Agustín
Bardi, pianista y compositor de varias de las más hermosas melodías del género,
al igual que Roberto Firpo, nació en el año 1884 en la localidad de Las Flores
(provincia de Buenos Aires), en este caso, el día 13 de agosto.
Al iniciar
la escuela primaria, sus padres lo enviaron a vivir con unos tíos a la Capital
Federal, quienes le enseñaron a tocar la guitarra, instrumento con el que creó
sus primeras melodías.
A los trece
años de edad, se empleó en el Ferrocarril, y luego de cumplir con el servicio
militar, ingresó a la empresa exportadora La Cargadora, donde se jubiló treinta
años después, en 1935.
Precisamente
su empleo mercantil hizo que nunca tuviese su propia orquesta y, así, no ha
quedado grabado tema alguno que documente su actividad como director. En tal
sentido, y teniendo en cuenta por otra parte su extraordinaria labor de
compositor, se le consultó en cierta oportunidad por qué no constituía una
formación bajo su dirección, a lo que ingeniosamente respondió que «prefería
combinar sonidos antes que combinar horarios».
Luego de
aquellos elementales estudios de guitarra, comenzó el aprendizaje del violín,
para finalmente volcarse al piano, con el que desarrolló toda su no muy extensa
labor profesional entre 1910 y 1921. Su debut, en el primero de los años
mencionados, se produjo en un cuarteto del que también participaba el Tano
Genaro Spósito, con quien tocó en el café El Royal de la Boca, conocido como el
café del Griego.
A comienzos
de 1911 integró otro cuarteto con Graciano de Leone en bandoneón, Carlos
Hermani Macchi en flauta y Tito Rocatagliatta en violín, y al año siguiente se
sumó al conjunto de Vicente Greco para actuar en el café El Estribo. En este
año 1912 escribió su primer tango, al que tituló Vicentito en homenaje a
Vicente Leonidas Greco.
En 1914 se
incorporó a un conjunto dirigido por Eduardo Arolas, que tocaba en el café
C.T.V., del que se desvinculó para integrar, junto con el violinista Eduardo
Monellos, un trío dirigido nuevamente por Graciano de Leone, con el que actuó
en el Café Domínguez ubicado en la antigua calle Corrientes.
En 1916
compuso la melodía de Independiente Club, instrumental del que es
imposible no nombrar la versión grabada por la orquesta de Alfredo Gobbi para
el sello RCA Victor el 8 de septiembre de 1948.
Actuando con
el trío de De Leone, estrenó en una noche de 1917 sus tangos Gallo ciego
y Lorenzo. También de 1917 son C.T.V., escrito en homenaje al
café en el que actuara con Arolas en 1914, y La racha, con letra
prácticamente desconocida de Mario Pardo. De C.T.V. existen muchas
versiones grabadas, siendo quizás la más recordada la de la orquesta de Aníbal
Troilo, mientras que La racha fue grabada, entre otras, por la orquesta
de Lucio Demare en la más conocida de sus versiones discográficas. En este año
asumió, además, la función de director en la fábrica de rollos para pianolas
Pampa.
En la noche
del 22 de junio de 1918, al ser sorprendido por una inusual nevada en el centro
de Buenos Aires luego de una actuación con el trío, Bardi escribió la bella
melodía del tango Qué noche.
En 1919
compuso El baqueano y en 1920 El taura. De ellos existen
insuperables grabaciones de las formaciones de Osmar Maderna y Juan D'Arienzo,
respectivamente.
En 1920
compuso la música de Tierrita, con coloridos versos de Jesús Fernández
Blanco, grabado por Alfredo Gobbi con el cantor Héctor Maciel, en el que fuera
el único registro de este vocalista con la orquesta del "Violín Romántico
del Tango". Existen de este tango muchas otras versiones grabadas
únicamente en forma instrumental.
La última
actuación pública de Bardi como pianista fue en los carnavales de 1921,
integrando una orquesta gigante formada para esa ocasión por Francisco Canaro.
A partir de entonces, se retiró para siempre de la actuación ante el público,
pues aspiraba a dedicar el escaso tiempo que le dejaba disponible su empleo
mercantil a la composición, comprendiendo que a través de ella podría dejar un
aporte invalorable al género musical al que había dedicado todo su talento. A
tal fin, perfeccionó sus conocimientos de armonía y composición estudiando
desde entonces con el sacerdote salesiano José Spadavecchia en la Parroquia de
Nuestra Señora de la Guardia en Bernal, lugar donde se había radicado.
Así
comenzaron a surgir de su magnífica inspiración nuevas melodías, que se
agregaron a su producción anterior, escrita cuando aún se desempeñaba como
intérprete. A partir del año 1925, algunas de sus obras contaron con la
colaboración de poetas, incursionando en el tango canción, dado que hasta
entonces casi todas sus composiciones habían sido exclusivamente
instrumentales.
Esta nueva
etapa, en la que a su natural talento agregó este mayor acopio de conocimientos
musicales, dio comienzo en 1922 con El abrojo, tango que recreó la
orquesta de Carlos Di Sarli en una inolvidable grabación realizada el 8 de
agosto de 1947. Surgieron luego, sucesivamente, Chuzas, que la formación
de Gobbi también llevó al disco el 21 de diciembre de 1949, Sin hilo en el
carretel y La última cita, con letra de Francisco García Jiménez,
estrenado por Samuel Castriota, grabado en forma instrumental por Osvaldo
Pugliese en los años sesenta para el sello Philips y con la aludida letra por
las orquestas de Florindo Sassone y de Ángel D'Agostino, cantando Jorge Casal y
Ángel Vargas, respectivamente.
Con letra de
don Atilio Supparo, compuso el tango Cabecita negra, grabado por Gardel
con el acompañamiento de las guitarras de Barbieri y Aguilar el 28 de junio de
1929.
Siguieron
luego Tinta verde, hermosa composición instrumental cuyo título alude al
color de la tinta con la que Bardi escribió la partitura original, No me
escribas, con versos de Juan Andrés Caruso, llevado al disco por Osvaldo
Pugliese para el sello Odeón con la voz de Alberto Morán el 31 de julio de
1947, y Madre hay una sola, con letra de José de la Vega, cuyo estreno
en el disco estuvo a cargo de Gardel con acompañamiento de guitarras en 1928.
La
inspiración de Bardi produjo luego La guiñada, llevado al disco por
Miguel Caló y su orquesta en junio de 1948, y el bellísimo Tiernamente,
escrito ya en la década del treinta con letra de Mario Battistella, tema que
Astor Piazzolla grabó con la voz de Aldo Campoamor cuando dirigía su recordada
orquesta de 1946, y fue también llevado al disco, en este caso en forma
instrumental, por el conjunto Los Astros del Tango en 1959. Florcita,
otro instrumental, se constituyó en uno de los primeros éxitos de la orquesta
de Lucio Demare, y Cachada, cuya letra pertenece al violinista y autor
José De Grandis, tema algo menos difundido que los anteriores pero que cuenta
con una excelente versión discográfica de la orquesta del bandoneonista Luis
Petrucelli en el año 1927.
De 1931 es Nunca
tuvo novio, bellísima melodía a la que agregó una sentida poesía Enrique
Cadícamo. Este tango ha sido objeto de innumerables grabaciones, entre ellas la
instrumental del noneto Los Astros del Tango. Entre las cantadas, es de
permanente recuerdo la que dejó Julio Sosa con el marco orquestal dirigido por
Leopoldo Federico.
También
entre 1931 y 1932, dio a conocer varios temas que en realidad había compuesto
en años anteriores. Ellos fueron la ranchera Filosofía barata, los
tangos Oiga compadre, A la sombra de un recuerdo, Misterio
y Confidencia, y el vals Nocturno, todos ellos con letras que en
esos dos años les habían sido agregadas por Francisco García Jiménez, por
expreso pedido de Bardi con el fin de facilitar su difusión.
Otro tango
en colaboración con Cadícamo fue Se lo llevaron, el que, pese al bien
ganado prestigio de su binomio autoral, sólo fue grabado, y en forma
instrumental, por la orquesta de Francisco Canaro en el mes de junio de 1937.
Para
finalizar esta reseña, necesariamente incompleta de la extensa obra musical de
Bardi, es oportuno recordar lo que expresaron acerca de ella dos de los más
reconocidos investigadores del género. Así, José Gobello ha escrito que la
pureza y perfección de las melodías de Bardi eran directamente proporcionales a
la increíble modestia del compositor, mientras que el doctor Luis Adolfo Sierra
ha destacado la influencia pampeana en muchos de los bellos tangos de Bardi.
Al respecto,
Sierra ha recordado que en cierta ocasión don Agustín le había confesado que
sentía al tango como un trasplante de la sensibilidad criolla a la música de la
ciudad, línea que el mencionado estudioso advierte en los títulos de varias de
sus composiciones como El rodeo, El abrojo, El buey solo, El
baqueano, El chimango, El matrero y Se han sentado las
carretas, tema este último que es producto de una nueva colaboración con
Enrique Cadícamo, autor de sus muy ilustrativos versos y del que existe una
versión discográfica de la Orquesta Típica Víctor con las voces a dúo de
Fernando Díaz y Jorge Omar, realizada en octubre de 1939.
En el año
2003, Osvaldo Requena y Fernando Suárez Paz rescataron del olvido la bella
melodía del tango Las doce menos cinco, al que incluyeron en el disco
compacto que, bajo el título de Encuentro tanguero, grabaron a dúo en
ese año. Este tema, que cuenta con letra de Luis Bates, había sido grabado
anteriormente por Tita Merello acompañada por la orquesta dirigida por Carlos
Figari en enero de 1965. El título recrea la hora a la que Bardi y sus
compañeros de trabajo se retiraban transitoriamente de la empresa La Cargadora
con el fin de disfrutar de un frugal almuerzo para luego retornar a sus tareas
hasta las 18 horas.
El noneto Los
Astros del Tango, recordado conjunto integrado por virtuosos
instrumentistas bajo la dirección y arreglos de Argentino Galván, grabó varias
de las composiciones de Bardi, tal como también lo hizo con las de otros cinco
importantes compositores de la década del veinte, dado que el enfoque de dicho
noneto era precisamente el de seleccionar temas fundamentales de aquella época,
organizándolos sobre la base de sus compositores. Los temas de don Agustín
seleccionados por Galván para esa ocasión, además de los ya mencionados Tiernamente
y Nunca tuvo novio, fueron El cuatrero, Qué noche, Madre
hay una sola y El buey solo.
Mucho más
recientemente, en el año 2005, un conjunto formado por jóvenes intérpretes del
género denominado Vale Tango también dedicó la totalidad de un álbum, en
este caso en formato de disco compacto, a recrear obras de Bardi. Incluyó en él
diez de sus temas más conocidos (C.T.V., Lorenzo, Tiernamente,
La racha, El baqueano, El taura, El abrojo, Nunca
tuvo novio, Gallo ciego, Independiente Club y Tierrita),
además de Cachada, en una remozada versión en la que interviene la voz
de Ariel Ardit en carácter de invitado, muy distinta de aquella tan lejana de
Luis Petrucelli a la que nos refiriéramos antes, y de dos temas que no habían
sido grabados nunca con anterioridad: Baile en la embajada, un hermoso
vals de estilo vienés que Bardi había compuesto en 1931, y Siempre los dos,
tango con versos de Enrique Cadícamo, cantado por Esteban Riera, vocalista de
la formación.
Don Agustín
Bardi murió repentinamente a consecuencia de un derrame cerebral sufrido en su
casa de Bernal el 21 de abril de 1941, a los 56 años de edad.
El 21 de abril
de 1991, al cumplirse cincuenta años de su muerte, la ciudad de Las Flores, en
la que había nacido, le tributó un merecido homenaje, designando con su nombre
a una calle del barrio FONAVI de esa localidad. Estuvieron presentes en ese
emotivo acto, además de autoridades locales, José Gobello, Leopoldo Díaz Vélez
y familiares de don Agustín, residentes por entonces en la provincia de
Córdoba.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
biografia agustin
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