Osvaldo Manzi - Biografía


 Su nombre real era Osvaldo Ramón Manzione y había nacido en el barrio porteño de Boedo el 31 de agosto de 1925. Pianista, director y compositor, se formó en el Conservatorio Nacional de Música y se perfeccionó luego con los maestros Athos Palma y Rubén Erlich, de quien fue discípulo desde 1961 hasta 1965.

Sus inicios profesionales datan del año 1941, cuando a los 16 años de edad se incorporó a las audiciones de Radio del Pueblo, actuando luego en las orquestas de Elvino Vardaro, Edgardo Donato, Manuel Buzón y Joaquín Do Reyes.

En 1949, formó su propia orquesta con la finalidad de actuar en el café Marzotto. Entre otros integrantes de la nueva agrupación figuraban Leopoldo Federico, en bandoneón; Antonio Rossi, en violín, y los cantores Roberto Ray y Oscar Larroca.

Al disolverla poco tiempo después, Manzi se incorporó a las orquestas de Hugo Baralis y Héctor María Artola, ambas abocadas al acompañamiento de cantores, recordándose al respecto los marcos orquestales que sucesivamente los dos directores brindaron a Alberto Marino. En 1954, Manzi se incorporó como pianista de la orquesta de Aníbal Troilo en reemplazo de Carlos Figari.

Su permanencia con Pichuco se extendió hasta 1956, participando en ese lapso en la grabación de treinta y cuatro temas para el sello TK, al que por esa época esta agrupación continuaba ligado.

Entre esos registros discográficos se encuentra una de las más hermosas composiciones de Manzi, el tango ¿Quién?, con letra de Luis Lira, que la orquesta grabó con la voz de Ángel Cárdenas en 1956.

Desvinculado de Troilo, en 1957, reemplazó a Osvaldo Pugliese en las grabaciones de la orquesta de ese afamado director, el que se encontraba por entonces aquejado por una enfermedad acerca de la que nunca hubo demasiadas precisiones.

De este modo, participó también en la segunda grabación de la mencionada composición, llevada al disco ahora por la orquesta de Pugliese con la voz de Jorge Maciel para el sello Odeon el 26 de marzo de 1958, con Manzi aún reemplazando en el piano al director del conjunto.

En este mismo año, formó nuevamente su propia orquesta, con la que grabó dos temas para el sello Odeon el día 18 de diciembre, contando con los arreglos de su primer bandoneón, Eduardo Rovira y con la colaboración de Reynaldo Nichele como primer violín.

También en 1958, dirigió un trío que completaban Rovira y el contrabajista Enrique Díaz, contando con la voz de Silvia Del Río en los temas cantables.

El mismo trío, al año siguiente, acompañó a Nelly Vázquez en su debut televisivo en Canal 7.

En 1962, se incorporó al Quinteto de Astor Piazzolla, en el que al comienzo alternó en la agrupación con Jaime Gosis, primer pianista de la misma.

Su permanencia en el Quinteto se extendió hasta 1972, con algunos paréntesis como el causado por el accidente automovilístico que sufriera en 1969 y la disolución temporaria del conjunto que dispuso Piazzolla con motivo de su viaje a Europa en 1970.

Simultáneamente a su actividad con Piazzolla, a mediados de los años sesenta participó con su piano en grabaciones de la agrupación Tango Moderno dirigida por Eduardo Rovira y también grabó como solista cuatro danzas seriales dodecafónicas pertenecientes al mencionado bandoneonista y compositor.

Cuando en 1972 se desvinculó definitivamente de Piazzolla, continuó actuando hasta su fallecimiento al frente de un trío que había formado en 1965 bajo su dirección, con el que venía presentándose en forma simultánea a su participación en el quinteto de Piazzolla.

Al aludido trío, conocido como Osvaldo Manzi y su Trío para la Música de Buenos Aires, lo completaban Rubén Ruiz, en guitarra eléctrica, y Benigno Quinquela, en contrabajo.

En la segunda mitad de los años sesenta, se presentaba en el local nocturno Gotán, junto con otras agrupaciones como el Cuarteto Cedrón.

Además, al frente de esa formación grabó un disco larga duración para el sello Microfon, cuyo lanzamiento se produjo en el mes de enero de 1966. En el álbum, se incluyeron un total de diez temas ejecutados en una línea vanguardista muy renovadora y de alta calidad interpretativa, tal como se aprecia tanto en sus ocho versiones instrumentales como en las dos cantadas por Héctor Morano, joven voz que con este trabajo se incorporaba al campo profesional, vocalizando los tangos Sexto piso, del pianista Roberto Nievas Blanco y del poeta Homero Expósito, y Mensaje, el tango que Enrique Santos Discépolo dejara inconcluso al fallecer y fuera entonces completado por Cátulo Castillo.

Entre los instrumentales, se incluyeron los temas de Astor Piazzolla Adiós Nonino y Milonga del ángel; el tango de Roberto Pansera Preludio n° 3; el de Eduardo Rovira Contrapunteando, y las obras del propio Manzi tituladas Simple —un tango que pese a su título tiene una avanzada concepción y planteo temático—, la canción Tema para la tarde de viento —en cuya grabación intervino el actor Jorge Monteagudo, recitando unos versos escritos por el mismo Osvaldo Manzi— y la milonga Furtiva.

Como compositor, además de los temas más ya mencionados a lo largo de esta reseña, debe agregarse el Vals del jamás, con versos de Cátulo Castillo, grabado por Aníbal Troilo con la voz de Nelly Vásquez para el sello RCA Victor el día 30 de diciembre de 1965, Rosal y Breve.

Incursionó inclusive en la composición de un tema folclórico, la canción Mirando, escrita en colaboración con don Buenaventura Luna. Como corolario de esta reseña, puede afirmarse que Manzi era un músico talentoso, culto y de muy sólida formación, que seguramente hubiese podido plasmar esas fortalezas en logros aun más trascendentes que los que finalmente alcanzó.

Vale la pena reproducir al respecto lo que han escrito Juan Tata Cedrón y Miguel Priano, integrantes del cuarteto con el que su trío compartió el escenario de Gotán en los años sesenta.

Ellos han manifestado que «Manzi era un hombre delicado, de una sabiduría musical y una preparación técnica extraordinarias. Tenía la médula del tango porque había participado en orquestas notables y también lo hizo con Astor Piazzolla. No era ningún improvisado. Su estilo tenía mucha limpieza. Cuando tocaba mostraba orden y lógica en las composiciones, siempre pulidas y estudiadas. Había un trabajo muy minucioso en sus tangos», para agregar más adelante que «era culto y al mismo tiempo un hombre con gran sentido del humor. Se podía hablar de muchas cosas con él...».

Lamentablemente, algunas debilidades de índole personal a las que Héctor López Ruiz hace expresa referencia en su biografía de Astor Piazzolla, le impidieron desarrollar la trayectoria artística y profesional a la que esas condiciones lo hacían ampliamente merecedor.

Así, su vida se apagó el 18 de abril de 1976, cuando tenía solamente 50 años de edad.

 

Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo II

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