Pedro Laurenz - Biografía


 

Bandoneonista, director y compositor nacido en el barrio de la Boca en Capital Federal, el 10 de octubre de 1902.

Si bien su apellido real era Blanco, fruto de la unión de su madre en segunda nupcias con un hombre de este apellido, artísticamente adoptó el de sus dos hermanastros mayores, Eustaquio y Félix Laurenz, ambos ejecutantes del bandoneón, quienes radicados en Montevideo, habían adquirido ya un prestigio como intérpretes, por lo que Pedro consideró le sería favorable, sobre todo en el inicio de su carrera, ejecutando también el bandoneón, hacerlo con ese mismo apellido.

Muy niño había iniciado sus estudios de violín, pero al trasladarse en 1917 a Montevideo con su madre y comenzar así a convivir con Eustaquio y Félix, la influencia de ellos lo volcó al instrumento con el que adquiriría celebridad en el tango.

Autodidacta de notables aptitudes, dos años más tarde, a comienzos de 1920, ya estaba en condiciones de encarar su iniciación profesional bajo la guía de sus dos hermanastros.

Así, su primera actividad fue en un cuarteto que actuaba en un Café de los Cerros de la capital uruguaya, y ya en 1922 ingresó a un quinteto comandado por el pianista Luis Casanova, quien había arribado a Montevideo integrando la agrupación de Eduardo Arolas, en la última ocasión en la que El Tigre del bandoneón se presentó en esa ciudad. Los restantes integrantes del conjunto eran Eustaquio Laurenz, en bandoneón, y Edgardo Donato y Roberto Zerrillo, en violines.

Al año siguiente, regresó a Buenos Aires junto con Casanova, a fin de formar un cuarteto con los violinistas Emilio Marchiano y Juan Marischi, con el que actuaron en un café ubicado en la calle Rivera, actual avenida Córdoba.

En ese mismo año 1923, Laurenz y los dos violinistas pasaron a integrar la orquesta del pianista Roberto Emilio Goyeneche, con el agregado de Enrique Pollet, apodado «el Francés», para desempeñarse como bandoneonista junto a Pedro, conformando así un quinteto con el que el joven intérprete participó en las primeras experiencias radiofónicas realizadas en el país, dado que tuvo oportunidad de actuar en los programas inaugurales de radio Cultura.

Precisamente, en uno de ellos, estrenó su primer tango, El rebelde, compuesto en colaboración con el violinista Marchiano.

No mucho más tarde, Goyeneche se enfermó y, tras su fallecimiento ocurrido poco tiempo después, lo reemplazó José Bertolotto, y Pollet asumió la conducción del conjunto. También se retiró el violinista Marischi, ocupando su lugar José Di Clemente.

Laurenz continuó desempeñándose como segundo bandoneón, mientras el ahora director seguía siendo el primer intérprete de ese instrumento.

La nueva formación actuó en una glorieta que se ubicaba en la avenida San Martín y Gaona, además de hacerlo en el bar Iglesias, otro de los locales que se recuerdan en la antigua calle Corrientes.

Casi de inmediato, en el año 1924, se produjo el primero de los hitos fundamentales en la carrera de Laurenz: su incorporación a la flamante orquesta de Julio De Caro en reemplazo de Luis Petrucelli.

Le tocó así al joven ejecutante desempeñarse al lado del consagrado Pedro Maffia, quien en principio el día del debut se mostró frío y distante con el nuevo integrante del conjunto, para sin embargo demostrar de inmediato, luego de escuchar su primera interpretación, una franca admiración por las aptitudes de su novel colega, naciendo desde entonces una cálida amistad entre estos dos grandes bandoneonistas del género.

Laurenz tomó el papel de primer bandoneón en 1928, cuando Maffia se separó de la orquesta de De Caro, incorporándose para cubrir la vacante producida Armando Blasco, El Cieguito, otro excelente ejecutante del instrumento a pesar de padecer una acentuada disminución visual. Desde entonces, Laurenz con el encabezamiento de los bandoneones imprimió una nueva tónica rítmica y temperamental a la agrupación de De Caro, constituyéndose en la etapa más brillante en los treinta años de actuación del conjunto, en la fundamentada apreciación del doctor Luis Sierra. «Pruebas irrefutables de lo afirmado —señala este estudioso— las constituyen las versiones grabadas por entonces para los sellos Victor y Brunswick».

Entre otros conceptos, el doctor Sierra ha manifestado que «De Caro alcanzó en esta etapa la influencia del vigor, la originalidad y la fuerza temperamental de su primer bandoneón, en contraste con la modalidad más apagada y con tendencia a los sonidos ligados que imprimiera Maffia cuando era parte del conjunto».

Luego de los bailes de carnaval del año 1934, en los que animaran las veladas del club Pueyrredón en el barrio de Flores, la totalidad de los músicos, excepto el pianista Francisco De Caro, se desvinculó de la agrupación, a fin de formar la nueva orquesta de Pedro Laurenz, la que debutó el 15 de abril de ese año en el café Los 33 Billares, sito en la calle Corrientes, ya próxima a transformarse en avenida.

Esa primera formación tenía en su línea de bandoneones al director y a los hermanos Armando y Alejandro Blasco. El primero de ellos continuaba así su trayectoria con Laurenz, la que como ya recordamos iniciara cuando ingresó al sexteto de De Caro, en 1928.

Integraban también la orquesta Osvaldo Pugliese, en el piano; José Niesow y Sammy Friedenthal, en violines, y Vicente Sciarreta, en contrabajo.

Su estilo constituía una versión muy remozada de la escuela decariana, siendo por las grabadoras de entonces reputado como carente del suficiente atractivo para el público no entendido, por lo que esa primera experiencia de Laurenz como director no llegó a plasmarse en el disco.

Esa circunstancia no impidió que en esa primera etapa la formación estrenara magníficos tangos, como De puro guapo, del director, y La Beba, de Pugliese.

En 1935, tampoco accedió a los estudios discográficos, aunque se incorporaron Armando Federico, Alfredo Gobbi, Pedro Terrón y Héctor Gentile —en reemplazo de Osvaldo Pugliese—, José Niesow, Vicente Sciarreta y Alejandro Blasco, respectivamente.

En ese mismo año, Laurenz integró el recordado quinteto Los Ases de Peteco, marca del dentífrico que auspiciaba al conjunto, en el que participaban Sebastián Piana, en piano, y cuatro bandoneones a cargo Carlos Marcucci, Pedro Maffia, Ciriaco Ortiz y Laurenz, mientras que Homero Manzi, creador del conjunto, estaba a cargo de las glosas. El quinteto se constituyó en uno de los grandes sucesos radiofónicos de la época.

Al mismo tiempo, continuaba dirigiendo la orquesta que había fundado el año anterior, en la que nuevos músicos fueron sucediéndose durante esos primeros años. En tal sentido, cabe recordar especialmente la incorporación del pianista Héctor Grané —de sólida formación musical— quien asumió los arreglos orquestales que fueron otorgando un sonido muy propio y definido a la agrupación, como lo hiciera con sus inspirados arreglos en la orquesta de Carlos Di Sarli, a quien también en ocasiones reemplazó en la ejecución del piano.

Posteriormente, Grané se radicó en París, ciudad donde acogió en su domicilio a Astor Piazzolla cuando éste vivió transitoriamente allí, en 1954, brindándole también a éste una valiosa asistencia como intérprete y arreglador, además de una profunda amistad.

También integraron la formación de Laurenz los bandoneonistas Miguel Jurado, Ángel Domínguez, Carlos Parodi y Oscar Podestá; los violinistas Milo Dorjman, Mauricio Misé, Francisco Oréfice y el uruguayo Rolando Gavioli —hermano del también violinista y cantor Romeo—, y los contrabajistas Alberto Celenza — quien también interpretaba el violín y el bandoneón— y Domingo Varela Conte, todos ellos atentos intérpretes de las ideas del director a lo largo de la trayectoria de la orquesta.

Por fin, en julio de 1937, la formación de Laurenz se incorporó al catálogo discográfico del sello RCA Victor, donde trabajó hasta el mes de abril de 1943.

En ese lapso, registró un total de treinta temas para el aludido sello, contando con una formación que integraban el mencionado Grané, como pianista y arreglador; Ángel Domínguez, Armando Blasco, Héctor Presas, Armando Brunini y Rolando Gavioli, en bandoneones; Milo Dorjman, Mauricio Misé, Francisco Oréfice y Sammy Friedenthal, en violines, y Alberto Celenza, como contrabajista.

El primer vocalista para los trabajos discográficos fue Héctor Farrel, quien en 1937 participó en las cuatro primeras grabaciones, siendo reemplazado al año siguiente por Juan Carlos Casas, quien permaneció hasta fines de 1942.

Martín Podestá fue otro vocalista del conjunto, quien hizo su aporte en las grabaciones durante 1941 y comienzos de 1942.

En este último año, también integraron en la orquesta los cantores Alberto Del Campo, quien grabó el tango Es mejor perdonar, y Aníbal Fuentes hizo lo propio con el vals María Remedios.

En 1943, ingresó el cantor sanjuanino Alberto Podestá, quien intervino en los últimos discos grabados en el sello Victor, registros que se prolongaron luego cuando la orquesta pasó al sello Odeon en ese mismo año.

En este sello, la agrupación dirigida por Laurenz cubrió dos etapas de ediciones, prolongándose la primera entre los años 1943 y 1947 mientras que la segunda abarcó los años 1952 y 1953.

La primera grabación para esta empresa discográfica fue Alma de bohemio, exitosa versión de Alberto Podestá realizada el 15 de julio de 1943, el mismo día en el que para la misma firma realizara sus primeras grabaciones la orquesta de Osvaldo Pugliese.

Otros vocalistas en las grabaciones que se efectuaron entre 1943 y 1947 fueron Carlos Bermúdez, quien dejó recordadas versiones de Más solo que nunca, Me están sobrando las penas, Nada más que un corazón, Llueve otra vez, La madrugada y el vals Temblando; Jorge Linares, quien grabó Trenzas, Naranjo en flor, Barrio tranquilo y Esta noche al pasar, y Héctor Juncal, cantor que registró en el disco el tango Piedad.

En 1946, la orquesta se presentó en la audición radial Ronda Musical de las Américas, que conducía el locutor Iván Casadó con la colaboración de la cantante y actriz Sabina Olmos. De esas actuaciones, han quedado registradas algunas tomas radiales que se han incluido últimamente en algunos discos compactos, como por ejemplo la del tango Gracias, de Elías Randall y Carlos Bahr, cantado por Juncal.

Años más tarde, para los registros de 1952 y 1953 contó con el cantor Alfredo Del Río, quien debutó en el disco precisamente con esta orquesta grabando Cuando me entrés a fallar, tema de José María Aguilar y Celedonio Esteban Flores.

La cantidad de grabaciones para el sello Odeon en ambas etapas alcanzó a treinta y ocho, la que sumada a las treinta realizadas para RCA Victor elevan el total de registros de la orquesta de Laurenz a sesenta y ocho.

Disuelta definitivamente esta formación luego de su desvinculación con el sello Odeon, Laurenz se alejó temporariamente de la actividad, a la que retornó en 1959 integrando la primera formación del mítico Quintero Real, creado en ese año por el pianista Horacio Salgán.

Al director del nuevo conjunto acompañaron en esa primera formación, además de Laurenz con su bandoneón; Enrique Mario Francini, en violín; Ubaldo De Lío, en guitarra, y Rafael Ferro, como contrabajista.

El quinteto debutó en el mes de septiembre de este año en radio El Mundo, actuando además en la confitería Richmond. También de inmediato comenzaron a grabar para el sello Columbia.

Durante la década de los años sesenta, el Quinteto viajó tres veces a Japón; al regreso de la última, en 1969, esta primera formación del quinteto se disolvió, tras algunas actuaciones en radio, televisión y de participar en la película Detrás de la mentira.

Luego, Laurenz formó en 1969 otro quinteto con la misma conformación instrumental que el anterior. Lo acompañaron en este nuevo emprendimiento Eduardo Wallczak, en violín; Luis Pereyra, en contrabajo; José Colángelo, en piano, y Rubén Ruiz, en guitarra eléctrica.

Al año siguiente, ahora al frente de un cuarteto, actuó en el célebre Carnegic Hall de Nueva York, presentación que recibió un cálido reconocimiento de la prensa y el público estadounidense.

A su regreso al país, comenzó a sufrir los síntomas de la enfermedad que provocaría su fallecimiento dos años más tarde. Así fue como en este período final de su vida sólo registró una actuación en la película Fueye querido, a la que se hará referencia al final de esta reseña.

Su tarea como compositor fue tan importante como la de director y ejecutante del bandoneón.

En este incompleto informe, dada su abundante producción, recordaremos que luego de El rebelde, aquella primera pieza que compusiera y estrenara en 1923, produjo títulos tales como La revancha, Sin tacha y Siete colores.

A estos temas, siguieron otros que hoy constituyen referentes de primerísima línea entre las grandes composiciones del género.

Surgieron así Amurado, cuya segunda parte pertenece a su entrañable amigo Pedro Maffia, con versos del violinista y autor José De Grandis; Mal de amores, del que no puede dejar de mencionarse la bellísima grabación realizada por la orquesta de Osvaldo Pugliese en agosto de 1946; Orgullo criollo y Mala junta, ambos compuestos en colaboración con Julio De Caro.

Junto con el violinista Emilio De Caro escribió Flor de noche y con versos de Homero Manzi 24 de agosto, tema que el grabó con la voz de Alberto Podestá el 16 de abril de 1943 como último registro realizado para el sello RCA Victor. La poesía entonada por el sanjuanino justifica la curiosa referencia del título a esa fecha, a través del relato que realiza el personaje imaginado por Manzi.

Con versos de José María Contursi, compuso la melodía de otros cuatro grandes temas: Vieja amiga, Milonga de mis amores, Como dos extraños y Es mejor perdonar.

Triste atardecer, Risa loca, Enamorado, De puro guapo —con letra de Manuel Meaños—, Coqueta, Berretín, Tuve un sueño, Gaucha, Improvisando y Patria mía —cuyos versos pertenecen a Héctor Marcó— son también importantes productos de su inspiración.

Es dable destacar que con letra de Marcó, en 1954, llevó al pentagrama su homenaje al mítico Tigre del bandoneón a través del tango El fueye de Arolas.

Otras de sus composiciones de insoslayable mención son el tango Marinera, con letra de Carlos Marín, reconocido éxito de Jorge Valdez cuando se desempeñaba como cantor de la orquesta de Juan D’ Arienzo, y la milonga De antaño.

Avanzados los años sesenta, compuso Esquinero, tema instrumental que constituyó el último de su producción.

La sola enunciación de muchos de estos títulos recuerda hitos imborrables de este género musical, en la mayoría de los casos grabados por la orquesta del propio Laurenz, el Quintero Real que integró en la década del sesenta y las más importantes agrupaciones del tango.

El 7 de julio de 1972, a tres meses de cumplir 70 años, Laurenz fallecía. Poco antes, ya seriamente enfermo, había puesto fin a su valiosa trayectoria iniciada medio siglo atrás participando en un corto metraje titulado Fueye querido, en el que interpretó Esquinero, su ya recordada última composición.

 

Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II

biografia

Comentarios