Pianista,
director y compositor nacido en Buenos Aires el 25 de mayo de 1900. Hijo y
nieto de violinistas, hizo su adiestramiento como pianista tocando óperas y
zarzuelas en un bar que poseía el tío de Arturo De Bassi, el compositor de
celebrados tangos como El incendio y La catrera, que era amigo de
su padre.
Luego
de esta etapa de formación, la trayectoria artística de D'Agostino puede
dividirse en cuatro etapas claramente identificables: la primera abarcó desde
sus inicios en 1911 hasta el año 1932, cuando comienza su primera vinculación
con el cantor Ángel Vargas; la segunda se extendió desde ese año hasta 1935,
cuando Vargas se alejó de la orquesta para integrar la de José Luis Padula; la
tercera se inicia con la reincorporación del emblemático cantor en 1939 y
culmina con su desvinculación definitiva en 1946; y la última, que comenzó en
este año y terminó en 1963, cuando D'Agostino dio por finalizada
definitivamente su actividad artística, disolviendo su última formación.
Su
debut en 1911, con sólo once años, se produjo en el Teatro Guignol, que
funcionaba en el Jardín Zoológico, formando un trío con Juan D'Arienzo y
Eusebio Bianchi para ejecutar tangos. Continuó esta actividad a fines de ese
mismo año en el Teatro Nacional, donde integró una orquesta infantil junto a
Juan D'Arienzo y Eduardo Armani, bajo la dirección del guitarrista y compositor
uruguayo Pancho Aranaz.
Luego
acompañó a la cantante María Barrientos en el Teatro Coliseo, y en 1915 comenzó
a dirigir su propia orquesta en el Jockey Club de la Rambla de Mar del Plata,
aún de madera. Con este conjunto interpretaba tangos, además de aires de zarzuela
y canciones de la época.
Se
presentó posteriormente en los históricos locales del Palais de Glace y el
Royal Pigalle, y en 1918 inició su actuación en los cines mudos, junto con el
gran violonchelista Ennio Bolognini.
Actuó
después acompañando elencos que actuaban en los teatros Florida, Apolo y El
Nacional; en este último, integró el elenco que apoyaba musicalmente a la
compañía encabezada por Arata, Simari y Eva Franco.
En
1920, se incorporó como pianista a la orquesta de Juan Maglio. Posteriormente,
acompañó las actuaciones de Azucena Maizani, cumpliendo también una temporada
como director musical de la cupletista española Teresita Zazá.
Acompañó
además a la cancionista francesa Simonette Guy durante su presentación en
Argentina, para en 1932 dar un giro fundamental en su trayectoria artística al
incorporar a Angelito Vargas por primera vez a su agrupación.
Esta
relación comenzó con actuaciones en el Teatro Cómico, donde actuaron con la
compañía de Cicarelli-Bustos-Mutarelli, junto al violinista Alfredo Mazzeo,
compositor del tango Los 33 orientales.
El
primer éxito del binomio D'Agostino-Vargas fue el tango Vida perra, de
Rodolfo Sciammarella y Luis Rubistein. Continuaron sus presentaciones en el
Gran Cine Florida, donde se presentaron junto a Libertad Lamarque, a quien
también acompañó la orquesta de D'Agostino, y luego en el Cine Carioca, junto a
Casimiro Ain.
En
1935, poco después de haber actuado en el cabaret Tabarís, durante los festejos
por la inauguración de la Avenida Corrientes, se produjo la primera
desvinculación de Vargas, reanudando la exitosa relación cuatro años más tarde,
iniciando así la etapa más destacada del binomio, extendida hasta 1946, cuando
sus grabaciones, actuaciones en bailes, locales nocturnos y radios fueron
incesantes.
La
orquesta de D'Agostino con su emblemático cantor comenzó a grabar para el sello
RCA Victor el 13 de noviembre de 1940, registrando con la voz de Ángel Vargas
los tangos No aflojés y Muchacho. Integraban la orquesta los
bandoneonistas Alfredo Attadía, Ismael Spitalnik, Muñoz y Vasallo; los
violinistas Benjamín Holgado Barrio, Bernardo Weber y Vicente Russo; el
contrabajista Francisco De Lorenzo; y el propio director en el piano. Los
arreglos fueron encomendados a Attadía y a Spitalnik.
En
1942 actuaron en la recordada audición radial Ronda de Ases, un
verdadero suceso de la época.
Desde
julio a septiembre de 1943, Ángel Vargas se desvinculó de D'Agostino, siendo
reemplazado por el cantor Raúl Aldao, quien en ese lapso grabó tres temas.
A
partir de ese acontecimiento, los músicos de la agrupación fueron Eduardo del
Piano (proveniente de la recientemente disuelta orquesta de Roberto Zerrillo, y
quien también se desempeñaba como arreglador), conduciendo la fila de
bandoneones que completaban Alberto García, Salvador Cascone, Domingo Mattio,
Mariano Rodas y Jacinto Nieves; Víctor Falace; con Alberto del Bagno, Alberto
Del Mónaco y Mario Perini en violines; Romeo Molo en el contrabajo; y el propio
director en el piano.
Estos
cambios ocurrieron porque junto con Vargas, los músicos que estaban con
D'Agostino se alejaron de la orquesta para formar el binomio Vargas-Attadía.
Sin embargo, al producirse en septiembre el retorno del cantor, el resto de los
músicos permaneció con Attadía, quien continuó su trayectoria por cuenta
propia.
El
10 de septiembre de 1946, después de grabar los temas Demasiado tarde y Camino
del Tucumán, Vargas, decidido a iniciarse como cantor solista, se retiró de
la orquesta, dejando un total de noventa y cuatro temas grabados. Así terminó
la segunda y más exitosa etapa de la trayectoria artística de D'Agostino, quien
tuvo que asumir la difícil tarea de encontrar un reemplazante acorde con las
cualidades de Vargas. Finalmente, se decidió por Constantino García, conocido
artísticamente como Tino García, cantor de importante formación musical
adquirida a través de largos años de estudio en conservatorios. D'Agostino
reconoció en él una voz de timbre parecido al de Angelito y un estilo
interpretativo que se adaptaba a sus expectativas: un tango con canto pero
eminentemente bailable.
Incorporado
a la orquesta a fines de ese año, García permaneció en ella, aunque con
intermitencias, durante los diecisiete años que transcurrieron hasta su
disolución definitiva. Dejó grabados un total de veinte temas y, aunque no
alcanzó el mismo reconocimiento que Vargas, logró importantes éxitos en muchas
de esas grabaciones, como en los registros de La barranca, El trece
(tema que D'Agostino también había grabado con Vargas), Era en otro Buenos
Aires, Alma de bohemio, Carnavales de mi vida, Argañaraz,
Cómo querés que quiera, Café de Barracas y el vals Ella.
En
1947, D'Agostino disolvió transitoriamente su orquesta para dedicarse a otras
actividades, manteniéndose alejado de la música hasta 1950.
Al
retomar la actividad, desde ese año y hasta 1955, alternaron en la orquesta los
bandoneonistas Juan Miguel "Tato" Rodríguez, Máximo Mori, Santiago
Cóppola, Atilio Corral, Jacinto Nieves (el único que permaneció en ella después
de la interrupción) y Manuel Daponte en bandoneones; Carlos Arnaíz, Claudia
González, Víctor Braña, José Votti y Armando Andrade en violines; Victoria
Casagrande en viola; y Vicente Sciarretta y Juan José Fantín como
contrabajistas.
En
esos años, los arregladores fueron Víctor Braña y Máximo Mori. En 1951, se
incorporó el vocalista Rubén Cané, quien grabó un total de 10 temas hasta su
desvinculación en 1957.
También
tuvo una breve participación el cantor Ricardo Ruiz, quien el 2 de febrero de
1953 grabó el tango Cascabelito, único registro que realizó con la
orquesta de D'Agostino.
En
1955 se agregaron los bandoneonistas Miguel Fernández y Ernesto Baffa,
ampliando así el número de componentes de la formación. En 1958, proveniente de
la orquesta de Graciano Gómez, se incorporó el cantor Roberto Alvar, quien
permaneció hasta la disolución de la orquesta en 1963.
Alcanzó
a grabar dos temas, ambos en 1959: La violetera, tema compuesto más de
treinta años antes por Anselmo Aieta y Francisco García Jiménez, el 24 de
abril, y Ángel Vargas-El Ruiseñor, el 15 de septiembre, a poco más de
dos meses de la muerte de quien fuera el emblemático cantor de esta orquesta.
En
1963, tras cuatro años sin grabaciones (las dos últimas habían sido las
mencionadas en el año 1959), D'Agostino dirigió los cuatro últimos registros de
su formación: el 6 de mayo y con la voz de Tino García graba Mi viejo Buenos
Aires y el instrumental Gil a rayas, y el 20 de ese mes Mi
chiquita y Yo te canto Buenos Aires, con Raúl Lavié, en carácter de
cantor invitado.
Luego
de estos registros D'Agostino disolvió su orquesta y se retiró definitivamente
de la actividad. En realidad, la agrupación nunca pudo recobrar el
reconocimiento que tuvo mientras en ella cantaba Ángel Vargas, cuyo carisma
opacó a los muy buenos vocalistas que lo sucedieron, en especial Tino García,
excelente cantor de formación académica.
La
agrupación desde sus primeras grabaciones en 1940 había dejado hasta su
disolución veintitrés años más tarde —con la interrupción por tres años ya
señalada— un total de ciento cuarenta registros discográficos, de los cuales
noventa y ocho fueron durante el período transcurrido desde 1940 hasta 1946, es
decir, su etapa de máximo esplendor hasta la desvinculación de Vargas.
De
ellas, en noventa y dos participó este emblemático cantor, mientras que las
restantes contaron con la voz de Raúl Aldao en tres de ellas, siendo
instrumentales las tres restantes.
Al
respecto, cabe destacar que el total de registros instrumentales alcanzó sólo
un total de diez, entre ellas el tango Gil a rayas, de Rafael Herrera y
Juan Carlos Gayot, que fue grabado dos veces, en 1953 y 1963, en lo que se
constituyó, junto con las ya mencionadas de El trece, en las sendas
únicas grabaciones repetidas de un mismo tema de esta orquesta.
Alejado
de la actividad desde 1963, de ahí en adelante D'Agostino cumplió hasta su
fallecimiento una rutina diaria que en la primavera de 1989 relató a Jorge
Göttling en un reportaje que éste reprodujo en su libro Tango, melancólico
testigo.
Allí,
D'Agostino, soltero empedernido, relataba que luego de levantarse, a las cuatro
de la tarde, comenzaba su diaria sesión de piano sin auditorio ni platea. De
ahí rumbeaba a su mesa de póker en el Club El Progreso, en el que permanecía
hasta las cinco de la mañana.
D'Agostino
dejó una importante obra como compositor, iniciada con el tango Solterona,
escrito en colaboración con el también pianista Juan Pavía Pollero.
A
este tema siguieron Tres esquinas, tango escrito en 1921 y que recreó
dos décadas después, con los agregados en 1941 de una segunda parte compuesta
por el bandoneonista de su orquesta Alfredo Attadía y de versos de Enrique
Cadícamo, El cocherito, también con la intervención en la música del
mencionado Attadía, El morocho y el oriental, Mi chiquita, Se
llamaba Eduardo Arolas y El bar de Rosendo, tango no grabado por su
orquesta dado que fue compuesto cuando ya la había disuelto, pero que sí lo fue
por la de Juan D'Arienzo con la voz de Osvaldo Ramos.
También
de su inspiración son las melodías de Dice un refrán y el ya mencionado Ruiseñor,
compuesto en colaboración con Eduardo Pereyra, ambos también con versos de
Cadícamo, Hay que vivirla compadre, con letra de Héctor Marcó, Así me
gusta a mí, milonga que lleva versos de Barreiro Bazán, Pobre piba, Almonacid,
Pasión milonguera, Entre copa y copa, Cantando olvidaré e Y
te dejé partir, estos tres últimos compuestos junto con Alfredo Attadía y
letras de Héctor Marcó, Jorge Fernández y José María Contursi respectivamente. Y
te dejé partir, es una de las tres grabaciones en las que participó el
cantor Raúl Aldao en el año 1943.
También
se inscriben entre sus más inspiradas melodías las de los tangos Esta noche
en Buenos Aires, escrito en este caso en colaboración con el bandoneonista
Eduardo del Piano y versos del poeta uruguayo Erasmo Silva Cabrera, quien
firmaba sus letras con el seudónimo de Avlis, que su orquesta llevó al disco
con la voz de Ángel Vargas en una de las más recordadas grabaciones del binomio
y Café Domínguez, instrumental que grabó con sentidas glosas recitadas
por Julián Centeya.
La
enunciación de los títulos incluidos en los párrafos anteriores recuerda la muy
importante obra autoral de D'Agostino.
Fue
además arreglador en varias de las grabaciones de su orquesta en la etapa en la
que cantaba Angelito Vargas, asumiendo esa tarea, por ejemplo, en los temas A
pan y agua, No aflojés, Muchacho, Un copetín, El
Yacaré y Adiós arrabal.
Por
otra parte, a diferencia de muchos de sus colegas músicos, fue un excelente
bailarín, aptitud que lo indujo a otorgar a su orquesta el ritmo esencialmente
bailable que siempre la caracterizó.
Su
repentino fallecimiento se produjo el 15 de enero de 1991 en la soledad de su
céntrico departamento de Corrientes y Paraná, a poco de regresar de la que
fuera su última partida de póker. Tenía entonces 90 años de edad y su cuerpo
sin vida fue encontrado recién al día siguiente.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de
tango; Tomo I
biografia angel dagostino
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