José García - Biografía

 

 
José Francisco García, tal su nombre completo, fue un director y compositor nacido en el sureño barrio porteño de Barracas el 22 de julio de 1910.
Desde niño, se despertó en él una profunda afición por la música, transformándose prontamente en un avezado intérprete del piano, el bandoneón y el violín, instrumento este último que a la postre sería con el que desarrollaría su actividad profesional.
Sus aspiraciones musicales lo inclinaban fundamentalmente a la música clásica, y se preparaba en el Conservatorio Nacional con la finalidad de incorporarse a las grandes formaciones sinfónicas de la época. De ahí que estudiara con profesores de muy alta formación, que le impartieron conocimientos fundamentales para su ulterior trayectoria profesional. Eran sus compositores favoritos Schubert, Beethoven y Gounod, y a la interpretación de sus obras dedicaba el joven músico muchas horas de trabajo.
Paralelamente, desarrollaba otra faceta de su talento, la pintura al óleo, arte en el que también evidenció ponderables aptitudes.
El violín devino paulatinamente en el instrumento al que volcaría sus mayores esfuerzos, egresando de la mencionada institución como profesor de ese instrumento fundando poco después de su graduación un conservatorio en la localidad de Lanús, establecimiento que contó pronto con un gran número de alumnos.
En 1926, formó bajo su dirección una orquesta infantil íntegramente compuesta por alumnos de su Conservatorio. Entre ellos, se contaron algunos de los intérpretes que años más tarde formarían parte de su recordado conjunto Los Zorros Grises.
Hacia el año 1930, diferentes emisoras porteñas trasladaron durante algunas horas diarias sus estudios a los teatros, creando así la modalidad de las llamadas «actuaciones en vivo». Surgieron así audiciones radiales variadas y atrayentes.
García ponderó el éxito de esta nueva modalidad, decidiendo ser parte de la misma mediante la formación de una orquesta típica integrada por alumnos de su conservatorio destinada a presentarse en esos espectáculos. El flamante conjunto se constituyó en uno de los más exitosos dentro de la emisora a la que se incorporaron, la entonces Radio Nacional, la que trasmitía esas audiciones desde el teatro San Martín de la entonces calle Corrientes «angosta».
En vísperas de debutar, se debía resolver un importante detalle, el de la indumentaria que vestirían los componentes de la orquesta. Surgió entonces la posibilidad de adquirir a un precio muy conveniente unos trajes de franela gris. Concretada la adquisición, la agrupación quedó muy elegantemente uniformada, bajo la preeminencia de ese color.
El público acogió a estos jóvenes intérpretes con mucha simpatía, y como consecuencia del color de los trajes los denominó Los Grises. Sin embargo, poco después, García consideró apropiado anteponer la palabra «Zorros», inspirándose en el tango de Rafael Tuegols con letra de Francisco García Jiménez titulado Zorro gris. De allí nació el nombre de José García y sus Zorros Grises, utilizando a partir de ese momento como cortina musical de sus presentaciones al aludido tango, previo acuerdo con Tuegols, por entonces ya casi volcado totalmente al corretaje de hacienda para un frigorífico entrerriano.
En 1936, constituyó una nueva orquesta, manteniendo la denominación que identificaba a la anterior formación. Integraban el conjunto Juan Carlos Barbará, en piano; Rodolfo Morán, en contrabajo; Francisco Caamaño, en pistón, instrumento poco usual en los conjuntos de tango; Hipólito Morán, Juan Aprobat, Domingo Perego y Mario Lalli, en violines, y Héctor González, Alfredo Ponce, Roberto Quiroga, Luis Mastorini y Alfredo González, en bandoneones, mientras que Augusto Gauthier, quien fuera poco después el primer vocalista de la orquesta de Osvaldo Pugliese y la muy hermosa Nilda Wilson, se desempeñaban como cantores. Como director, obviamente José García, quien inicialmente se desempeñó también como violinista, para luego ejercer únicamente la función de director. La nueva formación obtuvo rápidamente una perfecta articulación entre sus integrantes y un notable sonido, al que el director dotó de una marcación rítmica que lo tornó fácilmente identificable.
En 1938, se desvinculó el pianista Juan Carlos Barbará. Decidido a formar su propia agrupación, siendo reemplazado por Ricardo Lozano. Hacia fines de la década del treinta, la orquesta ya competía con las mejores formaciones típicas de la época, precisamente cuando las existentes se renovaban para adaptarse al incipiente «sonido del cuarenta», al mismo tiempo que otras iniciaban su camino hacia el definitivo reconocimiento popular.
Dentro de esta nueva y perdurable modalidad adquirida por el género, la orquesta los Zorros Grises perteneció a las formaciones denominadas rítmicas, con un compás marcado aunque muy propio, distinto por ejemplo al de otras orquestas como las de Juan D’ Arienzo y Rodolfo Biagi. Una particularidad de ella fue la de agregar en su repertorio al género netamente típico otros ritmos bailables muy alegres pero no tradicionales en formaciones dedicadas al tango, como corridos, rumbas, boleros, marchas y pasodobles, modalidad con la que para algunos obtuvo un enorme reconocimiento y una gran popularidad y para otros, entre los que nos contamos, afectó al reconocimiento de la formación, cuya etapa de grabaciones en el país se extendió apenas por tres años y tres meses, pese a la gran jerarquía musical del director y de la mayoría de los músicos que lo acompañaban.
García y sus Zorros Grises centraron su actividad fundamentalmente en confiterías y bailes de clubes, animando durante varios años las multitudinarias reuniones de Carnaval típicas de la época.
Actuaron, también, en el llamado Palacio de Belgrano 1841, edificio que ocupaban tres emisoras. La orquesta debutó en radio Porteña, y luego fue contratada como artista exclusivo de radio Belgrano.
En 1941, se incorporó como cantor del conjunto a Carlos Alberti, a quien al año siguiente reemplazó Alfredo Rojas, a la postre el vocalista más identificado y de labor más perdurable con la orquesta de los Zorros Grises, a través de su participación en la mayoría de sus grabaciones. Se llamaba realmente Asdrúbal Sterla Webster, y poseía una voz de agradable tonalidad con registro de tenor, adaptada prontamente a las características de la formación.
La orquesta llegó al disco al ser contratada por la empresa Odeon a inicios de 1942. El 23 de enero de ese año se produjo su debut en los estudios de ese sello grabando el tango de Horacio Pettorossi Fea, que cantó Alfredo Rojas, y el corrido El mentiroso, perteneciente al propio director, que cantaron a dúo Rojas y Nilda Wilson.
En 1943, se produjeron cambios en la formación, quedando integrada por los siguientes músicos: Carlos Figari, en piano; Rodolfo Morán, en contrabajo; Elías Slom, Rodolfo Filoso, Carlos Deambroggio e Ítalo Morán, en violines; Nicolás Castillo, Luis Masturini, Héctor González y Pablo García, en bandoneones, y Alfredo Rojas, como cantor. Ése fue el momento de su máxima popularidad.
Las grabaciones para Odeon culminaron el 16 de abril de 1945, día en que quedaron registrados los tangos Nadie ha de saber, con música de Carlos Figari, a la sazón pianista de la orquesta con letra de Gerónimo Sureda y Que no sepan las estrellas, perteneciente al compositor José Rainieri y el letrista Alfredo Faustino Roldán, ambos vocalizados por Alfredo Rojas.
El total de grabaciones registradas en ese lapso de algo más de tres años para la casa Odeon alcanzó exactamente a cuarenta temas de los cuales, treinta y tres fueron cantados por Rojas: uno (la rumba bolero Verde luna), por Nilda Wilson; dos a dúo por Rojas y Nilda (el tema ya mencionado en el día del debut discográfico de la orquesta y el vals Lagarterana, perteneciente a José Guerrero), y cuatro tangos instrumentales (El retirao, El distinguido ciudadano, El once y De corte antiguo) cuyas melodías fueron compuestas por Carlos Posadas, Peregrino Paulos, Osvaldo Fresedo y Anselmo Aieta, respectivamente.
Los cantores que lo acompañaron con posterioridad a su etapa de grabaciones, entre los años 1945 y 1947 fueron Luján Cardillo, Osvaldo Cordó, quien formara parte luego de la orquesta de Osvaldo Fresedo, y Alberto Santillán, cantor posteriormente de Francisco Rotundo.
Entre 1948 y 1950, actuó en Colombia donde grabó tres de los por entonces muy novedosos discos larga duración, y en Chile, país en el que siempre se lo ha recordado con admiración y respeto. Luego de estas actuaciones disolvió su formación a mediados del año 1950.
Algunos años más tarde, se mudó a las serranías de Córdoba, adquiriendo un pequeño hotel a cuyo frente se desempeñó durante algo más de veinte años. Y si bien no dejó totalmente la actividad musical, dado que siguió tocando con pequeñas agrupaciones en diferentes escenarios de esa provincia, inclusive en su propio establecimiento hotelero, la misma fue disminuyendo progresivamente.
Olvidado en cierto modo durante muchos años, fundamentalmente porque muchas difusoras radiales del tango no contaban con material grabado por la orquesta; hoy, Los Zorros Grises es mucho más recordada a partir de la edición de sus cuarenta grabaciones en sendos discos compactos de veinte temas cada uno. En ellos, puede apreciarse la enorme calidad del conjunto, el que en su momento de mayor actividad quizás se vio afectado por las numerosas y grandes orquestas que en los años cuarenta ocupaban los primeros puestos en la aceptación del público.
Otro factor que en opinión de quien esto escribe probablemente afectó un reconocimiento popular al nivel que la calidad del director y sus músicos ameritaba, es la inclusión en su repertorio de otros ritmos que en una época de masiva aceptación del tango no resultaban necesarios para obtener esa aprobación. Ya hemos hecho referencia a esta circunstancia, la que se contrapone con otras opiniones al respecto.
García fue también compositor, alcanzando su producción a veintiocho temas. Entre ellos Esta noche de luna, cuya melodía le pertenece en colaboración con Graciano Gómez, siendo la letra de Héctor Marcó, ocupa un lugar muy destacado. Los Zorros Grises grabaron el tema el 12 de noviembre de 1943 y también lo hizo para el mismo sello Odeon la orquesta de Osvaldo Pugliese con la voz de Jorge Maciel, en este caso el 2 de septiembre de 1955.
Se destacan también los tangos Si escucharas mis amores, con música escrita en colaboración en este caso con su pianista Carlos Figari, y también con letra de Marcó, que grabó al frente de su orquesta el 9 de agosto de 1944; No pudo ser, con versos de Mario Batistella, que registró en el disco el 17 de septiembre de 1942, y Nocturno de tango, con letra de Julio Jorge Nelson, tema que grabó el 20 de febrero de 1943; el pasodoble María Triniá, con versos de Roberto Ratti, llevado al disco el 15 de mayo de 1943 además de un corrido que le reportó popularidad y un considerable beneficio económico titulado El mentiroso, aquel tema que junto con el tango Fea formara parte del primer disco de pasta de 78 revoluciones por minuto grabado por la orquesta que la empresa Odeon lanzó al mercado.
Jesús de Nazareth y Desolación fueron otros dos de sus mejores tangos, a los que sin embargo no alcanzó a grabar.
García falleció el 5 de abril de 2000, tres meses y medio antes de cumplir 90 años de edad. 
 
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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