Pianista, compositor, arreglador y director, nacido el 6 de junio de 1928. Se inició como pianista de la orquesta que acompañaba a Ernesto Famá, pasando luego a la de Alfredo Gobbi, a la que se sumó a mediados de los años cuarenta en reemplazo del pianista uruguayo César Zagnoli. Cuando la formación del Violín Romántico del Tango comenzó a grabar para el sello RCA Victor en mayo de 1947, Tarantino ya se había desvinculado de la misma, por lo que no alcanzó a participar en la discografía de ese recordado conjunto musical.
Ingresó luego a la agrupación de Juan Canaro, e integró la formación que bajo este director en el año 1954 realizó la primera gira a Japón de una orquesta de tango. El debut en ese país se produjo el 4 de octubre de ese año y los músicos que la conformaban eran: Hugo Baralis, Henry Balestro y Emilio González, en violines; Alfredo Marcucci, Ramón Torreira y Arturo Penón, en bandoneones; Osvaldo Tarantino, en piano, y el contrabajo de Rufino Arriola, con las voces de Héctor Insúa y María de la Fuente.
En oportunidad de esa primera actuación en Tokio, la orquesta realizó en vivo la grabación de trece de los temas interpretados en esa presentación, entre ellos Canaro en Japón, que Tarantino en colaboración con el bandoneonista Ramón Torreira escribiera para homenajear al director de la que sería una inolvidable gira.
Entre esos temas, publicados nuevamente en el año 1997 por el sello Melopea en formato de disco compacto, y además del mencionado, se incluyeron Ahí va el dulce —el tema más relevante de los compuestos por el director—, El choclo, Yira Yira, Adiós pampa mía, Inspiración y Una lágrima tuya.
En 1956, interpretando la celesta, integró con el contrabajista Enrique Kicho Díaz y un conjunto de guitarras, el acompañamiento del cantor Alberto Marino en la grabación de los tangos Las cuarenta y Viejo baldío, en un disco de 78 revoluciones editado por el sello Odeon. Al año siguiente, dirigió la orquesta que acompañó a ese mismo cantor en la grabación de veinte temas para el sello Disc Jockey, entre ellas algunas que resultaron verdaderos éxitos de Marino, como fueron los casos de Garúa, Tinta roja, Callejera, Misa de once, 9 de Julio, Tarde y la versión en tiempo de tango de la canción Venganza.
Además, brindó apoyo orquestal a este cantor en uno de los viajes que éste realizó a Nueva York, Estados Unidos.
En 1957, se incorporó a la orquesta de Roberto Caló en reemplazo de Osvaldo Berlingieri, siendo el último pianista de esta agrupación, lamentablemente disuelta en el año 1959.
Durante su permanencia en ella, dejó el sello de sus excelentes arreglos que dieran el particular sonido a las grabaciones realizadas en esos tres últimos años esta magnífica orquesta, de la que aún hoy se disfruta su no muy extensa discografía, la que en años anteriores también había tenido en ella la impronta de las orquestaciones de Eduardo Rovira.
En 1972, formó parte del quinteto que Astor Piazzolla rehiciera en ese año, al que ingresó en reemplazo de Osvaldo Manzi y en el que también estaban Horacio Malvicino, Antonio Agri y Kicho Díaz.
Con el quinteto de Piazzolla, participó en la gira realizada por Brasil en 1974 y a fines de ese año se desvinculó del mismo, siendo reemplazado en el piano por Dante Amicarelli, quien debutó en una actuación concretada en el teatro Coliseo de Buenos Aires el día 3 de diciembre de ese año.
La capacidad de Tarantino para la improvisación, similar a la que exhibían los violinistas Antonio Agri y su reemplazante Fernando Suárez Paz, era fundamental para integrar los conjuntos dirigidos por Piazzolla, quien requería del talento de sus músicos para adornar las partes que el director componía, aspecto en el que el pianista realizó aportes sumamente reconocidos por Astor.
En 1976, dirigió la orquesta que acompañó a Edmundo Rivero en la grabación de un disco larga duración titulado Todo Rivero, en el que se incluyeron temas clásicos como Mi canción de ausencia, Yuyo verde, Milonga triste, Griseta, Ninguna y Nieblas del Riachuelo, junto con otros de más reciente composición, como La última esquina, del propio Tarantino y versos de Juanca Tavella, o el vals hasta entonces inédito de Edmundo Rivero y José María Contusi titulado Acuérdate.
No fue ésa la única oportunidad en la que Tarantino dirigió el acompañamiento de Rivero, dado que nuevamente en 1981 juntaron sus talentos para la grabación de cuatro temas más (Sur —en lo que fue la quinta versión realizada por Rivero de este tema—, Yo soy del treinta, Aquel viejo almacén y Vamos Buenos Aires) los que sumados a otros registros realizados por Rivero con anterioridad con otros acompañamientos fueron editados en un disco larga duración por el sello ATC.
A la recordada cancionista Alba Solís brindó el marco musical de la orquesta bajo su dirección para la grabación de un disco larga duración que incluía los siguientes trece temas: Garúa, Cambalache, El 45, Y te parece todavía, La calesita, Milonga triste, La última curda, Discepolín, Tiempos viejos, Y no te voy a llorar, Jamás lo vas a saber, Graciela oscura y Fangal.
En 1981, dirigió el marco orquestal que acompañó al cantor Hernán Salinas en la grabación del tercer disco larga duración de este intérprete chaqueño, el que fue editado por el sello Odeon bajo el título de Esas cosas de mi barrio. Entre los temas incluidos se destaca el estreno de un excelente tango compuesto por el propio Tarantino con letra de su permanente colaborador Juanca Tavella, titulado Nada más que uno más, registrado el 24 de septiembre del mencionado año.
También dirigió los acompañamientos de Jorge Sobral, Néstor Fabián y Guillermo Galvé, con quien grabó dos discos larga duración, el primero en 1979 y el último en 1984.
En la década ochenta, formó parte de un recordado trío con Néstor Marconi, en bandoneón, y Ángel Ridolfi (fundador en los inicios de los años noventa del Octeto Carlos Rondó), en contrabajo. El conjunto integró el elenco estable del café Homero, acompañando las actuaciones de Roberto Goyeneche, de Ángel Díaz y de Rubén Juárez.
También realizó muchas presentaciones y grabaciones como solista de piano, existiendo asimismo registros discográficos de dúos realizados con Osvaldo Berlingieri.
De su inspiración surgieron excelentes composiciones tales como La última esquina y Vamos Buenos Aires —ambos grabados por Edmundo Rivero con el acompañamiento del marco orquestal dirigido por Tarantino—; Quinto año, La locura y la paz y Los pájaros de La Paternal —con letra de Juan Carlos Tavella, los tres grabados por el cantor Guillermo Galvé también con acompañamiento de la orquesta dirigida por Tarantino—, y Si yo pudiera olvidarla —con versos de Alfredo Palacios, grabado por Osvaldo Pugliese con la voz de Jorge Maciel. También con Tavella como letrista compuso el ya mencionado Nada más que uno más, tema que aparte de la ya recordada versión discográfica de Hernán Salinas no registra otra grabación, pese a la enorme calidad del tema en sus dos facetas: melodía y versos.
Fueron también muy inspiradas Mañana seré feliz, tango compuesto junto con el bandoneonista Ernesto Franco cuando ambos integraban la orquesta de Roberto Caló, formación que lo registró para el sello RCA Victor con Rodolfo Galé cantando los versos pertenecientes a Manuel Mañueco el 21 de marzo de 1958, y Soy un pálido fantasma, con letra de Ángel Gatti, llevado al disco para ese mismo sello por Juan D’Arienzo con el cantor Mario Bustos el 26 de junio de ese mismo año.
Con letra de Héctor Oviedo, compuso la música de Por la luz que me alumbra, pieza que registró Nelly Omar con acompañamiento del conjunto de guitarras dirigido por José Canet.
Entre sus temas los instrumentales se encuentran Sacale chispa, grabado por la Orquesta Los Ases del Tango que codirigieran los bandoneonistas Alberto San Miguel y Antonio Marchese; En fa menor, escrito este último en colaboración con Roberto Caló cuando Tarantino era pianista de la formación de este director, tema que se constituyó en una de las grabaciones memorables de esta orquesta; Ciudad triste compuesto junto con su padre, José Tarantino, quien dirigía un conservatorio musical en Valentín Alsina cuando Osvaldo era niño; Diagonales; el ya mencionado Canaro en Japón, y el antológico —tal la calificación que le ha otorgado Horacio Salas— Del bajo fondo.
Inspirado en Chopin para sus composiciones amaba también del jazz, aunque jamás quiso sintetizar este género con el tango.
El 8 y 9 de mayo de 1991 en el teatro General San Martín de Buenos Aires, Argentina, realizó su último recital, interpretando en solo de piano una serie de temas, cuya segunda parte fue recopilada en un disco compacto. Integraron ese postrer trabajo los temas Del bajo fondo, tema de su pertenencia, y los clásicos El andariego, de Alfredo Gobbi; Responso, de Aníbal Troilo; Mal de amores y Orgullo criollo, de Pedro Laurenz; Margarita Gauthier, de Joaquín Mauricio Mora; La casita de mis viejos, de Juan Carlos Cobián; Chique, de Ricardo Brignolo; el vals Desde el alma, de Rosita Melo, y la milonga La puñalada, de Pintín Castellanos.
Cuatro meses más tarde de esta actuación, el 10 de septiembre de ese mismo año, este talentoso músico falleció. Tenía 63 años de edad, y su incurable bohemia ya había consumido buena parte de sus energías.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo III
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