Cantor y compositor nacido en el barrio de Villa Urquiza el 21 de enero de 1932, bajo el nombre real de Leo Mario Vitale.
Desde pequeño comenzó su encuentro con la música, iniciando a los diez años a instancias de su madre el estudio del piano.
Sus dotes interpretativas y también la gran personalidad de la que hizo gala durante toda su vida, le permitieron progresar rápidamente en estos estudios y así es como cinco años después se presentó en cuatro ocasiones en el programa de radio El piano en la Argentina.
Sin embargo, su mayor pasión era el canto, actividad que inició cantando en reuniones familiares y de amigos, para luego hacerlo en locales barriales.
Fue Carlos Lázzari, bandoneonista de la orquesta de Juan D’Arienzo quien lo escuchó cantar en el cine Aconcagua de Villa Devoto y poco tiempo después lo presentó al director, rindiendo ante éste una prueba, en la que interpretó los tangos Eras como la flor y Remembranzas y el vals Quemá esas cartas; como el resultado fue sumamente satisfactorio, en el año 1957, se incorporó a la orquesta del Rey del Compás, con el nombre artístico de Jorge Valdez. Simultáneamente, ingresó también el cantor Mario Bustos, reemplazando ambos a los consagrados Alberto Echagüe y Armando Laborde.
Grabó su primer disco, el tango Andate por Dios, el 8 de mayo de 1957, al que le siguieron Destino de flor, La calesita y El reloj, versión en tiempo de tango del famoso bolero de Cantoral.
Durante su labor en la orquesta de D’Arienzo, grabó ciento diecisiete temas, trece de los cuales los hizo a dúo, el primero de ellos acompañado por Mario Bustos y después —en orden cronológico— por Horacio Palma, Héctor Millán y Armando Laborde, quien en 1964 se había reincorporado a la orquesta.
De los temas que Jorge Valdez cantó a dúo, el que obtuvo mayor éxito fue la milonga de Florindo Sassone y Dante Gilardoni Baldosa floja, grabada con Mario Bustos.
Entre las grabaciones en las que se desempeñó como único cantor con la orquesta de D’Arienzo Adiós Chantecler fue posiblemente el tema con el que obtuvo el mayor reconocimiento del público, sin olvidar por supuesto sus exitosas interpretaciones para el disco de Remembranza, Estrella, La calesita, En el cielo, Casita de nácar, Hasta siempre amor, Se llamaba Eduardo Arolas, Ave de paso, Clavel del aire, Adiós corazón, Un solo minuto de amor, Marinera, Tu noche es mi noche y Chirusa, entre otras muchas recordadas participaciones con la orquesta del Rey del compás.
El último de los temas nombrados es un tema por el que D’Arienzo tenía particular predilección. Lo había compuesto con letra de Nolo López en la década del veinte y ya lo había grabado en dos oportunidades antes del registro realizado con Valdez.
La primera de ellas había sido en el año 1928, con el estribillo a cargo de Carlos Dante. La segunda el 17 de mayo de 1940 con la voz de Alberto Reynal, para finalmente llevarla al disco el 29 de octubre de 1958 con su por entonces nuevo cantor.
Gi Gí, el tango de Enzo Valentino y Eduardo Moreno fue también otra de las grabaciones de Valdez como vocalista de D’Arienzo. Realizada el 4 de agosto de 1961, fue en opinión de quien esto escribe, una verdadera creación. A pesar de que ella no está entre las habitualmente recordadas, es ésta una oportunidad de destacarla de modo especial.
Su último registro discográfico con la orquesta de D’Arienzo fue el tango Amor de verano, realizado en los estudios de la RCA Victor el 18 de noviembre de 1964.
Al año siguiente se alejó de la orquesta del Rey del Compás, a la que ingresó en su reemplazo Osvaldo Ramos, vocalista proveniente de la orquesta de Florindo Sassone.
En 1966, ya en los inicios de su actuación como solista, Valdez integró la llamada Embajada de Tango y bajo la dirección orquestal de Jorge Dragone, presentándose en distintos escenarios de toda América.
Posteriormente, grabó con el acompañamiento de la orquesta dirigida por el pianista Osvaldo Requena, con quien reeditó varios temas que ya formaban parte de su repertorio con D’Arienzo, a los que sumó Gricel, En esta tarde gris, Carillón de la Merced, Verdemar y Nubes de humo, entre otras.
En 1972, grabó un disco larga duración en Río de Janeiro, acompañado en este caso por el sexteto de Jorge Dragone.
Más adelante, y con el acompañamiento de la orquesta de Alberto Di Paulo, dejó muy buenas versiones de Barrio de tango, Fuimos, La canción de Buenos Aires, La vi llegar, Mimí Pinsón, Por una cabeza, Una piba como vos y Cuando un amigos se va, la difundida canción de Alberto Cortéz.
Un resumen de sus registros discográficos como solista eleva el total de los mismos a alrededor de doscientos, los que agregados a los ciento diecisiete grabados como cantor de D’Arienzo, extiende su discografía a un total que ronda las trescientos veinte versiones en discos.
Sus discos, desde la época en que actuó junto a D’Arienzo obtuvieron mucha adhesión en Colombia, país en donde se convirtió en ídolo y sus actuaciones en teatros, coliseos y plazas de toros, aún hoy son recordadas con cariño y admiración.
Raúl Iriarte, ex cantor de Miguel Caló y próspero empresario en Bogotá, lo convocó para actuar para actuar allí en la década del setenta junto a Juan Carlos Godoy, Armando Moreno, Jorge Ortiz, Oscar Larroca y Roberto Mancini, cantor este último con el que cultivó una gran amistad.
También se presentó en Perú, Chile, Ecuador, Uruguay, Estados Unidos, México, Brasil, país en el que estando en Río de Janeiro grabó el disco larga duración mencionado con anterioridad y Australia, donde en las ciudades de Melbourne y Sydney el público apreció su voz y su estilo inconfundibles.
Durante veintidós temporadas veraniegas se presentó en Mar del Plata, incluyendo actuaciones en el teatro Odeon de esa ciudad.
Además, a lo largo de quince años, formó parte del programa Grandes Valores del Tango, que se irradiaba por el Canal 9 de televisión.
En abril de 1990, Valdez sufrió un serio accidente automovilístico en el tramo de la nueva autopista Buenos Aires–La Plata, a la altura de Dock Sur.
En este percance resultó afectado por diversas heridas, inclusive una muy importante en la lengua que le demandó un largo trabajo de rehabilitación antes de regresar a la actividad artística.
Para ello debió someterse a exigentes ejercicios de reeducación vocal y foniatría, hasta lograr colocar nuevamente su voz a la altura de su tono normal, lo que no le resultó para nada sencillo, pues su estilo le exigía muchísimo esfuerzo, dado que era un cantante de registro alto dotado de innatas condiciones técnicas.
Sólo su gran fuerza de voluntad y perseverancia le permitieron superar el mal trance y reinsertarse nuevamente en el mundo del canto. Su regreso a la actividad se produjo en el Rincón de los Artistas, clásico reducto tanguero ubicado en Álvarez Jonte y Boyacá.
También luego de ese retorno, en diversas oportunidades fue acompañado por el conjunto de guitarras dirigido por Rafael Brescia.
Tiempo después el fallecimiento de su esposa Laura lo sumió en una profunda depresión. Pese a esa circunstancia siguió actuando un tiempo más y así fue como en el año 2000 se presentó en los locales La Casa de Aníbal Troilo y La Cantina del 2000 de Buenos Aires, como asimismo en las ciudades de Mar del Plata y Tucumán, y al año siguiente realizó su último viaje a Colombia, país que tres décadas antes fuera escenario de sus primeros éxitos al comienzo de su labor como cantor solista.
De todos modos, aquella fuerza interior con la que había superado las consecuencias del accidente referido con anterioridad ya no pudo ayudarlo a recuperarse de la angustia que le causó la muerte de su compañera. Deteriorado su espíritu y afectado por una afección hepática terminal, falleció en el sanatorio Colegiales de Capital Federal, el 21 de febrero de 2002, poco después de haber cumplido 70 años de edad.
Como compositor había dejado dos tangos: Por favor no vuelvas, en colaboración con el bandoneonista Celso Amato y letra de Raúl Hormaza, y Olvidemos todo, con versos de Santiago Adamini, temas que grabó con la orquesta de Juan D’Arienzo.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo III biografia
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