Eduardo Rovira - Biografía

Bandoneonista, director, compositor y arreglador nacido el 30 de abril de 1925.

En 1940, comenzó su actividad ejecutando ese instrumento en la orquesta de Florindo Sassone, junto con el pianista Osvaldo Manzi, cuando por entonces ambos tenían sólo quince años de edad.

Al retirarse Sassone transitoriamente de la actividad —a la que retornaría en 1946—, Rovira ingresó a la orquesta de Enrique Alessio, continuando luego su actividad en la de Vicente Fiorentino y posteriormente en la de Antonio Rodio.

Formó luego parte de la orquesta de Orlando Goñi, de efímera duración, que había sido constituida cuando este pianista se desvinculó de la orquesta de Troilo para formar su propia agrupación, proyecto frustrado por el pronto fallecimiento del novel director.

Ya en la segunda mitad de esa década integró las formaciones de Miguel Caló, primero, y de Osmar Maderna, después.

En 1949, dirigió la orquesta que acompañaba al cantor Alberto Castillo y conforme señala Oscar del Priore, es el autor del original arreglo de Pobre mi madre querida.

Luego de pasar por la agrupación de Roberto Caló, constituyó una orquesta para actuar en radio Splendid, entre 1951 y 1952. También por entonces integró, aunque por poco tiempo, la formación de José Basso. En 1953, inició una gira por España y Portugal que se prolongó hasta 1956, formando parte del elenco de una compañía denominada el Ballet de Alfredo Alaria, de la que participaba como cantor Juan Carlos Fabri, quien hasta poco antes se había desempeñado en la orquesta de Miguel Caló.

A su regreso en 1956, se incorporó a la formación de Alfredo Gobbi, músico por el que sentía una profunda admiración.

Al año siguiente formó un recordado binomio con el cantor Alfredo Del Río, cuando éste era aún vocalista de la orquesta de Gobbi. La agrupación desarrolló un estilo respetuoso del tango tradicional y bailable.

Intervinieron en esta agrupación Osvaldo Requena como pianista y Aquiles Aguilar como violín solista y de esa unión quedaron dos discos, grabados en los años 1957 y 1958.

Disuelto en este último año el rubro formado con Del Río, Rovira continuó con su formación, ahora recurriendo a las voces de José Berón —hermano de Raúl y ex vocalista de Enrique Alessio, cuando Rovira integraba esta formación— y Jorge Hidalgo.

En 1958, simultáneamente con esta actividad de director, se desempeñó como primer bandoneonista y arreglador de la orquesta del pianista Osvaldo Manzi, con quien después constituyó un trío junto al contrabajista Kicho Díaz, contando en los temas cantables con la voz de Silvia Del Río.

Ese trío de notables intérpretes, al año siguiente, acompañó a Nelly Vázquez, por entonces en los inicios de su carrera como cantante de tangos, en su debut en la televisión por el Canal 7.

En 1960, Rovira creó su Agrupación de Tango Moderno, a la que alguna vez definió como «diseñada para el tango de la cintura para arriba», es decir, para escuchar sin bailar.

Se trataba de un octeto conformado por un solo bandoneón, obviamente a cargo de Rovira, con Osvaldo Manzi, al piano; Reynaldo Nichele, en el primer violín, acompañado en esta fila por Ernesto Citón y Héctor Ojeda; Mario Lalli, en viola; Enrique Lannoó, en violoncello, y en el contrabajo, Fernando Romano.

Algunos años después, junto con Atilio Stampone y Reynaldo Nichele formó un trío con el que debutaron el 23 de noviembre de 1965 en el escenario del local Gotan, en el que continuaron actuando hasta 1970.

Con este trío, grabó un disco larga duración dado a conocer bajo la denominación de Sónico, título de una de sus grandes creaciones.

En el disco, se incluyeron además de éstas, otras obras de Rovira, tales como Azul y yo y Opus 16.

La grabación original incluía también otro tema del director, A don Alfredo Gobbi, no incluido en el long play original dado que la duración de los temas grabados excedía las posibilidades de extensión de los recordados discos de 33 revoluciones por minuto.

En una reciente edición en disco compacto, este tema ha sido incorporado, con lo cual este último álbum contiene la totalidad de las grabaciones originalmente previstas.

En relación a ellas, Oscar Del Priore ha escrito que los temas incluidos en Sónico se grabaron en los estudios Phonalex, por entonces ubicados en la Avenida Santa Fe, en cuatro noches entre el 23 de agosto y el 14 de octubre de 1968. En esa oportunidad, por primera vez se utilizó en la grabación un amplificador electrónico para todos los instrumentos.

Además, Rovira incorporó a su bandoneón un pedal distorsionador, con el que obtuvo de su instrumento sonidos sumamente novedosos.

En esos años, Rovira se desempeñó además como primer bandoneón de la orquesta de Stampone, la que por entonces grababa asiduamente para el sello Microfon.

En 1970, inicio de la que sería la última década de su vida, se radicó en la ciudad de La Plata, donde ejerció la dirección de la Banda Sinfónica de la Policía de Buenos Aires, realizando también las orquestaciones de la agrupación, integrada por ochenta y cinco músicos.

En estos años, perfeccionó sus estudios de piano y corno inglés, instrumentos que llegó a dominar casi tanto como el bandoneón.

Además, a esta etapa de su trayectoria, corresponde la composición del tema Taplala, escrito en homenaje a su ciudad adoptiva, considerada por muchos como una de sus más bellas obras musicales.

Sin embargo, fuera de su actividad como director de la Banda Sinfónica, prácticamente no realizó otras actuaciones en público.

En 1973, durante el breve período en el que el doctor Héctor Cámpora fue presidente de la Nación, Rovira ocupó el cargo de director del Teatro Argentino de La Plata y en 1977 grabó un disco larga duración al que se tituló Que lo paren, en lo que fuera su último trabajo discográfico.

Como compositor, su obra fue muy extensa, valiosa y sumamente diversificada. Escribió las partituras de alrededor de doscientos tangos y casi un centenar de piezas de música de cámara.

De sus obras se recuerdan en especial los tangos A don Alfredo Gobbi, A don Pedro Santillán, A Evaristo Carriego —recordada grabación de la orquesta de Osvaldo Pugliese—, Azul y yo, Bandomanía, Contrapunteando, El engobbiao — bella melodía que fuera magistralmente interpretada por la orquesta del propio homenajeado—, El violín de mi ciudad, Febril —considerado por algunos estudiosos de su obra como su tema más representativo—, Majomaju, Milonga para Mabel y Peluca, Opus 16, Pájaro del alma, Preludio de la guitarra abandonada, Que lo paren, Sanateando, Sónico —otra de sus piezas emblemáticas—, Tango en tres, Tango para Charrúa, Tango para Ernesto y el ya mencionado Taplala.

También, le pertenece una suite musical para ballet titulada Tango Buenos Aires, con letra del poeta Fernando Guibert, escrita en la época en la que dirigía su octeto Agrupación Tango Moderno.

No es posible finalizar esta reseña sin destacar algunos conceptos que Rovira supo exponer acerca de su concepción del tango.

Así, en un reportaje que se le hiciera en el diario La Prensa en julio de 1969 expresó: «El tango es una vivencia, es algo que representa la manera de vivir y sentir de cada uno», agregando con relación a las nuevas tendencias que en ese entonces ya se percibían con fuerza en la música ciudadana que «el común de la gente piensa que el tango no es más que una danza, algo necesariamente bailable, cuando en realidad, ése es el aspecto más pobre del tango en el terreno musical. A mí, me interesa llegar a la esencia del tango, a los enlaces armónicos, a la variación de sus ritmos, al desarrollo de las frases».

Estos conceptos definen la personalidad de un músico que prefirió arriesgar su popularidad en función de una búsqueda permanente de la evolución del género.

Falleció el 29 de julio de 1980 a los 55 años de edad como consecuencia de un paro cardíaco que lo acometió cuando se disponía a entrar a su casa en La Plata.

En el año 2006, en ocasión de cumplirse el vigésimo sexto aniversario de su  muerte, la Universidad Nacional del Litoral concretó un justo homenaje a este extraordinario músico, publicando a través de su centro editor ubicado en la ciudad de Santa Fe dos magníficos discos compactos.

El primero de ellos fue dado a conocer bajo el título A Evaristo Carriego, e incluye once grabaciones que Rovira realizara en los años sesenta. De ellas, seis pertenecientes al propio Rovira (A Evaristo Carriego, A Roberto Arlt, A Luis Luchi, Sónico, Preludio de la guitarra abandonada y Tristoscuro), además de A los amigos, de Armando Pontier; Patético, de Jorge Caldara; Baile de etiqueta, de Reynaldo Nichele; Edición extra, de José Moreno, y Abril, de Enrique Mario Francini.

Algunas de las grabaciones que integran el compacto fueron realizadas por la Agrupación Tango Moderno en la primera mitad de la década del sesenta y otras por el trío que conformó con Stampone y Nichele, en este caso correspondientes a los registros del año 1968 a los que ya se hiciera referencia.

El otro disco se denominó Tango en la Universidad, en cuyas grabaciones participó el oboísta Pedro Cochiarano. En este álbum, se incluyeron entre otros temas de Rovira Solo en la multitud, Ciudad triste y Tango en tres.

Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo III

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