Cantor y compositor, a quien en relación a la primera de esas actividades Alfredo Gobbi bautizara como La voz de oro del tango.
Había nacido en Verona (Italia) el 26 de abril de 1920, siendo su verdadero nombre Vicente Alberto Marinaro.
Cuando tenía tres años de edad, su familia se trasladó a la Argentina, afincándose en la provincia de Salta durante dos años, para radicarse luego definitivamente en Buenos Aires, en el por entonces llamado barrio Las Cañitas.
A los dieciocho años, comenzó su carrera profesional, integrando un conjunto denominado Caramelo Surtido, al mismo tiempo que iniciaba sus estudios de canto con el maestro Eduardo Bonessi, quien con el tiempo lo reconociera como su alumno más destacado junto con Aldo Campoamor.
Precisamente, a través de Bonessi, tuvo la oportunidad de cantar en radio Mitre, utilizando el seudónimo de Alberto De Mari.
También en ese año 1938, conoció a Emilio Balcarce, quien había decidido por entonces su primera orquesta, en la que tocaba el bandoneón, siendo Marino el cantor de la misma durante su breve lapso de existencia. Luego se incorporó a la flamante orquesta del bandoneonista Fortunato Mattino, que había integrado la formación de Francisco Lomuto. En esta nueva agrupación, estaban entre otros músicos, el pianista Manuel Soifer y Luis Berstein, el compositor del célebre tango El abrojito.
La tercera experiencia de Marino como cantor de orquesta fue en la que constituyó el también bandoneonista Luis Moresco a poco de regresar de España, donde había actuado en el conjunto de Carlos Geroni Flores.
Ya en 1939, se incorporó a la orquesta de Emilio Orlando, con quien actuó en radio El Mundo, orquesta en la que también cantaba Roberto Rufino.
En 1942, estuvo a punto de integrar la orquesta de Rodolfo Biaggi, pero al oírlo cantar Aníbal Troilo, decidió incorporarlo inmediatamente entre sus músicos, cuyo único cantor era entonces Francisco Fiorentino. Comenzó así la historia grande de Marino quien debutó en la orquesta de Pichuco el 5 de julio de ese año en el cabaret Tibidabo, actuando también en radio El Mundo y debutando en el disco para el sello RCA Victor con el tango de Héctor María Artola y Carlos Bahr Tango y copas, el 5 de abril de 1943, es decir exactamente nueve meses después del día de su debut en la orquesta.
Con Troilo, Marino grabó un total de cincuenta y un temas, tres de ellos a dúo con Fiorentino y cinco con Floreal Ruiz. Su última grabación con Pichuco fue Mi tango triste del propio Troilo y José María Contursi, realizada el 28 de noviembre de 1946.
Entre ambas quedaron, por citar sólo algunas, inolvidables versiones de Cuando tallan los recuerdos, Farolito de papel, Uno, Tal vez será su voz, Tedio, Ya estamos iguales, Me están sobrando las penas, Alhucema, Torrente, Sombras nada más, Tres amigos, Rosa de tango y especialmente la histórica versión de Recuerdo de bohemia, precedida por una extensa introducción de la orquesta en la que se destaca un solo de violín de Reynaldo Nichele y una breve pero fundamental participación final de Marino, todo sobre la base de un increíblemente bello arreglo de Argentino Galván.
Desvinculado de Troilo, de inmediato comenzó su trayectoria como solista, acompañado por la orquesta dirigida por Emilio Balcarce, con quien actuó en radio Splendid y en el café Marzotto, recordándose que el día de su debut en este reducto tanguero, la enorme aglomeración de gente obligó a cortar el tráfico de la avenida Corrientes entre Libertad y Cerrito.
Marino en su flamante rol de solista se incorporó al sello Odeon, comenzando a grabar el 9 de abril de 1947, día en el que registró los temas La muchacha del circo y Organito de la tarde, totalizando, con el acompañamiento de Balcarce como director, doce grabaciones.
Cuando en 1948, Balcarce tomó la decisión de dejar la dirección orquestal para dedicarse exclusivamente por un tiempo a la tarea de orquestador, la dirección del acompañamiento de Marino fue asumida por el excelente director y arreglador Héctor María Artola, con quien registró, siempre para el sello Odeon y entre 1949 y 1950, un total de diez temas.
También en esos dos años, Marino grabó cuatro temas con acompañamiento de guitarras, entre ellos la canción de Eduardo Bonessi titulada La rodada que fuera a través de los años una de sus grandes creaciones.
En esta época, Marino actuaba en numerosos cafés de Buenos Aires, mientras que los fines de semana y en los carnavales animaba bailes en clubes sociales como Círculo Urquiza, Editorial Haynes, Barracas Central y Almagro, entre muchos otros.
También realizó giras por el interior del país y por el exterior, actuando en Uruguay, Brasil, Chile y otros países de Latinoamérica, además de una exitosa presentación en Nueva York, ciudad en la que permaneció durante seis meses acompañado por la orquesta de Ovidio Tití Rossi.
En radio Belgrano, participó también en diversos radioteatros, en los que se desempeñaba como cantor y también como actor.
Mientras tanto, su carrera de solista seguía desarrollándose exitosamente, siendo acompañado con posterioridad a los dos directores mencionados anteriormente por Hugo Baralis con quien grabó cuatro temas, en 1951, y otros cuatro, en 1952, por su propia orquesta típica, en 1953 y 1954, con la que registró ocho temas entre ambos años, y por Osvaldo Manzi desde 1953 hasta 1955, con seis grabaciones a razón de dos en cada uno de esos años.
También en 1955, nuevamente con su orquesta típica, grabó dos temas más y con el marco orquestal dirigido por Héctor Stamponi editó otros dos temas, para finalizar sus grabaciones de ese año con el registro de dos temas con la orquesta dirigida por Fernando López, entre ellos nuevamente la canción La rodada.
En esos años de intensa tarea discográfica, Marino efectuó también grabaciones con acompañamiento de guitarras, totalizando dos en 1953, una en 1954 y tres en 1955, incluyendo entre estas últimas la canción La carreta tucumana, a dúo consigo mismo.
Al año siguiente, y siempre para el sello Odeon, registró cuatro temas con la orquesta dirigida por Osvaldo Tarantino y también grabó otros dos temas en cuya edición participaron el mismo Osvaldo Tarantino, en celesta, y Kicho Díaz, en contrabajo, junto a un conjunto de guitarras. Ya, en 1957, grabó con acompañamiento de guitarras sus dos últimos temas para el sello Odeon.
Desvinculado de esta casa grabadora, en este mismo año editó ahora para el sello Dick Jockey veinte temas nuevamente con la orquesta dirigida por Tarantino, cuatro grabaciones con la orquesta dirigida por José Carli, para el sello Allegro, y dos en rca Victor, con la de Alberto Di Paulo, además de cuatro más con acompañamiento de guitarras para este último sello y doce, para un larga duración con el conjunto de guitarras dirigido por José Canet, en este caso nuevamente para Dick Jockey.
Luego de esta intensa actividad en los estudios de grabación, por un lapso de diez años no volvió a ingresar a ellos, aunque continuó en otros ámbitos con su importante trayectoria.
Así fue como, en 1961, actuó en Canal 7 de televisión en un recordado programa de los días lunes a las 20.30.
Su retorno a los estudios de grabación se produjo en el año 1967, en el que registró ocho temas para el sello Odeon como cantor invitado en la orquesta de Miguel Caló y cuatro para RCA Victor con la de Armando Pontier en el mismo carácter, además de dos temas más como solista para Odeon, en este caso acompañado por la orquesta dirigida por Carlos García.
En ese mismo año, viajó a Hollywood, acompañado como en muchas de sus grabaciones de los años cincuenta, por el pianista y director Osvaldo Tarantino.
En 1969, participó de la gira a Japón realizada por Héctor Varela con su orquesta y un conjunto de guitarras.
Nuevamente con el maestro Carlos García como director de su marco orquestal, en 1970 grabó para el sello London un larga duración que incluía doce temas, y luego continuó sus grabaciones en 1973 para el sello Microfon, oportunidad en la que grabó veinte temas acompañado por la orquesta de Osvaldo Requena, entre ellos dos a dúo con su hija Claudia. Finalmente, en 1979 registró para el sello Embassy diez temas con el marco de la orquesta dirigida por Alberto Di Paulo, con las que finalizó su importante labor discográfica.
Como compositor, la labor de Marino fue también muy relevante, comenzando esa tarea con la música del tango Calle del ocaso, hermosa melodía con letra de Armando Laveglia, que grabó en su primera etapa de solista acompañado por la orquesta que dirigía Emilio Balcarce.
A ese tema, siguieron Te tengo que olvidar, con versos de Fratán de Vergall, que grabó en 1950 con la orquesta de Héctor María Artola; Mi barco ya no está, con letra de Eduardo Maradei, grabada por Marino con la orquesta dirigida por Hugo Baralis en 1951; la milonga La chabona, con letra de Raúl Hormaza, que registró con acompañamiento de su orquesta en 1954, y El veterano, Yo no largo y El paria de los caminos, los tres con versos de Eduardo Maradei, habiendo grabado los dos primeros junto a la formación dirigida por Osvaldo Manzi, en 1954, y el tercero con acompañamiento de guitarras, en 1955.
Prosigue luego la cronología de sus composiciones con Tango de otros tiempos, en colaboración con Ulderico Caserio y Washington Reyes, al que llevó al disco con la orquesta dirigida por Osvaldo Tarantino, en 1956, y luego volvió a hacerlo con la dirigida por Osvaldo Requena, en 1973; Aquella puerta, pieza cuya letra le pertenece a Enrique Lary, llevada al disco en 1957 con el acompañamiento de la orquesta dirigida por Osvaldo Tarantino; Silicio, con poesía de Ítalo Curio, tema que grabó como cantor invitado de la orquesta de Miguel Caló en el año 1967; Mi amigo bandoneón, con versos del también cantor Antonio Maida, que Marino grabó en el año 1970, acompañado por la orquesta dirigida por Carlos García, y Busco tu piel, cuya letra pertenece a Alberto Harari, al que también llevó al disco con la orquesta dirigida por Requena en 1973.
Marino, quien en 1972 había sufrido un grave accidente automovilístico del que logró reponerse pero en el que perdió a su esposa, Irma Argentina Galván, y a su suegra, falleció el 20 de junio de 1989, casi dos meses después de haber cumplido 69 años de edad.
Años antes había vuelto a casarse en la Catedral de Salta, la ciudad en la que habían transcurrido los primeros años de su vida.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II
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