Violinista, director y compositor nacido en Montevideo el 20 de junio de 1902.
En 1919 se incorporó a la fila de violines de la orquesta de Carlos Warren, director de la primera agrupación dedicada al jazz en el Uruguay, con la que actuaba en los cines Capitol y Trianón y en el Parque Hotel. A esa formación, los días jueves se incorporaba como atracción especial Eduardo Arolas.
En su paso por la orquesta de Warren, tuvo la oportunidad de vincularse con Edgardo Donato, también violinista de la misma, con quien, ya radicados en Buenos Aires, fundó a mediados del año 1927 la recordada orquesta Donato– Zerrillo, cuyo debut se produjo en el café Avenida, el día 14 de julio de ese año.
Formaban el conjunto como violinistas los dos directores y Armando Julio Piovani; los bandoneonistas Héctor María Artola —quien al viajar a Europa fue reemplazado por Juan Spera—, Juan Turtoriello y Héctor Gentile —por entonces de apenas dieciséis años de edad, instrumentista que a pesar de su juventud asumió la responsabilidad de desempeñarse como primer bandoneón—; el pianista Osvaldo Donato; el contrabajista A. Bancalá, y el violoncellista Ascanio Donato, hermano de Edgardo al igual que Osvaldo.
Luego de la actuación en el café Avenida pasaron en agosto de 1927 a presentarse en el teatro Solís, en el Royal Pigall y, finalmente, en el Chantecler y en el hotel Carrasco, de Montevideo, retornando a Buenos Aires para actuar en el cine Select Lavalle, en el que debutaron el 21 de marzo de 1928 bajo el rótulo de típica criolla Donato–Zerrillo, Los Nueve Ases del Tango.
Ese mismo año, actuaron en los teatros Smart y Nacional y en Radio loy, y ya en el mes de septiembre apareció el primer disco de la formación, editado por el sello Brunswick, contando en los estribillos con la voz de Luis Díaz, incorporado pocos meses antes a la misma. Los temas incluidos eran Se va la vida, de ambos directores con letra de Luis Mario (seudónimo de la autora María Luisa Carnelli) y No me engañes por favor, del bandoneonista del conjunto Juan Turtoriello.
El aludido estribillista intervino en un total de veintiuna grabaciones para dicho sello con la orquesta de Donato–Zerrillo, las últimas de las cuales fueron realizadas en el año 1930.
Además de las ya mencionadas, se contaron entre ellas títulos como Qué querés con ese loro, tango perteneciente a Enrique Delfino, y Soledad, tema anterior al que surgiera luego con el mismo título y que fuera mundialmente conocido a través de la versión de Carlos Gardel. Se va la vida fue luego también un gran éxito en las voces de Azucena Maizani y de Agustín Magaldi.
El 1º de marzo de 1929, la orquesta de Donato–Zerrillo debutó en el teatro Artigas de Montevideo, acompañando a Azucena Maizani y a fines de ese año e inicios del siguiente el conjunto animó los bailes en el teatro San Martín.
Los temas grabados por esta recordada orquesta fueron entre otros La cumparsita, Seguí no te parés, Luces de la tarde, Dolores, Desentante, Sírvame caña, Adiós mujer, Siluetas de la tarde, De milonga corrida, Pega pega, Hasta cuándo, Huerfanitos de la vida, Qué querés con ese loro, Venga viejo, Zafa de la marrazón, Yo quiero casarme, Lisandro, De madrugada, Polilla, Porque se fue, Virgencita de Pompeya, Deschavate y Se va la vida.
Disuelta la agrupación, entre los años 1929 y 1931, Zerrillo integró un trío con el pianista Oreste Cúfaro y el guitarrista Manuel Parada, para acompañar a Azucena Maizani en un total de sesenta y ocho grabaciones realizadas por esta recordada cancionista para el sello Brunswick. La primera de ellas fue el vals Dolores, culminado la serie de versiones con la grabación del tango Que mamita me perdone.
De inmediato, en ese mismo año 1931, formó otro trío con el mismo Cúfaro y Joaquín Mauricio Mora, con la finalidad de realizar una gira por Europa brindando marco musical a las actuaciones de Azucena, con la que por otra parte estuvo relacionado sentimentalmente durante un tiempo.
A su regreso del Viejo Continente, Zerrillo se dedicó de lleno a la tarea de formar su propia orquesta, con la que actuó en locales nocturnos y emisoras de radio.
Así, en marzo de 1932, incorporó como estribillista de su nueva orquesta a Francisco Fiorentino, con el que se presentó en Radio LS9, La Voz del Aire y realizó la grabación del tango Serenata de amor en el año 1934, luego de la cual Florentino se desvinculó del conjunto.
Antes, en 1933, orquesta y estribillista realizaron una exitosa gira por el Uruguay, de la que regresaron a fines de ese año.
En 1935, en sus actuaciones en una boite ubicada en el centro de Buenos Aires, Zerrillo comenzó a utilizar un violín corneta, cuya incorporación al tango se había producido una década antes a través de Julio De Caro. Hasta 1940 tuvo como pianista de su orquesta a Juan Carlos Howard, con quien en colaboración escribiera una de las composiciones más bellas a la que luego se hará referencia.
A Howard reemplazó en ese mismo año un compatriota de Zerrillo, el recordado César Potrillo Zagnoli, oportunidad en la que también se incorporó a la orquesta el bandoneonista Eduardo Del Piano, actuando además como cantor Jorge Cardozo, quien se radicaría luego en España. Otros integrantes de la que a la postre sería la última orquesta de Zerrillo fueron el bandoneonista Salvador Cascone, el violinista Varela Conte y el contrabajista Humberto Constanzo.
La orquesta actuó por entonces durante un buen tiempo en Montevideo además de hacerlo en Buenos Aires en la boite Casanova y las radios Porteña y Belgrano.
En 1943, la formación cerró su breve ciclo discográfico, grabando con la voz de Jorge Cardozo para el sello Odeon su único disco, en el que se incluyeron los temas Ahí va Catunga, de Atilio y Humberto Constanzo y Celedonio Flores, y la milonga Negrito mazamorrero, perteneciente a Mario Perini, Julián Ortiz y Luis Mejías.
Precisamente, cuando actuaba en radio Belgrano, se produjo el abrupto e imprevisto final de la actividad de Zerrillo como director, dado que abrumado por compromisos financieros que había asumido y que no estaba en condiciones de atender, algunos de ellos de índole comercial y otros originados en deudas de juego, sorpresivamente interrumpió su asistencia a las audiciones de la mencionada emisora, dejando así a su orquesta sin conducción.
Corría entonces el año 1942 y Zerrillo retornó definitivamente a su país, no regresando más a Buenos Aires por el resto de su vida.
Su faceta de compositor es un aspecto muy destacable de su trayectoria. Así, en colaboración con Edgardo Donato compuso además de los temas ya mencionados con anterioridad los tangos Don José, el primero de su producción, compuesto en el año 1926 y Seguí, no te parés. De su exclusiva inspiración, son a su vez las melodías de los tangos Pensalo, muchacho, Aquel preludio de amor, Fantoches, Pobre Trifón, Duda, Nunca y siempre, Campanas de mi aldea, Caradura y Comediante. Estos dos últimos temas, con letras de Enrique Cadícamo y Francisco Bauer, respectivamente, fueron llevados al disco por Azucena Maizani acompañada por el marco musical que le brindaban el trío que Zerrillo completaba con Oreste Cúfaro y Manuel Parada, formación a la que ya nos refiriéramos anteriormente.
De todos modos, sus temas más difundidos además del ya recordado Se va la vida, han sido los tangos Sueño azul —con versos de Barczy, y del que existe una recordada grabación de Osvaldo Fresedo con la voz de Roberto Ray realizada para el sello RCA Victor el día 4 de enero de 1937— y especialmente Melodía oriental, una bellísima composición escrita alrededor de 1940 en colaboración con Juan Carlos Howard, quien como ya se recordó fuera pianista de su orquesta hasta ese mismo año.
Melodía oriental, que cuenta con letra de Enrique Cadícamo, ha perdurado a través de la magnífica grabación de la orquesta de Enrique Mario Francini cantando Roberto Rufino, registrada el 3 de abril de 1957, y de las no menos ponderables versiones instrumentales del sexteto del mismo director en el año 1970, con arreglos de Néstor Marconi especialmente concebidos para el lucimiento de Francini con su violín, y del Sexteto Mayor en 1975. Esta hermosa melodía ha perdurado además a través de las grabaciones realizadas por diversos cantores en sus etapas de solistas, como Miguel Montero y Héctor Pacheco, entre otros.
En opinión de quien esto escribe, Melodía oriental constituye una alta expresión de este género musical y si bien es cierto que ha tenido una significativa difusión, ésta no ha alcanzado los niveles que la belleza del tema amerita.
Zerrillo falleció el 15 de mayo de 1955, poco antes de cumplir 53 años de edad.
Fuente: Torres, Carlos Federico. Gente de tango; Tomo III
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