Violinista
de excepción y notable profesor, representa un caso único en la música
argentina, en razón de haber sido un relevante protagonista tanto en el ámbito
de la música clásica como en el del tango.
Nacido
en Nasielck, población polaca cercana a la capital Varsovia, el 4 de abril de
1928, inició estudios de violín en su pueblo natal, prosiguiéndolos en el
Conservatorio Nacional de Varsovia.
En
Nasielck debutó a los 9 años de edad, ofreciendo el concierto de Mendelssohn.
A
fines de ese mismo año de 1937, la familia, de origen judío, ante las
evidencias de la conflagración mundial que un par de años después sobrevendría
cuando la Alemania nazi invadió Polonia, emigró a Buenos Aires. El nazismo era
dueño del poder en Alemania, y aunque aún el luego tristemente célebre genocida
Adolf Eichmann no se había hecho cargo de la “cuestión judía” (esto sucedería
en 1938), había señales ya muy claras acerca de la inmensa tragedia a la que se
vería sometida esa comunidad.
En
la capital argentina, el aún niño Synmia tomó cursos de violín inicialmente con
los profesores Luis Quader y Ljerko Spiller, y los perfeccionó luego con el
mítico David Oistraj, quien había solicitado para el joven intérprete una beca
en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, que la guerra impidió concretar.
Su
debut en el tango se produjo en 1942, integrando un sexteto que animaba bailes
de carnaval en Villa Ballester.
En
ese mismo año ingresó a la orquesta que conducía el pianista Roberto Velo, la
cual suplantaba a las de Pedro Maffia y de Aníbal Troilo cuando se producían
ausencias de ellas en el cabaret Tibidabo.
Al
año siguiente se incorporó a la orquesta de Tito Martín, la cual en sus
interpretaciones empleaba arreglos similares a los de la de Juan D'Arienzo.
Simultáneamente con estas actividades, Simón continuaba su trayectoria en
orquestas sinfónicas.
En
1945, se incorporó a la orquesta de Roberto Dimas, en la que, desde su violín,
creó algunas variaciones que fueron asimiladas por Enrique Mario Francini,
quien solía asistir a las presentaciones de esta formación en el café Marzotto.
También
en ese año ingresó a la orquesta de Edgardo Donato, precisamente cuando esta
agrupación interrumpió sus grabaciones, las que reanudaría recién a comienzos
de la década del cincuenta.
En
la orquesta de Donato también integraba la fila de violinistas Emilio Balcarce,
quien, al hacerse cargo al año siguiente de la dirección de la formación que
acompañaría al cantor Alberto Marino, recién desvinculado de la orquesta de
Aníbal Troilo, ofreció a Simón integrar la misma.
El
Tano Marino y sus acompañantes actuaron en el café Marzotto y el cabaret Ocean,
además de grabar doce temas para el sello Odeon en el año 1947. En esta
agrupación, Simón alternaba los solos de violín con Balcarce.
Luego
intervino en la orquesta de Roberto Caló en actuaciones en el café Nobel, en el
que también, a instancias del propio Caló, solía ofrecer un pequeño concierto
de música clásica junto con el pianista Julio Medovoy al finalizar las
presentaciones de la formación. Hacia finales de esa década, tocó en la
orquesta del bandoneonista Carlos Demaría, en la que el pianista era Manuel
Sucher y los arreglos estaban a cargo de Pascual Mamone.
Su gran oportunidad en el tango le llegó en 1950, cuando se
incorporó a la orquesta de Carlos Di Sarli, con quien permaneció hasta la
disolución de esta en 1959, salvo una fugaz interrupción en 1955, a la que se
hará referencia más adelante.
En
forma simultánea a su labor con El
Señor del Tango, en los años 1952 y 1953 integró la orquesta que
habían formado Atilio Stampone y Leopoldo Federico, en carácter de primer
violín, con la que actuó en el local nocturno Tibidabo y en audiciones de Radio
Belgrano. Los arreglos del conjunto corrían a cargo de Argentino Galván.
En
1955 dejó transitoriamente la orquesta de Di Sarli, a fin de viajar a Brasil
integrando el conjunto Los
Príncipes del Violín, junto con otros tres violinistas: Carlos
Sampedro, Saúl Michelson y Elías Slon, además del piano a cargo del maestro
Pedro Ignacio Calderón, todos músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional, a la
que también Bajour había ingresado por concurso en el año 1949.
Sin
embargo, a comienzos de 1956, al producirse el retiro masivo de los músicos de
Di Sarli a fin de formar el conjunto Los
Señores del Tango, el maestro de Bahía Blanca le solicitó a Simón
que se encargara de formarle la línea de nuevos violinistas, la cual, como
producto de sus gestiones, quedó conformada por los cuatro violinistas de Los Príncipes del Violín.
Poco después, Bernardo Stalman y Luis Vidal reemplazaron a Sampedro y
Michelson.
En
1958 se reencontró con Argentino Galván, en oportunidad de incorporarse a Los Astros del Tango,
recordado noneto que grabó en ese año y en el siguiente bajo arreglos y
dirección del mencionado Galván. Allí, Bajour compartió el dúo de violinistas
en algunas grabaciones con Elvino Vardaro y en otras con Enrique Mario
Francini.
En
1959, Di Sarli, avanzada la enfermedad que le produciría la muerte a comienzos
del año siguiente, disolvió su agrupación, por lo que Bajour viajó a Viena, a
fin de participar en el VII Festival de la Juventud, desde donde se trasladó a
Moscú, invitado por el maestro Osvaldo Pugliese para que integrara su orquesta
en la recordada gira que realizó por la Unión Soviética y China durante el
segundo semestre de ese año.
Al
regresar de la gira con Pugliese, a comienzos de 1960, Bajour se incorporó a la
primera formación del Quinteto
Nuevo Tango, que Astor Piazzolla, a su vez recién regresado de
Nueva York, acababa de fundar. Permaneció en esa agrupación durante un año,
lapso en el que alcanzó a participar, junto con Astor, Jaime Gosis en piano,
Enrique Díaz en contrabajo y Horacio Malvicino en guitarra, en la grabación del
primer long play
del conjunto, dado a conocer bajo el título de Vanguardia.
Su
desvinculación se produjo en 1961, como consecuencia de haber sido contratado
como concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Este fue el momento
que puede precisarse como el de su alejamiento de las formaciones dedicadas al
tango, salvo una esporádica actividad a la que luego se hará referencia.
Radicado
entonces en La Habana, allí permaneció durante todo el resto de esa década.
De
regreso en Buenos Aires, fue un intérprete activo de la música de cámara y
sinfónica. En este ámbito, se recuerda su participación en la interpretación de
las sonatas para violín y piano de Beethoven, realizadas con Aldo Antognazzi en
1984.
También
trabajó en la Orquesta Estable del Teatro Colón, de la que fue un solista
reconocido no sólo por sus interpretaciones del directorio clásico romántico,
sino también por el estreno de obras de compositores argentinos, como el Concierto para Violín de
Alicia Terzian.
Su
último trabajo para el tango, único en este género luego de su alejamiento del
quinteto de Astor Piazzolla en 1961, data del año 1975, en oportunidad de
participar con el carácter de solista invitado en la grabación del disco Los 14 con Julio De Caro,
producido por Ben Molar. A él le tocó realizar un solo de violín en el tango Todo corazón, sobre un
arreglo realizado en conjunto por el bandoneonista Luis Stazo y el propio
Bajour.
Como
compositor, el tango le debe la música de Duele
más, que Carlos Di Sarli grabó el 19 de diciembre de 1956, con la
participación del compositor como primer violinista y la voz de Jorge Durán
cantando los versos escritos por Reynaldo Yiso.
La
aludida composición fue firmada con el seudónimo de Tito Simón, que era el que
utilizaba para su desempeño en las orquestas de tango hasta su actuación en Los Astros del Tango, de la
que formó parte con su nombre real, aunque en la versión castellanizada de su
nombre de pila, es decir, traduciendo Symia por su equivalente Simón.
Bajour
compartió con su maestro Spiller la pasión por la formación de nuevos talentos.
Fue profesor de varias generaciones de violinistas, muchos de ellos intérpretes
de primer nivel en orquestas sinfónicas, como es el caso de Daniel Zisman en
Berna, Alejandro Rutkauskas en Stuttgart y, en Argentina, Pablo Saraví en la
Filarmónica de Buenos Aires y Luis Pavero en la Orquesta del Teatro Argentino
de La Plata.
Bajour
interpretó también la música de los judíos de la diáspora.
En
2004, un año anterior al de su muerte, trabajaba con su discípulo Pablo Saraví
sobre un proyecto pedagógico consistente en la elaboración de un libro de bases
técnicas para violinistas en forma de debates.
La
obra quedó inconclusa al fallecer Bajour en Buenos Aires el 8 de febrero de
2005, a los 76 años de edad, pero Saraví ha prometido concluirla en homenaje a
su gran maestro.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
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