo canto representa un verdadero desafío para los vocalistas que se atreven a encararla, del cual ha sido airosamente superado por Roberto Ray, quien lo grabó con Osvaldo Fresedo el 28 de noviembre de 1933, y por Alberto Echagüe, en la difundida versión del tema realizada como cantor de la orquesta de Juan D’Arienzo.
También lleva letra su tango Hollín, cuyos versos fueron escritos por A. Canale, llevado al disco por Gardel a comienzos de 1924 con las guitarras de Guillermo Barbieri y José Ricardo.
A este tema, siguieron dos composiciones de Rizzutti sumamente recordadas. Una de ellas es Bésame en la boca, con letra del escritor y poeta santiagueño Eduardo Calvo, cuya primera grabación fue la realizada por Gardel con acompañamiento de guitarras en 1926 y por la orquesta de Osvaldo Fresedo, en forma instrumental, el 26 de mayo de 1927. Con posterioridad, este tema fue llevado al disco por la orquesta de Alfredo De Ángelis con su cantor Carlos Dante el 19 de mayo de 1950 y por Ángel Vargas en su etapa de solista, acompañado por la formación dirigida por Armando Lacava el 26 de enero de 1926.
La otra, con letra del autor teatral y periodista José Antonio Díez Gómez, es Volvé mi negra, cuya primera versión discográfica fue la realizada para el sello Odeon por la orquesta de Osvaldo Fresedo el 3 de mayo de 1927 con la voz del cantor y luego popular actor Juan Carlos Thorry.
La misma formación orquestal llevó nuevamente al disco este tema, ahora con la voz de Tita Merello, el 3 de agosto de 1927, es decir exactamente tres meses después de la primera versión, en el día del debut discográfico de esta emblemática actriz y cantante. Tita ese día con ese mismo marco grabó además ¿Te acordás reo?, tango de Emilio Fresedo.
Rizzutti participó personalmente en las grabaciones de ambas composiciones realizadas por la orquesta del Pibe de la Paternal, en su carácter de pianista en aquella etapa de la inolvidable formación.
Las primeras versiones de Volvé mi negra fueron del agrado de Gardel, quien lo grabó el 9 de enero de 1928, con el dúo de guitarras integrado por Ricardo y Barbieri, dado que aún no se había incorporado José María Aguilar a su acompañamiento.
En el mes de septiembre de 1929, la composición de tan suplicante título fue objeto de otra versión discográfica, en este caso por la orquesta de Juan Maglio en forma instrumental.
Mucho tiempo después, el 16 de junio de 1953, el tema fue grabado por la orquesta de Héctor Varela con la voz de Rodolfo Lesica y luego, ya a comienzos de los años sesenta, la letra de Díez Gómez fue nuevamente cantada en la grabación efectuada por Miguel Montero cuando iniciaba su carrera de solista acompañado por el marco orquestal de José Libertella.
También con versos del mismo Díez Gómez, le pertenece la música de Canción de cuna, otra de sus composiciones grabadas por Gardel en este caso el 2 de agosto de 1928, acompañado esta vez por las guitarras de Ricardo, Barbieri y el recientemente incorporado José María Aguilar, como asimismo por Florindo Sassone con la voz de Jorge Casal el 19 de mayo de 1947 en la que fuera la primera grabación de esta orquesta junto con la del tango Volver.
Hollín, Bésame en la boca, Canción de cuna y Volvé mi negra son en definitiva los cuatro temas que Gardel grabó de este compositor.
También son de su inspiración las melodías de Adiós para siempre, con letra de Nolo López, también llevado al disco por Osvaldo Fresedo, con Roberto Ray el 7 de diciembre de 1936, y por Ángel D’Agostino con Ángel Vargas el 16 de marzo de 1942, del vals Cuando florezcan los nardos, con letra de F. García, grabado en octubre de 1931 por la orquesta de Juan Canaro con la voz de Ernesto Famá, y del tango Pasión llevado al disco por la histórica orquesta de Juan Maglio Pacho, en agosto de 1927 con estribillo cantado por Nicolás Gianastasio.
Otros títulos de menor difusión que los reseñados anteriormente son Tristeza gaucha, Entre rejas, Ingrato, Che Pascual, La pueblera, Mi estrella, Pulgarín, La muñeca, Noche de olvido y Primer amor.
En la historia de la evolución del piano en los conjuntos de tango, siempre se destaca la relevante participación de este intérprete en la consolidación de la función conductora del piano en las formaciones dedicadas a la interpretación de la música ciudadana, superando los monocordes esquemas que para este instrumento reservaban las estructuras musicales de la guardia vieja.
Compartió esta importante tarea con otros pianistas surgidos en la década del veinte, tales como Juan Carlos Cobián, Francisco De Caro, Eduardo Chon Pereyra, Carlos Vicente Geroni Flores y el tempranamente desparecido Roberto Goyeneche, tío del Polaco.
Horacio Ferrer ha destacado a Rizzutti como «uno de los primeros instrumentistas que cultivaron los solos de ocho y dieciséis compases», recordando en tal sentido los que realizó en la grabación del tango Sollozos, cuando se desempeñaba en la orquesta de Osvaldo Fresedo.
Su fallecimiento se produjo el 16 de enero de 1953 a los 55 años de edad, como consecuencia de un accidente automovilístico. Ese día viajaba como pasajero de un taxi que protagonizó un choque en su barrio de San Cristóbal. Quien esto escribe escuchó a Julio Jorge Nelson relatar en una de sus audiciones radiales en el año 1969, que «Rizzutti había sufrido diez días antes de ese accidente la caída desde una escalera mientras desarrollaba tareas de pintura en el interior de su domicilio. El percance le ocasionó un entorsis de tobillo, limitando por lo tanto su movilidad. Obligado así a suspender transitoriamente su diaria caminata de quince cuadras hasta el conservatorio donde impartía lecciones aún en los meses de pleno verano, reemplazó la misma por viajes en taxi, uno de los cuales culminó con tan trágico desenlace.»
Así, una sucesión de hechos en principio poco relacionados entre sí, pusieron temprano fin a la vida de este relevante músico.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo III
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