Letrista de
varios de los éxitos más recordados de Gardel, se sabe que nació en La Plata a
fines del mes de septiembre de 1890.
Vivió
algunos años en Bahía Blanca, ciudad en la que inició su vida laboral
desempeñándose como periodista en diarios del lugar, regresando a Buenos Aires
a fin de trabajar en el diario La Montaña.
Siendo
vecino en el barrio de San Cristóbal de Francisco Canaro, escribió con música
de este su primera letra de tango, Cara sucia, adecentando así un título
prostibulario que originalmente se asignó al tema.
Su
producción superó a partir de entonces las ciento cincuenta letras, según lo
menciona Jorge Barroca, historiador del tango que ha aportado mucha información
acerca de la vida de este letrista. En aproximadamente treinta de ellas la
música pertenece a Francisco Canaro.
Caruso se
transformó además en el letrista preferido de Gardel, quien llevó al disco
treinta y ocho composiciones de Caruso, lo que lo ubica como el autor más
grabado por el Zorzal.
Además de su
proficua labor como letrista de tangos, Caruso fue autor y empresario teatral,
escribiendo treinta y dos piezas entre 1918 y 1928.
Dedicado
además a la investigación histórica, como producto de esta labor escribió
varias obras biográficas, tales como El Tigre de los Llanos y Juana
Azurduy.
Analizando
los versos de Caruso, el mencionado Barroca ha escrito que «a través de ellos
impuso el tango pintoresquista, ese que se nutre en el espíritu burlón del
porteño y fija en versos precisos sus aspectos más vulnerables».
En nuestra
opinión, los versos del tango Se acabaron los otarios, cuya música
pertenece a Francisco Canaro, ejemplifican acabadamente esa caracterización,
pero en otras de sus letras más difundidas no es fácil reconocer ese enfoque.
Gardel llevó
al disco este tema el 30 de marzo de 1927, acompañado por las guitarras de José
Ricardo y Guillermo Barbieri.
Gobello, a
su vez, señala que la preferencia de Gardel por este letrista constituye un
juicio de valor digno de ser tenido en cuenta.
Entre sus
obras se encuentran temas tan difundidos como el primigenio Cara sucia,
al que siguieron Nobleza de arrabal, escrita para un sainete del mismo
nombre que le pertenece y estrenó en 1919, el ya recordado Se acabaron los
otarios, Ladrillo, con música de Juan de Dios Filiberto, grabado por
la orquesta de Roberto Caló con la voz de Roberto Rufino el 17 de octubre de
1956, y Cascabelito, cuya melodía pertenece a José Bohr. Este último
tango es de características muy particulares. Se trata de una sencilla
descripción de los carnavales de la época, siendo la pequeña historia que
relata Caruso toda una pintura de esas irrepetibles festividades.
Muy adecuado
para cantores con registros muy altos, Cascabelito ha sido
impecablemente grabado el 2 de febrero de 1953 por Ricardo Ruiz en el único registro
discográfico que concretó con la orquesta de Ángel D'Agostino y por Jorge
Maciel como cantor de la formación de Osvaldo Pugliese, el 22 de septiembre de
1955, el mismo día que Juan Domingo Perón se alejaba del país derrocado por el
golpe militar iniciado seis días antes. La primera grabación de Cascabelito
había sido realizada por Gardel en el año 1924, acompañado una vez más por las
guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri.
También
sobre música de Bohr, escribió los versos de Medias de seda, tango que
fue grabado en el año 1956 por la orquesta de Miguel Nijensohn con la
participación del cantor Carlos Budini y por la de Jorge Caldara, en este caso
en forma instrumental, el 25 de febrero de 1959.
Con música
de Roberto Firpo le pertenece también la poesía de Alma de bohemio, otro
tango que requiere una mención especial porque se transformó en la
interpretación que más ha identificado en su extensa y exitosa trayectoria al
cantor Alberto Podestá, desde la primera grabación que este realizó del tema
como vocalista de la orquesta de Pedro Laurenz.
Un vals de
muchísima repercusión fue Un placer, cuya letra le pertenece sobre
música de Vicente Melena Romeo. La orquesta de José Basso con las voces a dúo
de Floreal Ruiz y Alfredo Belusi hizo de este tema una grabación insuperable.
Dos de sus
clásicos con música de Francisco Canaro fueron los tangos La última copa
y Destellos, de los que existen innumerables versiones grabadas.
La última
copa se inscribe entre los diez tangos
de mayor difusión mundial. Ha sido llevado al disco entre otros muchos, por las
orquestas de Osvaldo Pugliese y de Alfredo De Ángelis, con las voces de Alberto
Morán y Juan Carlos Godoy, respectivamente. Destellos, cuya armoniosa
melodía posee una precisa letra de Caruso, tiene entre varias excelentes
versiones grabadas, las de Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico y la
del mismo Canaro con la voz del uruguayo Carlos Roldán.
No me
escribas, con hermosa melodía de Agustín
Bardi, es también otro de sus versos más exitosos. También la orquesta de
Pugliese con la voz de Morán llevó el tema al disco el 31 de julio de 1946.
Su vida fue
breve, ella se apagó en Buenos Aires el 1 de marzo de 1931 cuando sólo tenía 40
años. Sin embargo, como otros que también tuvieron muy poco tiempo para
desarrollar su talento, su obra se constituyó en un valioso legado, ubicándolo
en un lugar destacado entre los grandes letristas de la primera etapa del tango
canción.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
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