Cantor nacido en Buenos Aires el 22 de abril de 1922. Se llamaba realmente José Atilio Dáttoli y se lo apodaba Vicente, como el mismo lo mencionara en la grabación de un tema de tinte jocoso titulado Un trabajo flor y flor.
Luego de completar estudios primarios y secundarios, dedicó sus esfuerzos al canto, registrando algunas pruebas sin éxito, pese a sus innatas condiciones, en las orquestas de los pianistas Horacio Salgán y Manuel Buzón.
Fue a fines de 1944 cuando, por intermedio de su amigo, el compositor y pianista santafesino Alberto Tavarozzi, tuvo la oportunidad de realizar una prueba para ingresar a la orquesta de Juan D’Arienzo, quien debía reemplazar al renunciante Héctor Mauré.
Incorporado a la formación luego de una selección final con el cantor Carlos Bermúdez, de reconocida actuación en la orquesta de Pedro Laurenz, Laborde inició sus actividades con el Rey del Compás sin contar aún con un nombre artístico asignado.
En estas condiciones, debutó inmediatamente en el disco, registrando el día el 26 de diciembre de 1944 para el sello RCA Victor los tangos Magdala y Color de cielo.
En el mes siguiente, la orquesta con su nuevo cantor se presentaron en el Uruguay para realizar la temporada de verano en el lujoso Hotel Carrasco de Montevideo.
Fue precisamente en esa ocasión en la que surgió el nombre artístico con el que se lo conocería definitivamente. La anécdota, muy conocida en el ambiente del tango, cuenta que el por entonces conocido como «el cantor sin nombre» necesitaba con urgencia ser identificado, dado que a causa de las dos grabaciones ya realizadas en Buenos Aires, el sello discográfico exigía su identificación en la etiqueta del disco próximo a editarse.
Así fue que una noche en la que la formación regresaba en ómnibus desde el Hotel Carrasco al centro de Montevideo, D’ Arienzo preguntó al conductor del vehículo cuál era su nombre y al responder el interrogado que se llamaba Armando Laborde, inmediatamente decidió que éste sería el nombre artístico de su flamante vocalista.
Su primera etapa con D’ Arienzo se extendió durante seis años, finalizando a fines de 1950, oportunidad en la que se retiró junto con quien era el primer bandoneón de la formación, Héctor Varela, al decidir éste formar su propia orquesta.
Laborde debutó como cantor de esta nueva agrupación en 1951, y permaneció en ella sólo hasta el año siguiente, cuando resolvió aceptar un ofrecimiento de D’ Arienzo para reincorporarse a su formación. Pese a la brevedad del período en el que permaneció con Varela, alcanzó a grabar veinticuatro temas para el sello Odeon, entre ellos las celebradas versiones de Farolito viejo, Noches de cabaret, Anoche a las dos y, en especial, Yuyo brujo, tema de Héctor Varela, Benjamín García y Carlos Bahr, que se constituyó en uno de los grandes éxitos de su trayectoria.
También entre esas grabaciones se contaron algunos dúos con Rodolfo Lesica, como Un bailongo, tango perteneciente a Carlos Gardel y José Razzano, y La carreta, obra de los hermanos José y Luis Servideo, con versos de Francisco García Jiménez.
De regreso a la orquesta de D’ Arienzo, formó un popular dúo de vocalistas junto con Alberto Echagüe hasta marzo de 1957, mes en el que ambos se retiraron de esa agrupación para constituir un recordado rubro acompañados por la orquesta dirigida por el bandoneonista Alberto Di Paulo, dejando grabados cuatro temas.
En 1959, participó nuevamente, y también por poco tiempo, en la formación de Héctor Varela, para continuar luego como solista, grabando con el acompañamiento de la orquesta de Jorge Dragone algunos de sus viejos éxitos con D’ Arienzo, como El vino triste, Milonga que peina canas y Tu boca mintió, como asimismo Yuyo brujo, el tema que lo identificó desde que lo llevara al disco con Héctor Varela.
También de esta época es el registro de Un trabajo flor y flor, al que se hiciera referencia al comienzo de esta reseña, tema que es de su pertenencia en colaboración con Guerra y Pontoni.
En 1964, ingresó por tercera vez a la orquesta del Rey del Compás. Esta nueva etapa se inició con la grabación del tema Caña, el día 30 de junio de ese año, y entre las que le siguieron, no podía faltar una nueva versión de su viejo éxito Yuyo brujo.
Es de destacar que viajó como integrante de la orquesta a Japón en tres oportunidades, en los años 1968, 1970 y 1972, aunque en ninguna de esas ocasiones el director, temeroso de los viajes en avión, integró la delegación. Su definitiva desvinculación de D’ Arienzo se produjo en 1974, habiendo dejado a lo largo de toda su trayectoria con el popular director un total de ciento cuarenta y cinco grabaciones, de las que el propio cantor ha destacado sus versiones de Con alma de tango, de D’ Arienzo y Carlos Waiss; Desde aquella noche, de Fulvio Salamanca y Carlos Bahr, y Una y mil noches, de Alberto San Miguel, Oreste Cufaro y Carlos Bahr, todos registros realizados durante su primera etapa con el maestro.
Del período siguiente, comprendido entre 1952 y 1957, no pueden dejar de mencionarse éxitos resonantes como El vino triste, Tu boca mintió, Fatal y tanguera y Canzoneta, como asimismo, aunque en alguna medida menor que la repercusión alcanzada por los cuatro anteriormente mencionados, Ahí está, Ya lo ves, El purrete, Mala pasión, Guapo y querendón y Eras como la flor, entre otros.
A partir de 1974, Laborde pasó a desempeñarse nuevamente como solista, acompañado por diversos conjuntos, actividad en la que continuó hasta los primeros años de la última década del siglo XX.
Sus últimas grabaciones fueron realizadas en 1984, cuarenta años más tarde de aquellas que marcaron su debut en los estudios de grabación con la orquesta de D’ Arienzo.
En esta postrera incursión discográfica, el recordado Vicente registró para el sello Magenta diez temas, nuevamente acompañado por la orquesta dirigida por Alberto Di Paulo, reiterando en esa ocasión algunos éxitos de sus viejas grabaciones, con el agregado, como única novedad, del célebre tango de Lucio Demare y Homero Manzi, Malena. Enfermo de un tumor de esófago, Laborde falleció el 12 de diciembre de 1996, a los 74 años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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